La fuerza de una despedidaNatalia terminó de cerrar su última maleta mientras Flor la miraba con una mezcla de tristeza y orgullo. Era difícil ver a su mejor amiga partir, pero también entendía que necesitaba ese cambio. Natalia era una mujer fuerte, una "pequeña gigante", como todos solían decirle. Y esa fuerza se reflejaba ahora más que nunca en su decisión de dejar atrás a Fernando y todo lo que él representaba.—¿Estás segura de que no quieres quedarte un poco más? —preguntó Flor, con una leve esperanza de que Natalia cambiara de opinión.—No, Flor. Ya no hay nada para mí aquí. —Natalia suspiró profundamente—. Lo que pasó con Fernando... me destruyó, pero también me abrió los ojos. No puedo quedarme en un lugar donde todo me recuerda su falsedad.Flor asintió. Sabía que no había forma de convencerla, y tampoco quería hacerlo. Si alguien conocía la historia de Natalia y Fernando, era ella. Había sido testigo de los altibajos, de los momentos felices y de las lágrimas que Natalia h
Una Navidad para RecordarFlor siempre había amado la Navidad. Ese año, la casa estaba más hermosa que nunca, luces brillando en cada rincón, un árbol imponente decorado por sus propias manos , y el aroma de la cena recién preparada flotando en el aire . Aunque estaba en las últimas semanas de su embarazo , había insistido en recibir a su familia y amigos en casa . Gabriel , su esposo, había protestado al principio , preocupado por su estado , pero finalmente cedió.La noche avanzaba con risas y brindis . Flor sentía que todo estaba en su lugar. Fernando y Natalia habían llegado temprano , ayudando con los últimos detalles . Aunque decían ser solo amigos , Flor no era tonta . Había algo en la forma en que se miraban , en cómo sus gestos parecían complementarse sin esfuerzo . Pero no dijo nada; sabía que, cuando estuvieran listos, contarían la verdad.Estaba sentada en el sillón , disfrutando de una conversación ligera esperando a Papá Noel y algunos invitados, cuando sintió la prime
Capítulo Fernando cuenta la verdad La noche era tranquila, pero en el interior de la casa de Flor y Gabriel se sentía una tensión contenida. Fernando estaba sentado en el sillón, cabizbajo, con los ojos fijos en sus manos. Gabriel, a su lado, lo miraba con una mezcla de paciencia y preocupación. Flor, aunque en silencio, se mantenía en la cocina, aparentemente ocupada, pero atenta a cada palabra que Fer estaba por decir.—No sé ni cómo empezar —murmuró Fernando, rompiendo el silencio.—Empieza por la verdad, Fer. Siempre es lo mejor —le animó Gabriel, manteniendo un tono calmado.Fernando asintió, tragó saliva y comenzó a hablar.—Todo comenzó esa noche, cuando llevé a Natalia a su casa después del cumpleaños de los mellizos. Íbamos en el auto, y me dijo cosas que todavía no puedo sacarme de la cabeza. Me preguntó si alguna vez había pensado en cómo se sentía ella… en cómo mi miedo al qué dirán la estaba afectando.Hizo una pausa, recordando la intensidad de aquel momento.—No supe
La partida a la costa Naty estaba sola en la terminal de autobuses, con la mirada fija en la puerta de entrada. El reloj marcaba las 01:45, y aunque el autobús no partiría hasta las 02:30, sentía que cada segundo pesaba más que el anterior. La soledad se le antojaba un castigo, pero también una liberación que aún no comprendía del todo.El aire frío de la madrugada se colaba por las ventanas, pero nada podía compararse con la frialdad que había sentido al recibir aquella foto, acompañada de un mensaje que no dejaba lugar a dudas. Fernando había elegido a esa mujer, la misma que en tantas ocasiones le había jurado detestar."Es increíble cómo alguien puede hablar tanto de un daño irreparable y luego correr hacia él", pensó Naty, apretando los labios para contener el nudo que amenazaba con ahogarla.Sabía que Fernando no aparecería, pero no podía evitar imaginarlo. Un destello de esperanza, por pequeño que fuera, seguía ahí, alimentándose de la idea de que él cruzara la puerta, la mir
