Hope abrió los ojos cuando amaneció al día siguiente y se sintió adolorida. Inspeccionó su cuerpo y al verse tirada en una cama se encontró desorientada y totalmente confundida por esa escena. No comprendía cómo había acabado allí, hasta que los recuerdos de ese accidente fatal volvieron a su memoria como un balde de agua fría y comenzó a llorar.En ese momento, una enfermera ingresó a la habitación y la calmó. No podía alterarse demasiado, ya que eso no le hacía bien ni a ella ni al bebé. Le preguntó a la mujer dónde estaba su pequeño y qué había ocurrido, aunque ya sabía la respuesta, pero temía por aquel bebé que llevaba en su vientre. ¿Y si lo había perdido? No podía ni siquiera imaginarlo.—No se preocupe, su bebé está perfectamente bien y usted se va a recuperar —respondió la enfermera.—Necesito ver a Asthon. ¡Maldición! ¿Dónde está Asthon? ¡¿Dónde?! —exclamó desesperada.—Debe calmarse, llamaré al doctor.Después de un rato, ingresó el doctor y le explicó lo sucedido.—... Su
La vida de Hope, una adolescente llena de sueños y anhelos, no era fácil. Pero en medio de las dificultades y desafíos propios de su edad, surge un amor que desafía todas las normas y convenciones. Un amor que la lleva a fijarse en alguien a quien siempre debería haber considerado fuera de su alcance: Asthon Greenspan, un magnate poderoso y atractivo.El magnetismo de Asthon es innegable. Con sus ojos azules que parecen penetrar en el alma, su cuerpo musculoso y sensual, y una sonrisa encantadora, es el epitome de la perfección irresistible. Cada saludo cordial, cada beso en la mejilla, lleva a Hope a niveles de atracción que nunca había experimentado antes. En su mente, Asthon se convierte en su amor platónico, ese que ella espera que algún día se vuelva completamente suyo.Hope se aferra a la idea de que su destino está entrelazado con el de Asthon. Siente intensamente que están destinados a estar juntos y que nada ni nadie podrá separarlos, ni siquiera su amiga, ajena a los profundo
Hope se sintió humillada. ¿Cómo podía ser tan mala? Ni siquiera merecía ser llamada madre. ¿Y para qué? Parece que no le importaba el peso de esa palabra. Todo lo que hacía era escupir por doquier. —¡Te odio, te odio y te odio! —repitió incesantemente. La mujer frente a ella la miraba como si quisiera matarla. Sus ojos filosos ya la estaban atravesando de esa manera que podría someter a cualquiera. Sin embargo, a ella no le tenía miedo, solo sentía un profundo odio. Ahora venía a decirle que era una buena para nada, que no servía para nada. Todo eso le afectaba. ¿Es que su crueldad no tenía límites? —Yo también digo lo mismo. Ni siquiera deberías seguir bajo este mismo techo. No eres y nunca serás mi hija —espetó, dejando helada a la joven. No podía creer sus palabras. ¿Por qué decía que no era su hija? No entendía nada. Ya estaba perdida y sorprendida ante lo que ella decía. Durante mucho tiempo había considerado a esa mujer su madre, pero ahora la trataba de forma vil. —No es que
—Mi hermana era tan joven. No merecía irse de este mundo por ti; ella tenía muchas cosas por vivir y muchos momentos por escribir, lamentablemente se enamoró del hombre equivocado a la edad errónea y no pensó en las consecuencias de sus actos; yo no la llamaría amor, eso fue algo pasajero y estúpido que la sentenció a la muerte. —hizo una pausa para limpiarse las lágrimas, Hope sorbió por la nariz y se le quedó mirando —. Solo tenía quince años cuando quedó embarazada de ti, y mi madre decía que podíamos hacer algo, que quizás yendo al doctor este podría interrumpir el embarazo, pero optar por un aborto en ese momento era ilegal y además estaban los detalles de que era menor de edad y corría el riesgo de morir en todo el proceso, aún así ya no se podía hacer nada, ya era demasiado tarde puesto que estaba un poco avanzado tenía casi tres meses de embarazo y eso impedía hacer el procedimiento del aborto. Ella solo quería que terminara de hablar. —No... —Todos estábamos destrozados por
