Capitulo 23 El cumpleaños de Gabriel El 22 de noviembre había amanecido tranquilo, como cualquier otro día. Florencia y Dylan estaban emocionados porque pasarían la mañana en la escuela y Gabriel parecía más relajado que de costumbre. Lo que él no sabía era que habíamos planeado algo especial. Gracias al abogado Javier, supe que era su cumpleaños. Por alguna razón, Gabriel no quiso mencionarlo, tal vez porque no lo veía importante o porque no quería llamar la atención. Pero en esta casa, nadie podía pasar un día tan especial como uno más del calendario.Con las chicas de la escuela organizamos una merienda sorpresa. Queríamos hacer algo sencillo, pero lleno de significado. Los niños ayudaron con entusiasmo, especialmente Florencia, que puso todo su empeño en decorar la cartulina que habíamos preparado como regalo principal. En ella, todas las manitos de los niños de la escuela estaban estampadas en colores vivos, como si fueran un arcoíris de cariño. No podían faltar las de Dylan y F
Capitulo 21 Una declaración inesperadaEl sol de la tarde iluminaba tenuemente la calle principal del barrio.Gabriel salió de la farmacia con Florencia en brazos, mientras ella jugueteaba con las puntas de su cabello, ajena al torbellino de emociones que lo acompañaba. Habían pasado seis días desde aquel enfrentamiento con Rosa, la abuela de Florencia, y aunque la situación seguía siendo incómoda, él se esforzaba por mantener la calma.Yo caminaba a unos metros de distancia, observando la escena con cierto nerviosismo.Mi cumpleaños era mañana, y estaba planeando un fin de semana con mis padres y amigos en casa. Sin embargo, lo que realmente me inquietaba era cómo recibirían la noticia de que Gabriel y Florencia estaban viviendo conmigo.Había intentado justificarlo diciendo que solo estaba ayudando a Gabriel a recuperar a su hija, pero la verdad era más complicada.No era solo ayuda. Los quería. Los necesitaba en mi vida.Mientras me acercaba, vi cómo Rosa se plantaba frente a Gabr
Capítulo 22 Lo que no quiero perderSalir de la farmacia con Florencia en brazos debería haber sido una tarea sencilla. Solo teníamos que comprar lo necesario y volver a casa. Pero en mi vida nada parecía ser sencillo últimamente. Sentía la mirada de los vecinos sobre mí, sus cuchicheos detrás de las ventanas. No me importaba lo que pensaran de mí. Pero sí me importaba lo que pensaran de ella.Florencia jugaba con mi cabello, ajena a todo. Su risa suave era mi único consuelo en esos días tan turbulentos. Su confianza en mí, tan pequeña, tan pura, me daba fuerzas para seguir enfrentando a quien fuera. Pero no esperaba ver a Rosa ahí, en la salida de la farmacia, como un lobo esperando a su presa.Me detuve en seco cuando se plantó frente a nosotros. Florencia se tensó en mis brazos, como si sintiera la energía de su abuela y me agarró con más fuerza. Rosa no tardó en soltar su discurso lleno de reproches y acusaciones. Su intención era evidente: hacerme sentir que yo era un padre inca
Capítulo 23vUna noche de revelaciones—Perdón por lo del beso de antes —murmuro mientras se revolvía el cabello con nerviosismo, buscando alguna manera de romper la tensión. Me sentía vulnerable, expuesto. Flor me miraba con una mezcla de arrepentimiento y algo que no lograba descifrar del todo.—Fue… cosa de Manuel, creo.Mi primera reacción fue una sonrisa. No de burla, sino de agradecimiento. Ese beso, aunque inesperado, había sido un bálsamo para mi alma. No tenía palabras para expresar lo que sentía. Quizá no las necesitaba. Su mirada ya lo decía todo. Entre nosotros había algo, algo que crecía en silencio, una conexión que ninguno se atrevía a nombrar.Por un momento pensé que el día finalmente nos daría un respiro, pero entonces ocurrió lo inevitable. Rosa llegó a la casa. Con su entrada, la calma que habíamos conseguido se desmoronó como un castillo de naipes.—Te traje un té frío —le dije mientras dejaba la taza frente a ella en la sala. Había preparado café para Flor y para
