CapítuloEl despertar de FernandoFernando se despertó sobresaltado, con el corazón latiendo rápido y la imagen de Natalia invadiendo su mente. Desde que ella se había ido, sus noches eran un caos de sueños rotos y culpas que lo perseguían como sombras. La fotografía que ella dejó sobre la mesa seguía allí, como un recordatorio constante de lo que había perdido y de la promesa de buscar respuestas.Aquella mañana, la desesperación llegó a un punto de quiebre. No podía seguir permitiendo que las dudas y la impotencia lo consumieran. Tenía que empezar a mover las piezas del rompecabezas que lo atormentabaLa búsqueda inicialSalió de casa y revisó su camión con una mezcla de urgencia y esperanza, buscando el celular que había perdido la noche en que Tiago fue hospitalizado. Escarbó entre los compartimentos, revisó el asiento trasero, incluso se agachó para inspeccionar el piso. Nada.Con un resoplido frustrado, decidió ir al cuartel de bomberos. Quizás alguno de sus compañeros lo había
El enfrentamiento definitivoFernando respiraba profundamente mientras sostenía su celular recién recuperado, intentando mantener la calma ante la tormenta de emociones que lo atravesaba. Melisa permanecía a su lado, con el ceño fruncido, mientras Thiago, sentado frente a ellos, parecía más molesto que arrepentido.—¿Sabes qué? —soltó Thiago, rompiendo el silencio con voz desafiante—. No aguanto más a Javier. Siempre me está encima, exigiéndome que estudie, que trabaje. ¡Como si yo no pudiera hacer mi vida a mi manera!Melisa lo miró con incredulidad, pero Thiago no se detuvo.—Fernando siempre fue diferente. Él nunca me trató así, nunca me mandó a ganarme la vida como hace Javier. ¡Siempre quiere que sea perfecto!—Javier lo hace porque quiere lo mejor para ti —intervino Melisa, con un tono firme y cansado a la vez—. No te exige porque no te quiera, Thiago. Te exige porque sabe que no puedes vivir de la comodidad para siempre.Thiago resopló, pero antes de que pudiera responder, Fern
Un amor en las sombrasFernando se recostó en el sillón de la sala, con la mirada perdida en el techo. Afuera, el sol se escondía lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, un espectáculo que normalmente encontraba reconfortante. Pero ahora, esos colores no significaban nada.Desde que Natalia había desaparecido de su vida, las horas, los días y las semanas se sentían interminables. Era como si el tiempo hubiera perdido su propósito. Por las mañanas, iba al cuartel, daba las charlas de prevención que le habían asignado, y volvía a casa. Las emergencias habían disminuido, algo que debería llenarlo de alivio, pero en realidad solo le daba más tiempo para pensar, para revivir cada error, cada momento en el que falló como pareja."Debería haber sido sincero desde el principio", pensaba, golpeándose mentalmente una y otra vez. Sabía que, si hubiera tenido el valor de mostrarle al mundo lo que Natalia significaba para él, nada de esto habría pasado. En lugar de eso, la esc
Adiós al amor que nunca fueNatalia se recostó en su cama con los ojos fijos en el techo, mientras la pantalla de su celular, abandonado a su lado, seguía encendida. El mensaje que había enviado a Fernando apenas unas horas atrás seguía allí, marcado como "visto", pero sin respuesta."Fernando, lo siento por todo. Perdóname si he dudado, pero quiero que sepas que te amo. Estoy dispuesta a esperarte."Había escrito esas palabras desde lo más profundo de su corazón, intentando comprender las barreras que él parecía incapaz de derribar. Había intentado ser paciente, comprensiva, incluso cuando sentía que ella misma era la que estaba poniendo más esfuerzo en la relación. Pero al final, siempre fue él quien tuvo el control. La mantenía en secreto, escondida, como si su amor fuera algo que no valía la pena mostrar al mundo.Y ahora, esa foto…Cuando su celular vibró con una notificación, el corazón de Natalia dio un vuelco. Por un instante, pensó que Fernando finalmente había decidido habla
