✧LUCAS✧Me rompió el corazón tener que echar a Jude de mi oficina de la manera en que lo hice. Él simplemente estaba llevando sus acusaciones contra Nathan demasiado lejos.Mis ojos aún picaban por todo el llanto que derramé después de gritarle que no tenía derecho a hablar de esa manera de Nathan, ya que él era un buen alfa y no se parecía ni un poco al maldito de Mads.Después de la visita que Jude me hizo en la oficina esta mañana, en la que mi mejor amigo hablaba mal de Nathan frente a mí, me tomé una hora libre antes de atender a un par de pacientes y luego me dirigí a casa sin darle muchas explicaciones a Amelia.Lo más probable es que ella ya estuviera al tanto de la conversación que tuve con Jude, ya que hizo todos los arreglos para despejar mi agenda del día, e incluso me instó a tomarme el resto de la tarde libre.—Doctor, ya llamé a la doctora que lo reemplazará. Ella quiere venir esta tarde para ayudar, al parecer, se enteró de que tenemos bajo nuestro cuidado al chico Ome
LUCAS—Gracias por venir a estas horas... Siento haberte despertado —dije apenas abrí la puerta. Nathan se inclinó hacia mí y me dio un casto beso que me hizo sentir seguro ante la terrible situación que tendría que enfrentar cuando llegara a la clínica.—Gracias por llamarme —dijo Nathan como respuesta—. Jamás te habría perdonado que salieras solo a estas horas y tomaras un taxi. De ahora en adelante, pasaré mis noches aquí contigo.Esbocé una pequeña sonrisa de agradecimiento. La idea me conmovía. Y en el fondo, necesitaba de su protección para sentirme menos inquieto.—Gracias —dije, y ambos nos dirigimos a su vehículo.Una vez en camino hacia la clínica, Nathan me habló sobre la posibilidad de invertir en mi clínica a cambio de atención para sus trabajadores Omegas.Aquello sonaba fantástico. Darle atención de calidad a sus trabajadores a cambio de patrocinio era un trato justo para ambos.—Si es lo que deseas, estoy más que de acuerdo. Me vendría bien ampliar la clínica y consegu
LUCASPasé toda la tarde sumergido en mis propios pensamientos, apenas notando cómo la luz del día se desvanecía y daba paso a una noche tranquila, sin planes ni expectativas.Revisé mi teléfono celular esperando encontrar un mensaje de Nathan, pero aún no había señales de él. Lo más probable es que se quedara en su casa esa noche, así que decidí darme una ducha y ponerme mi pijama.Estaba a punto de asegurarme de que todas las ventanas estuvieran cerradas para retirarme a mi habitación, cuando de repente escuché el sonido del timbre. Miré por la mirilla y mi corazón dio un salto de emoción al ver a Nathan de perfil, de pie frente a mi puerta.Le abrí con una sonrisa de oreja a oreja, y como saludo de su parte, recibí un beso apasionado. Sus labios se encontraron con los míos con un deseo ardiente y sus brazos me envolvieron con pasión. Correspondí su beso con la misma intensidad, porque, Dios mío, cuánto lo deseaba...Nathan fue cuidadoso mientras nos adentrábamos en la casa y me apo
LUCAS—Cielo, ven a dormir, ya es tarde —susurró Nathan con voz cálida mientras rodeaba con ternura mi vientre de ocho meses, acercando su cuerpo al mío. Su presencia siempre me reconfortaba, pero en esta ciudad, donde el misterio y la inquietud se entrelazaban, su abrazo se volvía aún más imprescindible.Sonreí con amor ante la manera en la que me llamaba "cielo". Desde que nuestra relación había evolucionado, aquel apelativo cariñoso se había convertido en una muestra constante de su afecto por mí. Ahora éramos una pareja oficial, algo que ambos celebrábamos con orgullo.Como cada noche, me encontraba frente a la ventana, mi mano apartando la cortina blanca que apenas nos brindaba algo de privacidad. El vecindario residencial en el que vivíamos solía ser tranquilo y seguro, pero desde hace un par de semanas, una inquietante sensación de ser observado me atormentaba en mi propio hogar. Sin embargo, no quería preocupar a Nathan con eso; sabía que se pondría ansioso y tomaría medidas d
