Carol
Una hora después ya había terminado, tomé un baño y llevando puesto un vestido veraniego un poco corto, pero cómodo, y unas sandalias. Recogí todo mi cabello negro y lacio, herencia de papá, en una coleta en lo alto de la cabeza y me dispuse a bajar a la cocina con ganas de beber algo frío, estaba sedienta.
Efectivamente, como sospechaba, detrás de las pequeñas puertas se encontraba una enorme cocina, decorada de blanco y marrón oscuro, como el resto de la casa.
Una gran encimera de mármol negro daba la bienvenida, con su horno, fogones correspondientes y pequeños taburetes de madera la rodeaban. Al otro lado de la cocina se encontraba una mesa de cristal con seis sillas que supuse era la mesa del comedor. Detrás de esta había dos puertas de cristal del techo al piso que daban a la terraza.
Un estante en lo alto de la pared de la cocina seguro que guardaba los vasos, así que me acerqué a tomar uno. Tuve que pararme en punta de pies para llegar al estante excesivamente alto. David era alto, pero no para tanto, ¿sería así de alto por Alex?
Luego abrí el refrigerador que se encontraba justo al lado. Para mi sorpresa, otra vez, «no paraban», estaba repleto de todo tipo de cosas: platos con carnes, fruta, verdura, cajas de jugo y leche, pequeñas botellas de agua mineral y mucha más comida deliciosa.
Tomé la caja de jugo, pero me quedé mirando las manzanas, pensando si también tomar una o no, cuando una voz un poco irritada habló a mis espaldas.
—Cuando te decidas a compartir el contenido del refrigerador me pasas una botella de agua, gracias.
Quedé paralizada, su voz juvenil, pero profunda me erizó la piel. Diez segundos después de procesar que aún tenía la cabeza dentro del refrigerador me volteé rápidamente, y quedé paralizada, una vez más, por lo que veían mis ojos.
Cuerpo escultural lleno de músculos y un abdomen de admiración con solamente un chort corto deportivo puesto. Metro ochenta y cinco de estatura y una cara que haría temblar las rodillas de cualquier chica. Ojos verdes como las piedras jade, piel blanca pero un poco bronceada por el sol, un pelo castaño hondeado despeinado. Cuerpo sudado agarrando una pelota de baloncesto a la cadera, y un entrecejo profundamente fruncido.
«Dios, ¿este monumento es Alex? ¿Este dios griego es mi hermanastro?»
Joder, pues lo iba a tener difícil.
—Pe… perdona yo ya había terminado —dije, medio tartamudeando.
—¿Se puede saber quién eres y que haces en mi cocina? —La clara desconfianza y amenaza en su voz.
—Soy... —Quedé interrumpida por David que aparecía por las puertas en ese justo momento junto a mi madre.
—Alex, veo que ya conociste a Carol, ella es la hija de Lara. Te dije ayer que venían hoy, ¿recuerdas? —habló David animadamente.
—Claro, se me había olvidado. Hola Carol, bonito nombre. —Su rostro se transformó de repente, captando la idea de quienes éramos las extrañas en su cocina.
Su boca mostró una sonrisa ladina y diversión en sus ojos. Su rostro cambió radicalmente de ceño fruncido a diversión en nanosegundos. No sé por qué ese gesto me dio mala espina, muy mala.
—Hola Alex, yo soy Lara, es un gusto poder conocerte al fin. David me ha hablado mucho de ti. —Se presentó mamá con emoción y un poco de nervio, extendiendo la mano.
—Lara, también he escuchado de ti —respondió irónico, sin estrechar la mano de mi madre, ignorando el gesto deliberadamente. Ahora en su mirada ya no estaba la diversión como cuando me habló, sino enfado e irritación.
—Alex, ya que vas de salida para el entrenamiento de fútbol, ¿por qué no llevas a Carol contigo? Así le enseñas la zona y el camino a la escuela —recomendó David, con una tos poco disimulada. También notó la mirada que su hijo le lanzaba a mi madre, el ambiente incómodo que se formaba a nuestro alrededor.
—Claro, ¿lista Carol? —preguntó sin mirarme, levantando una de sus cejas. Puse la caja de jugo y el vaso encima de la encimera. Al parecer me iba a tener que quedar con las ganas de beber algo refrescante.