Una noche de revelaciones (desde la perspectiva de Flor)Cuando Gabriel entró a la sala con esos shorts de dormir y sin camiseta, sentí que el aire en mis pulmones se detenía por un instante. No era Manuel. No tenía su mirada ni su sonrisa, pero había algo en él que me hacía sentir segura. Tal vez era la manera en que tomaba las riendas en las situaciones difíciles, o el hecho de que compartíamos un dolor que nos unía. No sabía qué era, pero esa noche, en su compañía, el peso de Rosa y sus comentarios no parecía tan asfixiante.El sarcasmo había sido mi única defensa.—¡Mi amor, aquí está tu otra suegra, puedes venir!Pero cuando Gabriel apareció, seguro y tranquilo, casi me arrepentí de haber intentado bromear. Sentía mis mejillas ardiendo, consciente de su presencia de una manera que no quería admitir.Logramos acomodar a Rosa en el living, aunque su mirada fría y calculadora dejó claro que no se daría por vencida. Aun así, cuando cerré la puerta del cuarto y vi a Gabriel acercarse
Capítulo 25 Un amanecer distintoEl amanecer se coló a través de las cortinas, anunciando un nuevo día. Me desperté lentamente, consciente del calor que me envolvía. Gabriel estaba a mi lado, aún dormido, y aunque su presencia debería haberme incomodado, no lo hizo. En su abrazo encontré algo que había creído perdido: paz.Pero la calma no duró mucho. La puerta se abrió de golpe, y Rosa irrumpió en la habitación con una bandeja en las manos. "Buen día", dijo con un tono que no intentaba esconder su desaprobación. Al vernos abrazados, su expresión se endureció.—¿Se levantan ya o prefieren seguir fingiendo que todo esto es normal? —espetó, dejando la bandeja sobre la cómoda con un golpe seco.Me incorporé rápidamente, intentando ocultar el desconcierto. Gabriel se quedó inmóvil, como si aún procesara la situación. Decidí tomar las riendas.—Señora Rosa, no se hubiera molestado —dije con una sonrisa amable, tomando una taza de café de la bandeja—. Gracias por el detalle.Gabriel me mir
Capítulo 26 Una promesa entre dos mundosEl día amaneció con una claridad que hacía tiempo no veía. Había algo en el aire, una calma extraña que contrastaba con el torbellino de emociones que llevaba dentro. Hoy no era un día cualquiera: era el cumpleaños de Flor. Cumplía 35 años, y aunque sabía que la fecha podría traerle recuerdos agridulces, también estaba decidido a que este fuera un día especial.Mientras preparaba un café en la cocina, mi mente volvía una y otra vez a Manuel. Su presencia era tan palpable como la culpa que me acompañaba desde que Flor y yo empezamos a construir algo juntos. Manuel había sido su esposo, el padre de Dylan, y un hombre que, según todas las historias que Flor me contaba, la había amado con un fervor que yo solo podía admirar.Me llevé la taza a los labios, buscando consuelo en el calor del café. Luego, como si una fuerza invisible me empujara, caminé hacia el pequeño jardín trasero. Allí, bajo el cielo despejado, encontré un rincón tranquilo donde
Capítulo 27 Promesas al amanecerEl amanecer se asomaba tímido entre las cortinas de la habitación. El día anterior había sido intenso, lleno de emociones inesperadas y decisiones valientes. Gabriel despertó con Flor acurrucada a su lado. La respiración tranquila de ella lo llenaba de paz. Era la primera vez en meses que sentía un rayo de esperanza atravesar la pesada capa de culpa y soledad que lo había envuelto desde la pérdida de Andrea.Desvió la mirada hacia los pequeños cuerpos dormidos en las camas al otro lado de la habitación. Florencia abrazaba un osito de peluche desgastado que Andrea le había regalado antes de partir. Dylan, con su cabello alborotado y las cobijas revueltas, parecía tan indefenso pero tan lleno de vida. Gabriel sonrió con ternura. Esa imagen era un recordatorio de lo que realmente importaba.En el silencio de la madrugada, las voces del día anterior resonaban en su mente. La propuesta de matrimonio había sido tan natural como inesperada. Aunque los padres