LUCAS—Muchas gracias, Jude. Lamento haberte llamado a estas horas —dije mientras avanzaba a paso rápido por el jardín delantero. La inquietud por el estado de Nathan me consumía por dentro.Mi mejor amigo, Jude, se apresuró a mi lado para acompañarme el resto del camino hasta su auto. El voluminoso vientre de mi última etapa de embarazo dificultaba mis movimientos, y agradecí su apoyo.—Lucas, no te preocupes por eso —me tranquilizó mientras me ayudaba a subir al asiento del copiloto—. Aunque debo admitir que tu llamada me tomó por sorpresa. Sonabas muy angustiado, ¿qué pasó?El suave roce de la mano de Jude sobre mi cabello me reconfortó ligeramente, disminuyendo mi tormento interno.—Nathan tuvo un accidente y lo llevaron al hospital de Med. Por favor, ¿puedes llevarme hasta allá?Jude asintió sin dudarlo.—Claro, te llevo. Pero dime, ¿qué tipo de accidente fue?Mientras formulaba su pregunta, se movió con agilidad hacia el otro lado del vehículo y se aseguró de que mi cinturón de
LUCASHan pasado dos días desde que a Nathan le dieron el alta luego del aparatoso accidente en el que se vio envuelto gracias a algún lunático que se dio a la fuga sin dejar rastro. En consecuencia, él tenía que seguir usando el cabestrillo en su brazo durante un par de semanas más, cosa que lo ponía un poco más irritable de lo usual cuando se trataba de las tareas del hogar.Miré por la ventana de la cocina hacia el pequeño patio de mi propiedad, sintiéndome particularmente nervioso hoy. Y para ser honestos, ¿quién no se sentiría así después de todas las emociones intensas con las que había tenido que lidiar durante las últimas semanas?—Desearía poder prepararte el desayuno, cielo —dijo el adorable e imponente alfa que tanto quería desde la mesa con un puchero en los labios—. Me siento como un inútil, sentado aquí sin hacer nada.Puse los ojos en blanco, pues, sabía que Nathan estaba tratando de ser amable, pero no me gustaba que se sintiera culpable por no poder hacer las cosas. M
NATHAN.—Rob, no olvides mi impresora y la laptop vieja que guardo en el tercer cajón de mi despacho —le recordé a mi joven asistente mientras continuaba empacando cajas con la eficiencia que siempre lo caracterizaba.Hoy, sentía un alivio especial. Finalmente, estábamos haciendo realidad mi decisión de trasladar mi lugar de trabajo a la casa de Lucas. Estar cerca de mi Omega, especialmente ahora que se encontraba en las últimas semanas de su embarazo, era crucial para mi tranquilidad y la suya.La tarde descendía sobre nosotros, y el sol arrojaba sus últimos destellos de calor antes de desaparecer en el horizonte. Casi habíamos terminado de empacar cuando recibí esa llamada.Era Julie.Un sobresalto recorrió mi cuerpo al ver su nombre en la pantalla. Julie rara vez me llamaba, a menos que fuera una emergencia relacionada con Lucas. La ansiedad me inundó mientras contestaba la llamada, y mi voz temblaba, presagiando lo peor.—¿Julie? ¿Qué sucede? —pregunté, tratando de ocultar mi crec
LUCASLos estridentes gritos, cargados de enojo, me sacaron de los brazos de Morfeo. De repente, me encontré en el suelo, acurrucado, dándoles la espalda a las dos personas que discutían acaloradamente al otro lado del pasillo.—¡Maldición! ¿Qué te pasó por la cabeza al traer a este Omega aquí? ¿Tienes idea de quién es?Esas palabras rompieron la niebla en mi mente. Mis recuerdos eran un caos, pero al menos sabía lo que estaba ocurriendo, aunque no tenía ni la menor idea de dónde me encontraba. Un escalofrío de horror recorrió mi cuerpo.No tenía ni idea de cuándo perdí el conocimiento, pero ahora estaba en ese rincón, siendo el espectador silencioso de una discusión que no hacía más que confundirme. El miedo me tenía atrapado en una pesadilla interminable.—Recuerde que fue usted quien me pidió encontrar a un Omega embarazado. Tanto usted como sus amigos querían algo diferente a los jóvenes Omegas de siempre —murmuró el hombre con frustración, su voz rebosante de rabia—. Lo he estado