CAPÍTULO 41: AHORA SOY YO LA LOCAAlexander me lleva hasta su apartamento en el centro de la ciudad sin decir una palabra. El trayecto es silencioso, pero no incómodo. Tal vez sabe que no tengo energía para hablar, o tal vez él mismo prefiere el silencio. No puedo evitar sentirme agradecida de que esté respetando mi espacio, sin forzarme a explicar lo que ni siquiera yo puedo procesar todavía.Cuando llegamos al apartamento, noto lo elegante y minimalista que es. No parece un lugar que se use con frecuencia. Los muebles están inmaculados, y no hay rastros de una vida cotidiana, como si fuera un refugio temporal, algo de paso. Es exactamente lo que necesito en este momento.—Estarás bien aquí —dice Alexander, mientras coloca las llaves sobre una mesa—. Si necesitas algo, solo llámame.Lo observo por un segundo, sorprendida por el tono genuino de su voz. Pero no me quedan fuerzas para dudar de sus intenciones.—Gracias, Alexander. —Es todo lo que puedo decir.Él asiente y se dirige haci
CAPÍTULO 42: UNA NOCHE PARA OLVIDAREl taxi avanza por las calles mientras mis pensamientos están embotados, el corazón sigue latiéndome con fuerza en el pecho, y cada vez me siento más ahogada por todo lo que ha sucedido. La voz del taxista me saca de mis pensamientos.—¿Adónde quiere que la lleve, señorita?—A un bar… lejos de aquí, cualquier lugar —respondo sin pensar demasiado. Solo quiero escapar, huir de todo lo que acaba de pasar.El taxista me lanza una mirada de reojo, como si estuviera debatiendo si debiese cumplir mi petición o no. Pero, finalmente asiente y se dirige hacia algún lugar del centro de la ciudad. No sé a dónde me lleva, pero realmente no me importa. Todo lo que necesito ahora es desconectar, sentirme lejos de ese maldit0 funeral, de esas miradas juzgadoras, y de mis enemigos con piel de cordero.El taxi se detiene frente a un bar que no parece de muy buena pinta. Lo noto de inmediato. Las luces de neón parpadean, y hay un grupo de personas fumando fuera mientr
CAPÍTULO 43: MAÑANA NO ME VOY A ACORDARSiento que el mundo da vueltas a mi alrededor. No soy yo la que se tambalea, es todo lo demás. Los ojos se me entrecierran, me siento adormecida y al mismo tiempo no quiero dormir. Mi mente está anestesiada del dolor, de la confusión de lo que pasó, de todo, menos del hecho de que estoy sentada en el asiento del copiloto de Alexander Blackwood.La sensación del auto deteniéndose me hace reincorporarme en mi asiento. No reconozco el estacionamiento donde estamos.—Vamos, hay que sacarte de aquí —murmura con seriedad.—Pareces enojado, ¿estás enojado? —balbuceo arrastrando las palabras y me echo a reír.Él se da la vuelta y me abre la puerta del otro lado, tira de mi brazo hasta el ascensor.—Déjame, no sé por qué me estás ayudando, si ni siquiera te importo —protesto, pero él no dice nada, en lugar de eso, presiona el botón del pent-house.Ahora recuerdo, este es el depa que me prestó.Salimos del elevador y enseguida abre la puerta. Me guía como
CAPÍTULO 44: NO PUEDO RESISTIR LA TENTACIÓNEn lugar de vestirme, dejo caer las dos últimas prendas empapadas que cubren mi cuerpo. El aire frío me acaricia la piel, pero el calor que siento por dentro es mucho más intenso. Alexander intenta desviar la mirada, pero algo en él se resiste. La curiosidad o, quizás, algo más profundo lo traiciona, porque sus ojos vuelven a mí, incapaces de apartarse.Mi corazón late frenético, cada pulsación amplifica el fuego que crece dentro de mí. No puedo ignorar este ardor, este dese0 urgente que me consume, el cosquilleo insistente que nace entre mis piernas. Necesito que él lo apague, que sea él quien calme este anhelo que me está devorando.—Sophia, ¿qué estás haciendo? —pregunta, aunque su voz tiembla ligeramente. No deja de mirarme, atrapado entre la razón y algo que parece mucho más fuerte.Mis pasos son lentos, pero firmes. Camino hacia él, hipnotizada, como si una fuerza invisible me empujara a acercarme. No pienso, solo siento. La necesidad
