Wilhelm y Evelyn caen en una rutina rápidamente.Por la mañana, ven las noticas en la sala principal y desayunan juntos en el comedor, bajo la alegre supervisión de Chloe, a la que le ha gustado tomar la costumbre de preguntar a Evelyn sobre sus platillos favoritos para complacerla, tal vez esperando compensar el altercado del primer día. Evelyn la insta a cocinar lo que guste, pero siempre le deja saber una que otra comida que preferiría, para mantenerla al tanto y no hacerla sentir mal.Wilhelm suele ser callado en el desayuno, Evelyn se da cuenta de inmediato. Al parecer, se levanta muy temprano para ir a entrenar al gimnasio de abajo y solo sube cuando Evelyn le avisa que la comida está lista. Por lo general, Wilhelm suele tomarse una taza de café muy cargado y Evelyn prefiere el té.Luego de comer, Wilhelm toma una ducha y se encierra en su estudio. Evelyn comienza a imitarlo luego del primer día. Ella se acicala en su propio baño y mientras las chicas de la limpieza, que no sue
A punto de cumplir una semana viviendo con Wilhelm en California, Evelyn entiende mucho mejor su situación y ha comenzado a llevarse de manera regular con su nuevo esposo.Wilhelm es un hombre atento y amable con ella, se apega a la rutina que Evelyn quiera seguir y generalmente le da su espacio en alguna parte del día mientras él trabaja en su estudio. Evelyn ha aprovechado su tiempo trabajando, pintando encargos y centrándose en ampliar su negocio.El día a día en la casa es tranquilo y Evelyn siente que todo está bien.Sin embargo, esa mañana, Liam ha llegado a la casa como es costumbre de alguno de los socios y, en lugar de pasar de largo hacia la puerta luego de salir del estudio de Wilhelm, se ha detenido en la cocina y se ha sentado junto a Evelyn en la isla.—Buenos días, lindura —le dice con una sonrisa fácil en su cara. Evelyn se sobresalta un poco, no esperando su voz, pero luego continúa con su tarea de pelar papas.—Hola, señor Anderson.—Oh, no te preocupes por las forma
Wilhelm mira a Evelyn con un nuevo calor subiendo por sus ojos, pero no responde de inmediato. Observa su postura, el rostro descompuesto en enojo y las manos en puños.—¿Qué ha causado este… cambio de opinión?—¿Acaso importa? ¿No me escuchaste? Quiero hacerlo, ahora.—Importa, porque lo que tengo en mente requiere tu consentimiento y no pienso que tu estado sea consiente.Evelyn hace un ruido de exasperación. Por una vez, quiere que Wilhelm deje de lado esa serenidad suya. Ha llegado a conocerlo y es tan estoico como cualquier magnate. Y eso, sin embargo, le hace a Evelyn repensar rápidamente sus opciones.—Tienes mi permiso, Wilhelm. Vamos, ahora.—Sigues diciendo eso, pero tus ojos están empañados en enojo. Evelyn, esto no es consentimiento, no si mañana te arrepentirás y me culparas de no haberte detenido mientras no estabas en tus cinco sentidos.Evelyn se esfuerza por respirar. Tiene que pensar rápido y hay algo que se le ocurre al instante: Wilhelm, lo sabe, la desea en lo fís
Evelyn amanece en la cama de Wilhelm por segunda vez.Por la ventana, el sol apenas está comenzando a asomarse y no hay señales de Wilhelm. Evelyn trata de no tomárselo personal, conoce como es la rutina del hombre, a esta hora debe estar en el gimnasio. Sin embargo, siente una punzada nerviosa en el estómago, ¿acaso Wilhelm ha huido de ella?Sacude la cabeza, alejando esos pensamientos. Evelyn ha decidido confiar en Wilhelm ahora y eso implica darle su espacio al hombre. Además, se dice, no es nada.Piensa en utilizar el baño de Wilhelm, pero quiere lavarse los dientes para evitar el mal olor de la mañana y se dirige a su habitación. Cuando ve su cuarto limpio y recogido se da cuenta, de repente, que ha pasado poco más de doce horas desde que se encerró con Wilhelm para someterse a él.Evelyn se presentó ante él, poco antes del mediodía y luego tuvieron sexo por el resto del día hasta el anochecer. La primera vez fue espléndida, una total experiencia para Evelyn y Wilhelm pudo demost
