Capítulo 384
El color único del jade era tan impresionante que, sin necesidad de un examen minucioso, ya superaba a cualquier otro jade existente.

Fidel se tambaleó inestable, su rostro enrojeciendo tanto que parecía que la sangre iba a brotar por sus poros. Solo apoyándose en una mesa cercana evitó caer al suelo. Con mano temblorosa señaló hacia el jade imperial verde:

—¿Un jade imperial verde de calidad suprema que aparece una vez cada siglo? ¿Cómo es posible? —balbuceó—. ¿Perdí? ¿Con un jade lavanda... perdí? ¡Jajaja... ¿perdí? ¡Es el destino, el maldito destino!

Fidel oscilaba entre la risa y el llanto, al borde de la locura. Para él, era como si el cielo mismo hubiera intervenido, colocando un tesoro centenario en una piedra de la zona económica de Faustino, aplastándolo con una diferencia sobrenatural.

—¿Cómo puede un mortal, sin importar su habilidad, luchar contra el cielo? —murmuraba al borde del delirio.

Yeison tembló como si un rayo hubiera golpeado su cuerpo obeso. Su rostro, blanco com
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