CAPÍTULO 45: ASCIENDO AL CIELONuestros labios se encuentran de una manera casi desesperada, como si ambos hubiéramos estado conteniéndonos por demasiado tiempo. El primer roce es suave, pero lleno de tensión. Una chispa que prende fuego a todo lo que hay dentro de mí. Mi cuerpo responde inmediatamente, como si fuera lo que había estado esperando todo este tiempo.Alexander no retrocede, pero aún parece dudar, sus manos tiemblan ligeramente mientras me toma por la cintura, con una firmeza que indica que está a punto de perder el control. Mi piel arde bajo su toque, y el aire entre nosotros se vuelve denso, cargado de dese0 y emociones que llevaban demasiado tiempo reprimidas.—Sophia… —susurra contra mis labios, su voz se oye ronca, como si estuviera intentando recuperar la razón.Pero no se aparta. En lugar de eso, sus labios vuelven a los míos, esta vez con más intensidad, con una necesidad que refleja la mía. Mis manos se deslizan por su pecho, sintiendo el calor bajo su piel y el
CAPÍTULO 46: HE MORDIDO EL FRUTO PROHIBIDOAlexanderLa hice mía… ¡maldic1ón! La hice mía. Se supone que Sophia es la mujer de mi hermano, es la única a la que no debo ver con lujuria, ni desearla, ni amarla… He luchado demasiado contra estos sentimientos, desde la primera vez que la vi, pero ahora… Cometí un error, uno muy grave. Dejé que atravesara mis defensas, me acerqué demasiado al fuego, y me quemé.Me quemé en sus besos, en su cuerpo, en la maldit4 tentación de su sex0. Ella está ahora dormida a mi lado, pero yo no puedo dormir. No puedo dejar de verla, de acariciar su piel y grabarme cada rincón de su perfección. Sé que tal vez esto no se repita, o quizá sí… no lo sé, pero, solo por si acaso, quiero grabar en mi memoria cada segundo de tenerla a mi lado.Sophia cree que la odio, cree que mi indiferencia y arrogancia se deben a que me parece inferior, inmadura o insignificante. Ignora que es todo lo contrario. Esta máscara, esta fachada de desdén no es más que una barrera p
CAPÍTULO 47: EVASIÓNAlexanderEstoy atrapado en la neblina de mis pensamientos, observando su figura dormida junto a mí. El sol aún no ha salido, pero la realidad de lo que hemos hecho me agobia, me abruma. Sophia no sabe que la he estado amando desde siempre. Lo correcto habría sido mantenerme alejado, evitar esto a toda costa. Pero no lo hice.Ella está casada con mi hermano, y aunque mi corazón quiere ignorarlo, mi mente me grita que nada de esto está bien. Anoche... ella estaba confundida, herida, y encima de todo, ebria. El dolor de perder a su padre la devastó y buscó consuelo en el lugar equivocado. No debí dejar que me tocara, no debí ceder, pero en el momento en que sus labios encontraron los míos, todas mis defensas se derrumbaron.Me quedo inmóvil por un momento más, acariciando una suave línea de su mejilla con el dorso de mis dedos. No quiero dejarla, pero sé que debo hacerlo. Debo irme antes de que ella despierte, antes de que me vea y todo esto se vuelva real.—Lo sien
CAPÍTULO 48: ESTA VEZ NO FUE UN SUEÑOAbro los ojos con una punzada lacerante en la cabeza, como si un martillo golpeara mi cráneo sin tregua. El dolor es sofocante, y la náusea se arrastra por mi estómago en una ola violenta que me empuja a levantarme de inmediato. Con pasos tambaleantes, corro al baño. Apenas logro inclinarme sobre el inodoro antes de que el contenido de mi estómago salga disparado, como si mi cuerpo intentara purgar todo el alcohol que lo envenenó anoche.Cuando finalmente termino, me apoyo contra el lavamanos, jadeando. El sabor amargo en mi boca es horrible, pero lo ignoro. En su lugar, abro el grifo y dejo que el agua fría me empape el rostro, esperando que eso calme el caos en mi mente. Pero no lo hace.Es entonces cuando los recuerdos empiezan a inundarme, cada uno más claro y cruel que el anterior.—Por favor... que haya sido un sueño. Que haya sido otro maldit0 sueño —susurro rogando en vano.Pero sé que no lo fue. Las sensaciones aún están ahí, demasiado ví