Un Encuentro Inesperado
Flor dejó escapar un suspiro mientras terminaba de acomodar los juguetes de Dylan y Florencia en la sala. Los niños ya estaban dormidos, y el silencio de la noche le daba la oportunidad de procesar lo ocurrido horas atrás. Su mente regresó al lobby del hotel, donde había tenido que enfrentarse a Rosa, esa mujer que parecía empeñada en enredarles la vida. Gabriel había propuesto pasar por el hotel antes de llevar a los niños a la guardería. Era un simple desvío para recoger unos documentos, pero Flor no había anticipado que ese "simple desvío" acabaría poniéndola en una situación tan incómoda. El momento estaba grabado en su mente con claridad. Rosa, de pie junto al mostrador de recepción, con ese porte que siempre parecía diseñado para intimidar. Su cabello perfectamente peinado, su ropa impecable, y esa mirada que la recorría de pies a cabeza, como si fuera una amenaza o una competencia. Flor sabía que Rosa nunca aceptaría que alguien más formara parte de la vida de Gabriel, y menos alguien como ella. —Qué coincidencia verte aquí, Gabriel —había dicho Rosa, su tono cargado de intenciones. Flor había sentido la tensión en el aire. Gabriel, siempre reservado cuando se trataba de Rosa, apenas respondió con un gesto de la cabeza y un breve saludo. Pero Flor notó cómo su mandíbula se tensaba. —Estamos de paso, recogiendo unos documentos —respondió él en un tono frío. Flor sintió una mezcla de rabia y determinación en ese momento. Sabía que Rosa estaba buscando algo: una reacción, una debilidad, cualquier cosa que pudiera usar en su contra. —¿Y tú? —preguntó Gabriel, intentando mantener el intercambio lo más breve posible. —Asuntos personales —respondió Rosa, con una sonrisa que no llegó a sus ojos. Pero no se quedó ahí. Su mirada se fijó en Flor con un brillo de burla—. Veo que tienes compañía. Fue suficiente para que Flor decidiera actuar. No iba a permitir que Rosa le hiciera sentir como una intrusa en la vida de Gabriel, ni mucho menos que la viera como alguien sin importancia. —Sí, estamos juntos —dijo Flor con naturalidad, acercándose a Gabriel y tomando su brazo como si fuera lo más habitual del mundo. Luego, sin dudarlo, añadió—: ¿Vamos, amor? Ya tenemos todo listo para la cena. Y antes de que Rosa pudiera reaccionar, Flor le dio un beso a Gabriel, justo frente a ella. Había sentido la sorpresa en el cuerpo de él, pero también cómo él respondió al instante, apoyando su mano en la espalda de Flor para reforzar el gesto. La escena había quedado grabada en su memoria: Rosa, con su sonrisa congelada, intentando ocultar el impacto que ese gesto le había causado. En ese momento, Julia y Ricardo habían entrado al lobby, saludándolos con alegría, como si todo fuera una situación completamente normal. Flor dejó los juguetes en su lugar y se hundió en el sofá, cruzando los brazos. Pensar en Rosa la hacía hervir de rabia. —¿Quién se cree que es? —murmuró en voz baja. No era la primera vez que Rosa intentaba imponer su presencia, pero Flor estaba cansada de sus juegos. La conversación con Julia había sido un bálsamo después del encuentro. —No sé cómo aguantaste esa mirada de hielo —le había dicho Julia mientras volvían a casa con los niños—. Pero lo hiciste perfecto. Creo que por fin le diste algo en qué pensar. Flor suspiró, dejando que las palabras de Julia le dieran algo de consuelo. Había ganado una pequeña batalla, pero sabía que Rosa no se daría por vencida. Desde el dormitorio, Gabriel asomó la cabeza. —¿Todo bien? —preguntó con voz baja, para no despertar a los niños. Flor lo miró y asintió, pero en su interior seguía sintiendo esa furia. Rosa podía ser todo lo insistente que quisiera, pero Flor estaba dispuesta a luchar por su lugar en la vida de Gabriel y en la de Florencia. Nadie, ni siquiera esa mujer de mirada afilada, iba a quitarle lo que estaban construyendo juntos. Gracias a los que están leyendo está novela ,si les gusta háganme lo saber . Los saluda ❤️ Alicia Books ♥️Capitulo 17 Una declaración inesperadaEl sol de la tarde iluminaba tenuemente la calle principal del barrio.Gabriel salió de la farmacia con Florencia en brazos, mientras ella jugueteaba con las puntas de su cabello, ajena al torbellino de emociones que lo acompañaba. Habían pasado seis días desde aquel enfrentamiento con Rosa, la abuela de Florencia, y aunque la situación seguía siendo incómoda, él se esforzaba por mantener la calma.Yo caminaba a unos metros de distancia, observando la escena con cierto nerviosismo.Mi cumpleaños era mañana, y estaba planeando un fin de semana con mis padres y amigos en casa. Sin embargo, lo que realmente me inquietaba era cómo recibirían la noticia de que Gabriel y Florencia estaban viviendo conmigo.Había intentado justificarlo diciendo que solo estaba ayudando a Gabriel a recuperar a su hija, pero la verdad era más complicada.No era solo ayuda. Los quería. Los necesitaba en mi vida.Mientras me acercaba, vi cómo Rosa se plantaba frente a Gabr
Esa mañana, Gabriel se levantó temprano. Preparó el desayuno con cuidado, recordando pequeños detalles que había oído de Flor, como su café con leche y tostadas con un toque de mermelada de durazno. Los niños también tuvieron su yogurt con cereales y frutas. Cuando Flor apareció en la cocina y lo vio, sus ojos reflejaron una mezcla de sorpresa y gratitud.—¿Todo esto lo hiciste tú? —preguntó, apoyándose en el marco de la puerta.—No es gran cosa. Solo quería que tuvieras un buen inicio de día —respondió Gabriel, tratando de sonar casual, aunque su voz lo traicionó con un leve temblor.Por un momento, sus miradas se encontraron. Gabriel sintió algo cálido en su pecho, algo que hacía mucho no sentía.El desayuno fue perfecto. Tranquilo. Casi mágico. Por un rato, todo parecía estar en su lugar. Los niños reían mientras inventaban historias sobre los trozos de fruta en su plato. Flor se reía, relajada. Gabriel se preguntó si algún día podría verla así siempre: sin cargas, sin preocupacion
Capitulo Esa mujer no me gusta ! La vida en la casa había cambiado. Desde que Florencia comenzó a pasar más tiempo con nosotros, todo tenía un aire más ligero, más esperanzador ,el abogado había conseguido que se investigue el caso de la tenencia de Flor . Gabriel, o Gabo como a veces le decíamos de cariño, parecía otro hombre. Aunque siempre había sido un buen padre, ahora lo veía más tranquilo, más enfocado. Era como si, poco a poco, empezara a soltar el peso que había cargado durante tanto tiempo. Por las tardes, cuando llegaba de la escuela, dedicaba unos minutos a jugar con Dylan o a ayudarlo en algo que tuviera que hacer y siempre encontraba la manera de incluir a Florencia. No había diferencia en cómo los trataba a los dos era cariñoso, paciente y lleno de atención. Me conmovía verlo así. Cada día era más evidente que, sin planearlo, nos estábamos convirtiendo en un equipo. Un equipo que luchaba por el bienestar de los niños y quizás, por algo más. Sin embargo, no todo era t
Capitulo 23 El cumpleaños de Gabriel El 22 de noviembre había amanecido tranquilo, como cualquier otro día. Florencia y Dylan estaban emocionados porque pasarían la mañana en la escuela y Gabriel parecía más relajado que de costumbre. Lo que él no sabía era que habíamos planeado algo especial. Gracias al abogado Javier, supe que era su cumpleaños. Por alguna razón, Gabriel no quiso mencionarlo, tal vez porque no lo veía importante o porque no quería llamar la atención. Pero en esta casa, nadie podía pasar un día tan especial como uno más del calendario.Con las chicas de la escuela organizamos una merienda sorpresa. Queríamos hacer algo sencillo, pero lleno de significado. Los niños ayudaron con entusiasmo, especialmente Florencia, que puso todo su empeño en decorar la cartulina que habíamos preparado como regalo principal. En ella, todas las manitos de los niños de la escuela estaban estampadas en colores vivos, como si fueran un arcoíris de cariño. No podían faltar las de Dylan y F
