Capitulo 57

Las luces rojas y azules parpadeaban contra las paredes de la iglesia mientras los paramédicos irrumpían con una camilla y un maletín de emergencia. Berlín se apartó de Laura, con las manos cubiertas de sangre y el rostro desencajado.

—Tiene una herida profunda en el abdomen, ha perdido mucha sangre —dijo Berlín mientras uno de los paramédicos lo apartaba suavemente.

Valentina, de pie junto a Benjamín, no decían nada. Solo miraban a Laura, su pecho subiendo y bajando con dificultad, sus pestañas temblando sobre sus mejillas cada vez más pálidas.

—Mama, aguanta —susurro Valentina, inclinándose hacia ella mientras los paramédicos trabajaban rápido.

Uno de ellos ya le había colocado una mascarilla de oxígeno, mientras otro le insertaba una vía en el brazo.

—Está perdiendo la consciencia —informó uno de los médicos.

—¡No! ¡Mama, quédate conmigo! —Valentina le tomó la mano con fuerza, pero su agarre era frágil.

Los paramédicos aseguraron su cuerpo a la camilla y la levantaron con rapidez.
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