Capítulo 31

Mikhail.

Parecía mentira. Ambos esperamos este momento por tanto tiempo, y finalmente el día había llegado. Como por arte de magia, los nervios y la ansiedad desparecieron, dando lugar a la calma y a esa agradable sensación que afloraba cada vez que estábamos juntos. Esa dulce paz que nos envolvía cuando nuestras manos se entrelazaban y cada uno buscaba refugio en la mirada del otro, sabiendo que allí nada malo podía pasar.

La noche de este frío miércoles estaba apenas empezando y el agitado tráfico de la calle, apenas se percibía desde el departamento de aquel elegante edificio, clavado como una aguja en el centro de la ciudad.

El zumbido del aire acondicionado era lo único que rompía el silencio de la habitación de invitados. Ella, recostada desnuda en la cama, resplandecía como un diamante. Al principio, sólo atiné a apreciar su torneado cuerpo y su cabello castaño, que parecía flamear por sobre su hombro derecho. Con una mezcla de excitación e intenso amor, me acerqué y sin mediar
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