—Mi hermana era tan joven. No merecía irse de este mundo por ti; ella tenía muchas cosas por vivir y muchos momentos por escribir. Lamentablemente, se enamoró del hombre equivocado a una edad errónea y no pensó en las consecuencias de sus actos. Yo no llamaría a eso amor, fue algo pasajero y estúpido que la sentenció a la muerte. —Hizo una pausa para limpiarse las lágrimas. Hope sorbió por la nariz y la miró fijamente—. Solo tenía quince años cuando quedó embarazada de ti, y mi madre decía que podíamos hacer algo, que quizás yendo al doctor podríamos interrumpir el embarazo. Sin embargo, optar por un aborto en ese momento era ilegal y además estaba el riesgo de que al ser menor de edad, corriera peligro de muerte durante todo el proceso. Aún así, ya no se podía hacer nada, era demasiado tarde, puesto que el embarazo estaba un poco avanzado, casi tres meses. Ella solo quería que terminara de hablar. —No... —Todos estábamos destrozados por la situación que mi hermana estaba enfrentand
Cuando estuvo a punto de tocar la puerta de esa mansión, sintió la necesidad de renunciar e irse corriendo de allí con la valija en la mano. Sin embargo, había tocado sin pensarlo mucho y en poco tiempo una mujer joven de ojos verdes recibió a la muchacha. Por su uniforme, ya sabía que era la mucama, una mujer bastante amable a la que había tenido el privilegio de conocer antes por sus visitas a la casa, aunque hacía mucho tiempo que ya no iba, pero estaba de nuevo allí con otra intención, una que le daba temor pronunciar porque podría tomarse como un abuso, incluso si en serio necesitaba la ayuda. En realidad, nunca se agotaron sus opciones, cuando solamente había una y era esa, ir a casa, no, a la enorme mansión de Alicia y hablarle sobre quedarse un tiempo mientras conseguía cómo pagar alguna habitación en otro lugar. —Hola, ¿en qué puedo ayudarte? Pero pasa, no te quedes allí —de inmediato se hizo a un lado. Ya la conocía. —¿Me recuerdas? —Por supuesto. —Gracias. Sonrió un po
Cierto o no, estaba a punto de dejar que permaneciera allí en la mansión. Tampoco es que pudiera negarse, tomando en cuenta que se trataba de Hope, amiga de su hija, casi como una hermana. Desde hace algún tiempo, ellas eran muy cercanas, por lo que también era un peso para que ella pudiera estar ahí. Observó que estaba nerviosa y no dispuesta a contar la verdad por la que estaba pidiendo ayuda. Debía ser un asunto muy importante para ella, y por eso no era capaz de decirlo a todo el mundo, supuso en su cabeza mientras se dirigía a la joven nuevamente para hacerla sentir más tranquila. —Descuida, no debes contarme el motivo por el que te encuentras aquí. Perdona, he sido un poco indiscreto al formular la pregunta. Solo me parece un tanto raro que de pronto estés aquí, y si necesitas quedarte, hazlo el tiempo que necesites. Desde ya, estás en tu casa. Dime todo, le haré saber a la mucama para que te prepare una habitación. —No, es decir, siento que debo contarte el motivo por el que m
Lo único que le preocupaba era cómo su hija podía tomarse las cosas, sabía que jamás Alicia iba a permitir que su padre estuviera con su amiga. Iba a ser todo un escándalo para ella y un golpe muy duro, pero pensar de esa forma era precipitarse a un hecho que ni siquiera había ocurrido. Pero él se aferraba a esa fiesta en la que vio a la muchacha por última vez, con ese hermoso vestido que la hacía ver de más edad y mucho más madura de lo que era en realidad, con todo ese pelo cayendo sobre sus hombros, el escote precioso en su pecho y sus ojos fijos en él. Es que esa noche él tampoco pudo quitarle los ojos de encima, y ella menos, pero ninguno se dijo nada salvo un cruce de palabras que se limitaron a un saludo inicial. Para él no era ningún secreto que ella estaba interesada en él. Y aunque no se lo hubiera dicho nunca, él podía darse cuenta de eso en sus ojos, y era lo único que, además de su timidez absoluta, lo convencía de poder tener la oportunidad de estar con ella como había