Se ponen cómodos en el estudio de Wilhelm. Evelyn cree que debería haber ofrecido su propio estudio como lugar de reunión, pero siente que dejar entrar ahí a Wilhelm sería demasiado, luego de apenas aceptar la idea de que le gusta. Por eso, en su lugar, Evelyn se sienta en el sillón bajo sus propios cuadros y Wilhelm revuelve en sus cajones por un momento antes de sentarse junto a ella y entregarle unos papeles.—¿Qué es esto? —pregunta Evelyn con curiosidad.—Bueno, antes de que aceptaras ser mi esposa, me tomé el tiempo para buscar algunas de la universidades artísticas que tuvieran pintura dentro de su programa aquí en Los Ángeles — Wilhelm se encoje de hombros —. Hay varias, para mis sorpresa, pero al final terminé centrándome en las que tiene algo de prestigio internacional, porque imaginé que serían las que más te interesarían a ti. Estas son las opciones que encontré para ti. Échale un vistazo. Por un momento, Evelyn se detiene a pensar en el hecho de que Wilhelm hizo esto inc
Wilhelm comienza el fin de semana sugiriendo a Evelyn salir a dar un paseo. Evelyn, por supuesto, acepta de inmediato.Después del desayuno, en su habitación, Evelyn consigue unos pantalones de tiro alto, una blusa de tirantes amarrilla con adornos negros de encaje y un par de tenis blancos para combinar. Se deja el pelo suelto luego de peinarlo, permitiendo que las ondas de su cabello caigan libres. Wilhelm, por otro lado, se viste tan formal como Evelyn siempre lo ha conocido: pantalones de tela hechos a la medida, una playera de botones con las mangas dobladas en los codos y unos zapatos relucientes. Wilhelm espera a Evelyn en la entrada de la puerta y cuando Evelyn se acerca, se da cuenta de que el hombre está platicando con Mark. Evelyn asume que son cosas de seguridad y Chloe, que se asoma desde la concina, se lo confirma. Ha vuelto a hablarle con relativa normalidad y Evelyn se ha propuesto ser más amable que nunca con ella, a pesar de aún rehuir de su mirada.—El señor Evans
En su estudio, Evelyn observa el lienzo en blanco frente a ella con el ceño fruncido. No le dieron una medida a utilizar, por lo que ella se ha decidido por una medida típica para una pintura del tamaño real de una persona. El lienzo tiene alrededor de ciento ochenta centímetros de alto y noventa centímetros de ancho. Es un poco más alto que ella y solo unos centímetros más pequeño que Wilhelm. No suele utilizar mucho ese tamaño a menos que sean trabajos para la universidad, pero sabe que entre más espacio tenga, mayor detalle podrá imprimir en la pintura.Evelyn fulmina con la mirada la blancura del cuadro. Tiene puesto un short de lona y una playera blanca junto a un par de botas bajas. Todo su atuendo está repleto de pequeñas gotas de pintura por el trabajo que ha realizado en los últimos días, pero no le importa. El usar gabacha siempre le ha incomodado y realmente solo la usaba en la universidad para evitar tener que comprar ropa nueva cuando no le alcanzaba.Por la mañana, se h
Para la ocasión, Evelyn siente la necesidad de lucirse.Su vestido, confeccionado en tonos champán, tiene un escote halter que hace que su torso se vea más definido, realzando su feminidad con gracia propia de la esposa de un empresario como Wilhelm. Tiene unas mangas largas y transparentes, adornadas con un encaje intrincado, añadiéndole un toque más sofisticado al vestido y alejándolo de la vulgaridad. La falda fluye con una caída elegante, extendiéndose hasta el suelo con pliegues suaves y sutiles. En su baño, Evelyn prueba caminar frente al espejo, observando la manera en la que cada movimiento deja de tras de sí el destello de tela. Es la parte trasera, sin embargo, lo que más le gusta: hay un escote en forma de V invertida que acentúa cierta sensualidad en ella.Camina hacia su tocador y busca por entre sus accesorios. Se decide por unas joyas en su cuello y muñeca. No sabe si son diamantes, pero brilla lo suficiente para llamar la atención y está casi segura de que son un regal