Le pregunté cómo es que terminó en esta fiesta, me contestó, “Facebook”, ahí entendí. Resulta que en Venezuela se tropezó con mi hija, al preguntarle por mi ella le contó lo que sabía sin mucho detalle, él por costumbre de ser periodista completó con lógica los huecos del relato de mi hija, aprovechando la proximidad de su ya planificada huida se dedicaría a buscarme, pero entre una cosa y otra lo fue postergando hasta que la semana pasada, cuando lo llamó su madre desde Maracay para avisarle que la policía lo andaba buscando por fraude y alguna otra cosa inventada por el rector de una universidad quien (muy merecidamente por cierto) lo acusó por el engaño aquel del antropoide inventado. La policía al parecer ató cabos y se inventó algún crimen más solo para encontrarme a mí, claro eso es especulación de ambos.
Una vez pasado el susto inicial y a expensas de su madre, Alexis buscó ayuda con un primo de la señora, un tal Wenceslao Reinefield Levi quien como buen judío ayudó a s
Llegamos en corto tiempo a la ciudad eterna, en la puerta de salida de nuestro vuelo nos esperaba la pareja, hicimos las presentaciones de rigor y salimos en busca de un taxi que nos devolviera al apartamento de Ángela, Alexis no tuvo más remedio que aceptar el sofá de mi novia como alojamiento por los próximos tres días.Recorrimos los 45 minutos desde el aeropuerto hasta nuestro destino en un incómodo silencio, los nervios por la proximidad de tener que poner en marcha los planes se sentía en el aire, hasta el taxista miraba por el retrovisor con cara de preocupación, gracias al ambiente de funeral invernal Inglés que se respiraba en el vehículo.Al entrar las mujeres fueron a hacer café (imagino) para ponerse al tanto sin oídos masculinos cerca, mientras, en la sala quedábamos los hombres decidiendo entre licor o café.Ramiro casi se infarta cuando le hablé del matrimonio del día siguiente, cuando argumenté que si todos pensaban que estaba loco po
Esta extraña despedida de soltero es la que más me ha gustado, a pesar de tanta gente ausente, me evitó esta engorrosa explicación que es más fácil escribir que explicar, de que las meretrices no me gustan más que para verlas contonearse, cuando sabemos lo que por lo general significa eso para el macho latinoamericano promedio, que a fuerza de costumbre llega a aceptar los burdeles como escapes a sus relaciones, sin que ello suponga un real peligro para la estabilidad familiar.Entre cervezas, risas, lumpias y arroz frito nos preparamos para salir al juzgado a casarme, previamente Ramiro habló con Serena y abordamos el taxi que nos trasladará las veinte cuadras que nos separa del sitio, al llegar me encontré con mi novia quien usaba un vestido azul, largo, el cabello rojo peinado al natural y un ramo de margaritas a modo de Buqué de novia, la verdad no recuerdo como se vestía Serena pues solo tenía ojos para mi mujer, entramos los cinco al juzgado, adentro nos esperaba e
Esta extraña despedida de soltero es la que más me ha gustado, a pesar de tanta gente ausente, me evitó esta engorrosa explicación que es más fácil escribir que explicar, de que las meretrices no me gustan más que para verlas contonearse, cuando sabemos lo que por lo general significa eso para el macho latinoamericano promedio, que a fuerza de costumbre llega a aceptar los burdeles como escapes a sus relaciones, sin que ello suponga un real peligro para la estabilidad familiar.Entre cervezas, risas, lumpias y arroz frito nos preparamos para salir al juzgado a casarme, previamente Ramiro habló con Serena y abordamos el taxi que nos trasladará las veinte cuadras que nos separa del sitio, al llegar me encontré con mi novia quien usaba un vestido azul, largo, el cabello rojo peinado al natural y un ramo de margaritas a modo de Buqué de novia, la verdad no recuerdo como se vestía Serena pues solo tenía ojos para mi mujer, entramos los cinco al juzgado, adentro nos esperaba e
Esa noche antes de la partida ninguno de los dos pudo dormir, pasamos la noche abrazados en silencio, dominados por un sentimiento de incertidumbre difícil de explicar, sin hablar nos decíamos todo, hasta que el taxista tocó la puerta, le pedimos que nos esperase un momento para despedirnos de esta vida y entrar de lleno en la otra más peligrosa, sin ninguna certeza de nada, sabíamos que nos tocaban unas semanas intensas para las que no sabíamos a ciencia cierta si volveríamos a ser los mismos, Ángela sacó un blíster con pastillas rosadas y me dio una, me dijo que eran unos sedantes “suaves” que nos mantendrían serenos en la travesía ya que nos tocaría mentir, habíamos ensayado toda la historia de la vida falsa que nos forjó el nuevo pasaporte cientos de veces, cuando no miles, respiramos, nos besamos, revisamos los detalles y salimos a tomar el taxi, donde un chofer visiblemente molesto por la espera nos recibió con hoscos modales.En el aeropuerto agradecí profundamen
