CAPÍTULO 37: FRACASÉEl tiempo parece haberse detenido, y sin embargo, cada segundo transcurre con una agonía insoportable. El agua gélida me golpea, las olas me arrastran sin piedad hacia las rocas del acantilado. Grito el nombre de mi padre, pero el rugido del océano ahoga mi voz. Intento sumergirme de nuevo, mis manos buscan desesperadas en el vacío bajo el agua, donde el auto ha desaparecido, pero mis pulmones arden y las corrientes me empujan hacia la superficie una y otra vez.Cada vez que lo intento, es como si el mar me recordara que lo que intento hacer es imposible. Siento el frío penetrante en cada centímetro de mi piel, el agua oscura se convierte en mi enemigo, empujándome hacia las rocas afiladas. Mi cuerpo golpea contra ellas, dejándome sin aire, pero aun así intento regresar.—¡Papá! —grito una última vez, el eco de mi voz se pierde en la tormenta de olas.El terror y la desesperación me abruman. «No puede estar pasando», pienso. El auto está hundido más allá de mi a
CAPÍTULO 38: RESCATELo que sucede después es un borrón, como si mi mente decidiera desconectarse para no procesar el horror. El rescatista me habla, su voz me llega distorsionada, como desde otro mundo. Intento responderle, pero no puedo. Es como si las palabras se hubieran perdido en algún rincón profundo de mi ser. Todo lo que puedo hacer es mirar a su rostro mientras me examina con urgencia.Él me toma el pulso, se asegura de que sigo consciente y dice algo por la radio que lleva en el pecho, pero son palabras que no logro entender. En cuestión de segundos, me siento envuelta en un arnés ajustado con firmeza, y de pronto el suelo bajo mis pies desaparece. Un cable nos eleva rápidamente hacia el helicóptero. La sensación de vértigo me golpea y el pánico de caerme se apodera de mí.Me aferro al pecho del rescatista con una fuerza desesperada, como si él fuera lo único que me mantiene conectada a la vida. Y lo es.—Tranquila, ya estás a salvo —me dice, su voz se escucha como un susur
CAPÍTULO 39: VULNERABLE DE NUEVOCuando el peligro inicial ha pasado y ya el médico me ha hecho todas las preguntas pertinentes para asegurarse de que estoy más o menos bien, me pregunta si quiero dejar pasar a mi esposo.—¿Lo dejo entrar? Me pareció escuchar que no querías verlo —dice con un tono protector.—Sí, está bien. Yo… estaba un poco confundida.Él sonríe con amabilidad y sale de la habitación. Mientras estoy sola no puedo dejar de sentir esta horrible sensación de dejavú. Aunque ahora es distinto. Puedo mover mis piernas, solo tengo daños menores y estoy viva. Esta vez no lograron incapacitarme y mucho menos acabarán conmigo.Un minuto después Alexander entra en la habitación y se acerca a mí con una expresión preocupada y genuina. Es la primera vez que lo veo demostrar alguna emoción distinta a la arrogancia. Su rostro no solo es de preocupación, hay algo más, algo que no había visto en él antes: vulnerabilidad. Sin la máscara de suficiencia que normalmente lleva, se le ve.