Capitulo 21 Una declaración inesperadaEl sol de la tarde iluminaba tenuemente la calle principal del barrio.Gabriel salió de la farmacia con Florencia en brazos, mientras ella jugueteaba con las puntas de su cabello, ajena al torbellino de emociones que lo acompañaba. Habían pasado seis días desde aquel enfrentamiento con Rosa, la abuela de Florencia, y aunque la situación seguía siendo incómoda, él se esforzaba por mantener la calma.Yo caminaba a unos metros de distancia, observando la escena con cierto nerviosismo.Mi cumpleaños era mañana, y estaba planeando un fin de semana con mis padres y amigos en casa. Sin embargo, lo que realmente me inquietaba era cómo recibirían la noticia de que Gabriel y Florencia estaban viviendo conmigo.Había intentado justificarlo diciendo que solo estaba ayudando a Gabriel a recuperar a su hija, pero la verdad era más complicada.No era solo ayuda. Los quería. Los necesitaba en mi vida.Mientras me acercaba, vi cómo Rosa se plantaba frente a Gabr
Capítulo 22 Lo que no quiero perderSalir de la farmacia con Florencia en brazos debería haber sido una tarea sencilla. Solo teníamos que comprar lo necesario y volver a casa. Pero en mi vida nada parecía ser sencillo últimamente. Sentía la mirada de los vecinos sobre mí, sus cuchicheos detrás de las ventanas. No me importaba lo que pensaran de mí. Pero sí me importaba lo que pensaran de ella.Florencia jugaba con mi cabello, ajena a todo. Su risa suave era mi único consuelo en esos días tan turbulentos. Su confianza en mí, tan pequeña, tan pura, me daba fuerzas para seguir enfrentando a quien fuera. Pero no esperaba ver a Rosa ahí, en la salida de la farmacia, como un lobo esperando a su presa.Me detuve en seco cuando se plantó frente a nosotros. Florencia se tensó en mis brazos, como si sintiera la energía de su abuela y me agarró con más fuerza. Rosa no tardó en soltar su discurso lleno de reproches y acusaciones. Su intención era evidente: hacerme sentir que yo era un padre inca
Capítulo 23vUna noche de revelaciones—Perdón por lo del beso de antes —murmuro mientras se revolvía el cabello con nerviosismo, buscando alguna manera de romper la tensión. Me sentía vulnerable, expuesto. Flor me miraba con una mezcla de arrepentimiento y algo que no lograba descifrar del todo.—Fue… cosa de Manuel, creo.Mi primera reacción fue una sonrisa. No de burla, sino de agradecimiento. Ese beso, aunque inesperado, había sido un bálsamo para mi alma. No tenía palabras para expresar lo que sentía. Quizá no las necesitaba. Su mirada ya lo decía todo. Entre nosotros había algo, algo que crecía en silencio, una conexión que ninguno se atrevía a nombrar.Por un momento pensé que el día finalmente nos daría un respiro, pero entonces ocurrió lo inevitable. Rosa llegó a la casa. Con su entrada, la calma que habíamos conseguido se desmoronó como un castillo de naipes.—Te traje un té frío —le dije mientras dejaba la taza frente a ella en la sala. Había preparado café para Flor y para
Una noche de revelaciones (desde la perspectiva de Flor)Cuando Gabriel entró a la sala con esos shorts de dormir y sin camiseta, sentí que el aire en mis pulmones se detenía por un instante. No era Manuel. No tenía su mirada ni su sonrisa, pero había algo en él que me hacía sentir segura. Tal vez era la manera en que tomaba las riendas en las situaciones difíciles, o el hecho de que compartíamos un dolor que nos unía. No sabía qué era, pero esa noche, en su compañía, el peso de Rosa y sus comentarios no parecía tan asfixiante.El sarcasmo había sido mi única defensa.—¡Mi amor, aquí está tu otra suegra, puedes venir!Pero cuando Gabriel apareció, seguro y tranquilo, casi me arrepentí de haber intentado bromear. Sentía mis mejillas ardiendo, consciente de su presencia de una manera que no quería admitir.Logramos acomodar a Rosa en el living, aunque su mirada fría y calculadora dejó claro que no se daría por vencida. Aun así, cuando cerré la puerta del cuarto y vi a Gabriel acercarse