Naty llegó a la ciudad costera con una sensación extraña, una mezcla de incertidumbre y libertad. No sabía por dónde empezar, pero algo en su interior le decía que no podía quedarse parada, que debía caminar, explorar, dejar que el aire salado del mar borrara un poco del peso que aún cargaba en el pecho. No tenía un plan claro, pero eso ya no importaba. Estaba allí, y eso ya era un comienzo.El primer hotel que encontró era sencillo, de esos pequeños lugares que no destacaban en la ciudad pero que tenían algo acogedor en su simplicidad. Se registró y decidió tomarse unos días para conocer la ciudad, despejar la mente y, sobre todo, alejarse de todo lo que le recordaba a Fernando. Necesitaba desconectar, redescubrirse, y darle espacio a ese dolor para que no se apoderara de ella por completo.Así comenzó su recorrido por la costa, caminando sin rumbo fijo, dejando que la brisa marina despejara sus pensamientos. El mar parecía tener una magia propia, capaz de calmar el alma en su vasted
Capitulo Un brillo especial Unos días después, Naty decidió ir al supermercado a comprar algo de provisiones. La ciudad costera había comenzado a sentirse como su hogar, y aunque aún era todo nuevo para ella, ya encontraba un pequeño consuelo en su rutina diaria. Mientras recorría los pasillos, se cruzó con una señora mayor que estaba mirando con atención los productos en las estanterías. La mujer, al verla, se detuvo y la observó fijamente por unos segundos, como si algo en ella llamara su atención."Qué bonita eres, hija", dijo la señora con una sonrisa cálida. "Tienes un brillo especial, algo que ilumina el lugar."Naty, sorprendida por el comentario, se sonrojó ligeramente. "Gracias", respondió con una sonrisa tímida, sin saber bien qué decir. Pero la señora no parecía querer dejar la conversación ahí. Se acercó un poco más, y con una mirada astuta, le preguntó:"¿Cuántos meses de embarazo tienes, querida?"Naty no pudo evitar reírse, pensando que la señora había cometido un pequ
Naty buscando trabajo Al día siguiente, Naty recordó la clínica que Mariana le había mencionado durante su charla en el restaurante. Decidió acercarse para conocer el lugar, más por curiosidad que por otra cosa, pero también con la esperanza de encontrar un propósito en esta nueva etapa de su vida. La pequeña clínica estaba ubicada en un rincón tranquilo de la ciudad, rodeada de árboles y con un aire acogedor que la hizo sentir a gusto desde el primer momento.Al entrar, fue recibida por una recepcionista sonriente que parecía estar acostumbrada a tratar con todo tipo de personas. Cuando Naty explicó que era ginecóloga y que había escuchado que buscaban personal, la reacción fue inmediata. "¡Qué alegría que hayas venido!", exclamó la recepcionista. "Siempre estamos buscando médicos comprometidos. Estoy segura de que te van a recibir con los brazos abiertos."Después de una breve charla con el director de la clínica, Naty supo que había encontrado un lugar donde podría encajar. El am
Tocando fondo Fernando se sentía como un barco a la deriva. Cada día era más difícil levantarse, más complicado enfrentarse al espejo y reconocer al hombre que había sido. El trabajo como bombero, que alguna vez fue su orgullo, ahora se convertía en una carga que apenas podía soportar. Había comenzado a faltar a sus turnos, justificándose con excusas débiles que apenas sostenían la paciencia de sus superiores. Sus compañeros notaban el cambio, pero nadie lograba llegar hasta él. Fernando estaba hundido en un abismo, y cada intento de salir parecía empujarlo más hacia el fondo.El alcohol se convirtió en su refugio. Cada noche, al llegar a casa, abría una botella para acallar la culpa, el dolor y los recuerdos que lo atormentaban. Pero el alivio era efímero, y al día siguiente solo quedaban el cansancio y el vacío. Su casa, que antes era su refugio, ahora era un recordatorio constante de su soledad y sus errores. La foto de Natalia en su teléfono era una tortura que no podía evitar mi