Volviendo al tema, resulta que después de la pelea apocalíptica entre Juan y su esposa , decidieron fumar la pipa de la paz que terminó en el encuentro de cama más épico en sus diez años de vida en común, lo que selló de una vez y por siempre la entrada de la yerba milagrosa a esa casa, con la condición de que sus parientes en Venezuela ni los hijos que alguna vez tuvieren supieran de ese secreto vicio amable que ambos tienen, yo bromee con la posibilidad de que todo fuese legal para el momento en que tengan los hijos, ambos nos reímos y nos quedamos en silencio, para disfrutar de la sensación de flotar que nos dio la fuma milagrosa.Mientras todos nos reímos como bobos, lo que es normal en estos estados alterados, abro mi portátil y me conecto al wifi de la casa, claro que activando todos los protocolos de seguridad para evitar el espionaje electrónico, me encuentro a mi hijo en el chat, después de las preguntas de rigor , le cuento una mentira, le dije que estaba en Alemania
Los diarios nacionales hacían énfasis en la situación política de esa nación, debo confesar cierta debilidad por la prensa de este país, en contraste con la del mío, ellos están a años luz de nosotros los venezolanos, todo un ejemplo de prensa libre, no quito que existan ciertas cosas desagradables, sin embargo la diferencia es notoria y fiel a mi costumbre leo hasta los clasificados.A Venezuela apenas le dedican centimetraje, todos los artículos hablan de las inundaciones, con sorpresa me tropiezo con una entrevista donde mi antiguo jefe en la universidad denuncia el secuestro por parte de las autoridades de un grupo de estudiantes, todos de la facultad de arquitectura donde estudia mi hija, se acabaron las vacaciones, enciendo mi portátil buscando noticias y un correo de Ramiro me tranquiliza, él dice que tuvo que adelantar los planes, la tarde anterior Serena se había enterado por boca de un colega periodista que esa noche iban a hacer redadas en las casas de los es
Volví al hotel donde me encontré a una mujer angustiada por noticias, se las conté y ella se alegró, comenzó a hacer las maletas hasta que le pedí que se sentara pues teníamos que hablar, ella no se extrañó pues creía saber por dónde iba la cosa, le pedí que se fuese a la capital y ella se molestó en exceso, tuvimos nuestra primera pelea monumental en la que salí perdiendo, me amenazó con desaparecer para siempre y eso no lo podía permitir, aunque sabía que era un ardid no me podía dar ese lujo, otra arpía más no la quería, así que acepté que me acompañase.Cancelamos todo y dijimos para todo el que quisiera escucharnos que nos íbamos de vuelta para Bogotá por tierra para hacer más nutrida nuestra experiencia del viaje, el recepcionista me hizo algunas recomendaciones para evitar a la guerrilla, yo le contesté que ya tenía reservaciones en varios hoteles pues pensábamos viajar haciendo escala cada noche, lo que extendía el viaje por una semana, le regaló a mi esposa una player
Julián Castro se graduó en la universidad de Los Andes en los años ochenta, al graduarse dio clases en un liceo como profesor de castellano y compartía esa labor conjuntamente con la universidad pedagógica local, como profesor de literatura latinoamericana bajo contrato por horas para sus futuros colegas.Con esos dos sueldos malvivía en una pensión cuya única bondad era la de poder meter a las novias en mitad de la noche gracias a que el casero, un vejete libidinoso, disfrutaba los quejidos de amor provenientes de las diferentes habitaciones, todo fue bien hasta que una novia más o menos fija de la época salió embarazada, el como buen andino, educado y formal le ofreció matrimonio, entre otras cosas por el hijo que venía en camino, a pesar de los consejos de amigos y familiares que lo desalentaban en su empeño, todos argumentaban (no sin razón) que el oficio de profesor era muy bonito, romántico quizás pero con palabras no se llenan estómagos, además “quien se casa, casa qui