—Sí, déjame buscar mi teléfono y nos vamos. —Salí prácticamente corriendo de la cocina.
«Menudo ambiente de tensión y miradas raras se había formado.»
Algo me decía que no le caíamos muy bien a Alex, pero lo comprendía. Si a mi casa llegaran dos extrañas con maletas, yo tampoco andaría de rositas.
Al bajar la escalera ya lista, me lo encontré esperando en la puerta abierta, y para mi decepción se había puesto una camiseta.
«¿En serio, Carol?»
Miraba algo en su teléfono con tal fijación que parecía lo quería partir en dos, a la vez que tecleaba con sus dos pulgares en la pantalla táctil. Llegué a su lado silenciosa, esperando por él, a que terminara. Pero cuando concluyó su tarea salió de la casa ignorándome. Imbécil.
Bajamos hasta llegar al garaje donde se encontraban aparcados dos autos, uno azul y otro negro, marca 'Audi' al parecer, y una moto negra y roja que seguro era de Alex.
Subimos al auto negro, por supuesto ese era el suyo, y en lo que íbamos saliendo hacia la calle no pude evitar mirar la postura tan confiada y cómoda con que manejaba, se veía tan… sexy. Alex volteó la cabeza en el momento justo que lo observaba y para mi vergüenza comenzó a reír.
—Bien, nueva hermanita, hay dos cosas que te quiero dejar bien claras. —Miraba fijamente la carretera mientras iba conduciendo.
Tragué en seco esperando.
—La primera, nunca entres a mi habitación, ni siquiera se te pace por la mente llamar a la puerta. Es mi lugar privado y solo yo decido quien entra y quién no, ¿bien? —Solo pude asentir. Tenía razón lógica, yo tampoco quería que extraños vieran mis cosas privadas.
—Y la segunda, no te enamores de mí porque vas a sufrir. Es una garantía que viene conmigo. —¿Qué?
Pausa aquí, lo miré con los ojos bien abiertos del asombro. Menudo idiota, ¿quién le dijo que me iba a enamorar de él?
—¿No crees que te lo tienes demasiado creído? —No pude evitar decirle.
—Solo es una advertencia hermanita, para prevenir. —Pude notar la burla en cada una de sus palabras.
—Bien, por mí no hay ningún problema, puedes estar tranquilo. Respetaré tus reglas —dije, mientras miraba por la ventanilla. Para lo que le importa él, o sea eso, nada.
—Esto va a ser muy divertido —habló bajito para sí mismo, pero lo pude escuchar perfectamente.
—Claro que sí. —Bufé una risa.
—Bienvenida a la familia nueva hermanita. —La sonrisa socarrona presente en su cara. Al parecer esto era característico en él, esa sonrisa de sabelotodo−dios baja bragas−imbécil−creído−niño mimado, la lista no para.
Esa dichosa sonrisa prometía muchos problemas, ¡Ay Dios!
CarolBien, esto es lo que sé de la familia Cox según me contó mi madre y Google, no pude evitar buscar información sobre él.«Oye, es lógico.»Si tu madre comienza a verse con un hombre, cualquiera en mi lugar hubiera buscado los trapos sucios o cadáveres en el armario, ¿verdad?¿Cómo se llegaron a conocer David y mamá?Pues, al igual que mostraba la fotografía que vi en la pared de las escaleras, David Cox estuvo casado con Anna Weitz. Si, la heredera de la gran fortuna Weitz, empresas, hoteles, restaurantes, todo cuanto poseían sus padres, los cuales fallecieron hace mucho tiempo.Durante veinte y dos años estuvieron casados, su amor venía desde la universidad, pues ambos estudiaban medicina. Cuando llevaban siete a&ntild
AlexQuerido hijo de puta:Buena entrada para esta mierda de diario que me ha regalado mi padre, junto a la emocionante noticia, «nótese el sarcasmo, por favor», de que se va a casar de nuevo.Bien, hagamos una pausa aquí. Soy Alexander Cox, Alex, hijo de David Cox y Anna Weitz.Esa es mi madre, solo esa y nadie más. Murió hace solo dos años, dos jodidos cortos años. ¿Y David ya está pensando en su próximo coño?Joder, lo quería matar, lo quería malditamente asfixiar con mis propias manos. Pero además de eso, las trae a vivir a la casa, y tiene la desfachatez de comunicármelo una semana antes.«Lindo.»Sé quiénes son esas dos, sé lo que quieren, sé por qu&eacu