La fuerza de una despedidaNatalia terminó de cerrar su última maleta mientras Flor la miraba con una mezcla de tristeza y orgullo. Era difícil ver a su mejor amiga partir, pero también entendía que necesitaba ese cambio. Natalia era una mujer fuerte, una "pequeña gigante", como todos solían decirle. Y esa fuerza se reflejaba ahora más que nunca en su decisión de dejar atrás a Fernando y todo lo que él representaba.—¿Estás segura de que no quieres quedarte un poco más? —preguntó Flor, con una leve esperanza de que Natalia cambiara de opinión.—No, Flor. Ya no hay nada para mí aquí. —Natalia suspiró profundamente—. Lo que pasó con Fernando... me destruyó, pero también me abrió los ojos. No puedo quedarme en un lugar donde todo me recuerda su falsedad.Flor asintió. Sabía que no había forma de convencerla, y tampoco quería hacerlo. Si alguien conocía la historia de Natalia y Fernando, era ella. Había sido testigo de los altibajos, de los momentos felices y de las lágrimas que Natalia h
Una Navidad para RecordarFlor siempre había amado la Navidad. Ese año, la casa estaba más hermosa que nunca, luces brillando en cada rincón, un árbol imponente decorado por sus propias manos , y el aroma de la cena recién preparada flotando en el aire . Aunque estaba en las últimas semanas de su embarazo , había insistido en recibir a su familia y amigos en casa . Gabriel , su esposo, había protestado al principio , preocupado por su estado , pero finalmente cedió.La noche avanzaba con risas y brindis . Flor sentía que todo estaba en su lugar. Fernando y Natalia habían llegado temprano , ayudando con los últimos detalles . Aunque decían ser solo amigos , Flor no era tonta . Había algo en la forma en que se miraban , en cómo sus gestos parecían complementarse sin esfuerzo . Pero no dijo nada; sabía que, cuando estuvieran listos, contarían la verdad.Estaba sentada en el sillón , disfrutando de una conversación ligera esperando a Papá Noel y algunos invitados, cuando sintió la prime
Capítulo Fernando cuenta la verdad La noche era tranquila, pero en el interior de la casa de Flor y Gabriel se sentía una tensión contenida. Fernando estaba sentado en el sillón, cabizbajo, con los ojos fijos en sus manos. Gabriel, a su lado, lo miraba con una mezcla de paciencia y preocupación. Flor, aunque en silencio, se mantenía en la cocina, aparentemente ocupada, pero atenta a cada palabra que Fer estaba por decir.—No sé ni cómo empezar —murmuró Fernando, rompiendo el silencio.—Empieza por la verdad, Fer. Siempre es lo mejor —le animó Gabriel, manteniendo un tono calmado.Fernando asintió, tragó saliva y comenzó a hablar.—Todo comenzó esa noche, cuando llevé a Natalia a su casa después del cumpleaños de los mellizos. Íbamos en el auto, y me dijo cosas que todavía no puedo sacarme de la cabeza. Me preguntó si alguna vez había pensado en cómo se sentía ella… en cómo mi miedo al qué dirán la estaba afectando.Hizo una pausa, recordando la intensidad de aquel momento.—No supe
La partida a la costa Naty estaba sola en la terminal de autobuses, con la mirada fija en la puerta de entrada. El reloj marcaba las 01:45, y aunque el autobús no partiría hasta las 02:30, sentía que cada segundo pesaba más que el anterior. La soledad se le antojaba un castigo, pero también una liberación que aún no comprendía del todo.El aire frío de la madrugada se colaba por las ventanas, pero nada podía compararse con la frialdad que había sentido al recibir aquella foto, acompañada de un mensaje que no dejaba lugar a dudas. Fernando había elegido a esa mujer, la misma que en tantas ocasiones le había jurado detestar."Es increíble cómo alguien puede hablar tanto de un daño irreparable y luego correr hacia él", pensó Naty, apretando los labios para contener el nudo que amenazaba con ahogarla.Sabía que Fernando no aparecería, pero no podía evitar imaginarlo. Un destello de esperanza, por pequeño que fuera, seguía ahí, alimentándose de la idea de que él cruzara la puerta, la mir