CAPÍTULO 40: FALSOSAunque desearía que Alexander se quedara a mi lado toda la noche y que solo él supiera lo que ha ocurrido, sé que es inevitable que la noticia del accidente llegue a los demás. El caos de la tragedia se desata apenas una hora después, cuando Ethan, Lilian y algunos de los socios y conocidos de mi padre comienzan a llegar al hospital. Incluso el padre de Alexander, que también es socio de mi padre, se presenta. A diferencia de lo que ocurrió en mi otra vida, esta vez no estoy aislada ni sola. En aquella ocasión, Ethan me había aislado tanto que a duras penas alguien vino a verme, pero ahora eso ha cambiado.—¡Sophia! ¡Mi amor! ¡¿Estás bien?! —Ethan entra en la habitación de golpe, su rostro lleva una expresión de preocupación forzada que solo yo puedo detectar, es completamente falsa.—Sí, estoy bien —respondo con voz seca, evitando su mirada. No quiero darle el gusto de verme más débil de lo que ya me siento.Ethan se sienta al borde de la cama y me toma la mano, f
CAPÍTULO 41: AHORA SOY YO LA LOCAAlexander me lleva hasta su apartamento en el centro de la ciudad sin decir una palabra. El trayecto es silencioso, pero no incómodo. Tal vez sabe que no tengo energía para hablar, o tal vez él mismo prefiere el silencio. No puedo evitar sentirme agradecida de que esté respetando mi espacio, sin forzarme a explicar lo que ni siquiera yo puedo procesar todavía.Cuando llegamos al apartamento, noto lo elegante y minimalista que es. No parece un lugar que se use con frecuencia. Los muebles están inmaculados, y no hay rastros de una vida cotidiana, como si fuera un refugio temporal, algo de paso. Es exactamente lo que necesito en este momento.—Estarás bien aquí —dice Alexander, mientras coloca las llaves sobre una mesa—. Si necesitas algo, solo llámame.Lo observo por un segundo, sorprendida por el tono genuino de su voz. Pero no me quedan fuerzas para dudar de sus intenciones.—Gracias, Alexander. —Es todo lo que puedo decir.Él asiente y se dirige haci
CAPÍTULO 42: UNA NOCHE PARA OLVIDAREl taxi avanza por las calles mientras mis pensamientos están embotados, el corazón sigue latiéndome con fuerza en el pecho, y cada vez me siento más ahogada por todo lo que ha sucedido. La voz del taxista me saca de mis pensamientos.—¿Adónde quiere que la lleve, señorita?—A un bar… lejos de aquí, cualquier lugar —respondo sin pensar demasiado. Solo quiero escapar, huir de todo lo que acaba de pasar.El taxista me lanza una mirada de reojo, como si estuviera debatiendo si debiese cumplir mi petición o no. Pero, finalmente asiente y se dirige hacia algún lugar del centro de la ciudad. No sé a dónde me lleva, pero realmente no me importa. Todo lo que necesito ahora es desconectar, sentirme lejos de ese maldit0 funeral, de esas miradas juzgadoras, y de mis enemigos con piel de cordero.El taxi se detiene frente a un bar que no parece de muy buena pinta. Lo noto de inmediato. Las luces de neón parpadean, y hay un grupo de personas fumando fuera mientr
CAPÍTULO 43: MAÑANA NO ME VOY A ACORDARSiento que el mundo da vueltas a mi alrededor. No soy yo la que se tambalea, es todo lo demás. Los ojos se me entrecierran, me siento adormecida y al mismo tiempo no quiero dormir. Mi mente está anestesiada del dolor, de la confusión de lo que pasó, de todo, menos del hecho de que estoy sentada en el asiento del copiloto de Alexander Blackwood.La sensación del auto deteniéndose me hace reincorporarme en mi asiento. No reconozco el estacionamiento donde estamos.—Vamos, hay que sacarte de aquí —murmura con seriedad.—Pareces enojado, ¿estás enojado? —balbuceo arrastrando las palabras y me echo a reír.Él se da la vuelta y me abre la puerta del otro lado, tira de mi brazo hasta el ascensor.—Déjame, no sé por qué me estás ayudando, si ni siquiera te importo —protesto, pero él no dice nada, en lugar de eso, presiona el botón del pent-house.Ahora recuerdo, este es el depa que me prestó.Salimos del elevador y enseguida abre la puerta. Me guía como
CAPÍTULO 44: NO PUEDO RESISTIR LA TENTACIÓNEn lugar de vestirme, dejo caer las dos últimas prendas empapadas que cubren mi cuerpo. El aire frío me acaricia la piel, pero el calor que siento por dentro es mucho más intenso. Alexander intenta desviar la mirada, pero algo en él se resiste. La curiosidad o, quizás, algo más profundo lo traiciona, porque sus ojos vuelven a mí, incapaces de apartarse.Mi corazón late frenético, cada pulsación amplifica el fuego que crece dentro de mí. No puedo ignorar este ardor, este dese0 urgente que me consume, el cosquilleo insistente que nace entre mis piernas. Necesito que él lo apague, que sea él quien calme este anhelo que me está devorando.—Sophia, ¿qué estás haciendo? —pregunta, aunque su voz tiembla ligeramente. No deja de mirarme, atrapado entre la razón y algo que parece mucho más fuerte.Mis pasos son lentos, pero firmes. Camino hacia él, hipnotizada, como si una fuerza invisible me empujara a acercarme. No pienso, solo siento. La necesidad