Por más que trató, fue imposible conciliar su sueño en toda la noche, y como resultado eran las cinco y media de la mañana y estaba lista, con un bolso no muy grande que el palacio le brindó para que tomara algunas de sus cosas, mientras caminaba por toda la habitación mordiendo su uña.
De todos modos, Lia aún no sabía si esta ropa iba a ayudarla en su destino. Después de que Said le había aclarado algunos puntos, se tuvo que retirar de su presencia porque a él le urgía salir del palacio con su hombre de seguridad, y había quedado a la merced de su familia, que buscaba respuesta a la conducta extraña del Emir.
Por supuesto, su prima estaba en la oficina que arreglaron para ella unos diez minutos después de la salida del jeque, y ya sabía Lia que debía ir por la orilla con esa mujer, que literalmente había deseado su caída.
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El viaje transcurrió al menos durante una hora. Era evidente que, los saltos en la camioneta y los movimientos bruscos hicieron el trayecto un poco más rígido, ya que su cuerpo chocaba con el de ese hombre incasablemente y su mirada constante en este punto, ya estaba dejándola débil.Había permanecido estoica, silente y con un sinfín de pensamientos que hacían de cada segundo un suplicio. Tenía un montón de preguntas y una confusión terrible acerca de lo que quería decir Said con cada palabra que lanzaba hacia ella cargada de doble sentido, mientras también escuchaba una conversación corta por parte del jeque hacia los hombres sentados adelante.Aunque no podía entender nada de los que se decía entre ellos, al menos uno sonreía y le quitaba una carga de encima ante la preocupación.En cuestión de minutos, pudo divisar una especie d
Todo su cuerpo se tensó, su virilidad volvió a palpitar incansablemente mientras con sus manos, apretó la soga tan fuerte como pudo.Esa mirada, una llena de mucha sensualidad lo estaba llevando al borde de la locura… Said estaba seguro de que ella estaba pensando algo con respecto a su persona, porque ahora que la veía a unos metros de su distancia mientras Aminé arreglaba su Hiyab, supo que Lia, de forma inconsciente estaba asegurándole que él le gustaba y eso era una gran ventaja para su propósito.Agradeció mentalmente haber escogido su lugar preferido. Era claro que esta era la primera vez que traía alguien consigo, y en esta ocasión una mujer, pero muy necesario para su secreto. No podían ir al islote en sus camionetas para proporcionarle a ella una mayor comodidad, porque los carros no entraban en esa zona, ya que el camino era muy pedregoso, y con los cimientos i
El temblor de sus labios y esa sonrisa que le envió al hombre totalmente serio delante de ella, solo fue una excusa de su cuerpo alarmado y su mente loca.No había escuchado eso, lo había imaginado, se lo repetía muchas veces, una y otra vez. Todo esto era imposible, y sí, tal vez lo que estaba ocurriendo era solo producto de su imaginación.Tal cual como describían los desiertos.—Creo que… ya estoy delirando en el calor… te juro que estoy escuchando cosas —la risa de Lia salió rota de los nervios exagerados junto a su cuerpo que no dejaba de titilar.Incluso tomó impulso para ponerse de pie y así respirar mejor, ahora mismo no podía conseguir el aire necesario para sus pulmones.Sin embargo, en cuanto trató de tomar el impulso, esa mano de acero tomó su brazo impidiéndole que se pusiera de pie. Y aquellos o
Acepto…La palabra resonaba en su cabeza cada segundo y su cuerpo aún no se acostumbraba a la respiración cercana que había recibido de parte de Lia, cuando vio su cara preocupada, pero, aun así, ella se había lanzado hacia el abismo por salvar su pellejo.«¿Acaso ella no medía el peligro?», pensó Said mientras la veía tocando el agua con sus pies descalzos, y colocaba una mano en su frente para mirar al horizonte donde el sol estaba ocultándose.Se habían dado un receso de la conversación, él mismo lo pidió cuando se sintió sofocado en ese espacio diminuto donde el aire le faltó más de una vez al ver con incredulidad, que no se esforzó por convencerla.La tarde había pasado en la comida ligera, y una charla acerca de cualquier cosa que no tuviera que ver con ellos, como también un
«Deja de temblar, ya… deja de…» toda la mente de Lia hablaba de los supuestos. En el momento en que Said salió de la tienda ella pudo soltar el aire y una descarga volvió a atrapar su cuerpo.—Dios mío… ¿Qué estoy haciendo? —colocó las manos en su rostro mientras el temblor hacía de su cuerpo un manojo de nervios.No podía diferenciar qué emoción la dominaba más en este momento. Sentía miedo, no lo podía negar, pero estaba emocionada hasta la médula a pesar de toda la situación.«¿Qué mujer recibía un beso como este cuando solo iba a hacer su trabajo?», recordando la sensación, llevó los dedos a su boca mientras sus ojos se cerraron por iniciativa propia. Ese hombre la había besado, y ¡qué beso!, ¡casi se la había comi
—Lia… Lia, despierta… debemos irnos —su voz favorita resonó en su mente de forma minuciosa, entre tanto intentó parpadear varias veces.Le había costado mucho, pero al abrir sus ojos y ver con más claridad a Said de cuclillas frente a ella, le hizo saber que era hora de levantarse lo más pronto posible.—Lo siento… —se sentó de golpe tomando la tela para cubrirse, aunque tenía un vestido, puesto que no la ayudó a descansar mucho.Su cabello estaba suelto y debía verse peor que nunca, eso sumado a que había llorado parte de la noche antes de quedarse dormida, y tenía lágrimas secas en sus ojos.—¿Por qué tienes los ojos rojos? —la pregunta del hombre curioso, la alertó.—Yo… a veces amanezco así, quizás es esta tela… —Lia se quitó la tela de en
—Respira… pronto estarás junto al hombre que amas… —Lia giró de golpe cuando Aminé le dijo aquellas palabras.Ahora mismo estaban absolutamente solas en esa gran tienda, y en solo unos minutos, esa mano que sujetaba Aminé y que de hecho era lo único en que se podía sostener, ya no estaría junto a ella.En solo minutos se casaría legal y espiritualmente como se lo había dicho la mujer que, a resumidas cuentas, la había ayudado a despejar algunas dudas, como también a aumentar su penuria. En solo un instante estaría delante de un montón de gente que no sabía nada de ella, igual al hombre al que le diría sí en esta supuesta propuesta a la que se había lanzado abismo abajo.Sus labios temblaron un poco y como un muerto viviente caminó a la dirección que Aminé la guio. Un espejo mediano fue lo q
Una especie de reverencia es lo que vio en la actitud de la comunidad cuando el Emir anunció su retirada. Sus ojos no dejaban de detallar la mano del jeque en la suya, porque, aunque antes la había tocado, esta vez su agarre era crudamente posesivo, como si ya no hubiese una prohibición ni barrera entre ellos.Caminando detrás de él, con sus manos unidas, le dio una última mirada a Aminé que la observaba con ensoñación, y de un momento a otro recibió un asentimiento con la cabeza de su parte.Caminaron por unos segundos hasta que vio a varios hombres que los acompañaban a sus espaldas. Pasaron las fogatas, las campañas reunidas hasta que el camino se hizo un poco más solo. Pero en cuanto Lía vio otra enorme fogata y una gran tienda que antes no vio dentro de la comunidad, supo que habían llegado a su destino.—Solo que sea algo extremadamente importante