Carol—Y esta es la Biblioteca, aquí vienen los alumnos a leer, estudiar, buscar información, tanto en los libros como en las computadoras —dijo Betty, mientras pasábamos delante de unas enormes puertas de madera y seguíamos caminando por un largo pasillo que daba al estacionamiento.Así culminaba nuestro recorrido por este laberinto al que llamaban escuela. Me había perdido en el tercer edificio, cuando mi memoria dejó de recordar después del aula número mil. Lo bueno de esto es, que el último año tenía su propio edificio aparte, con todas las clases y aulas de especialización en el mismo lugar.Pero la verdad es que esta escuela era una maravilla, lo tenía todo, desde laboratorios físicos y químicos hasta aulas de música, arte y pintura, campo de fút
CarolLunes, 7 de septiembre de 2015.Llegó el lunes, primer día de escuela, el comienzo del nuevo curso escolar y mi entrada a la famosa y privada preparatoria 'Victory High School'. Y si, tal y como había dicho Alex, teníamos que usar uniforme. En mi otra escuela cada cual asistía con la ropa de su gusto y preferencia, y lo que se podían permitir también, pero aquí el uniforme era obligatorio.Ayer en la mañana se presentó en casa una diseñadora profesional para tomarnos medidas a Alex y a mí, y ya en la noche nos había llegado el paquete con los uniformes listos para hoy. Eso es lo que hace el poder del dinero, me imagino.Mi madre y David decidieron acompañarme para estar presentes cuando fuera a ver al director. Les dije un millón de veces que no era necesario, per
CarolMiércoles, 9 de septiembre del 2015.Alex y yo llegamos a casa a las cinco de la tarde. Tendría que buscar una alternativa a esto de ir y venir en su auto, hoy tuve que esperar una hora a que terminara lo que sea que estuviera haciendo para podernos ir.Entramos a la casa y cada uno fue a su habitación sin decirnos ni una sola palabra, ni en el camino hacia la escuela, ni cuando veníamos, nada. Si no lo hubiese conocido antes y escuchado hablar diría que era mudo. Así de linda era nuestra relación de "hermanos".El tipo era un idiota total, pero tendría que hacer un esfuerzo e intentar entablar lo más básico y parecido a una amistad por el bien de la relación de mi madre con David.Saqué mi tarea de la mochila y noté que mi teléfono seguía aún
CarolLunes, 21 de septiembre de 2015.—¿Vas a ir a la fiesta de este fin de semana en la casa de Lucas? —preguntó Betty mientras hacíamos abdominales en el suelo al conteo de Sahara.—¿Quién es Lucas? —No iría a una fiesta sin saber quién era el anfitrión.—Es el delantero del equipo de fútbol. ¿No lo sabías? —La incredulidad plasmada en su expresión.Llevaba dos semanas en esta escuela, obvio no sabría quién era cada integrante del último año. Dos semanas de progreso, de conocer y adentrarme en este mundo tan desconocido e incómodo para mí.A veces iba caminando por los pasillos y con solo mirar las bien pintadas paredes, los casilleros nuevos y el suelo de mármol, me sentía tan fuera de lugar, incorrecta y cohibida. Pensaba en mi antigua escuela
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AlexSábado, 26 de septiembre de 2015.Odio limpiar la piscina, es la tarea de la casa que menos me gusta, y justo por esa razón mi padre me obliga a hacerlo todos los meses. La piscina del patio trasero no es demasiado grande o profunda, pero aun así lo suficientemente grande para que demore más de dos horas limpiándola. Esta tarea perfectamente la puede hacer el chico que viene a podar el césped todos los fines de semana, pero el jodido David se divierte viéndome fregar el suelo como una mucama.Derek no podía ayudarme esta vez, así que le pedí ayuda a Carol. Me sorprendió cuando no solo descubrió mi intento de un baile con ella para pedirle el favor, sino que, manipuló la situación a su favor para ayudar a Betty y fastidiarle el plan a Derek. Quedé gratamente sorprendido, y curioso por saber hasta dónde es capaz de llegar esa mente lis