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Capítulo veinte 

Siento su cuerpo tensarse y apretarme contra él, su mandíbula se marca más de lo que ya está y esos ojos viajan a ella con una mueca de desinterés—Xiomara. Largo de mi casa—respira ondo—fuera o no sé que haré contigo porque te juro que no tienes ni idea de como trato a alguien cuando algo me molesta—oh.

El niño mimado saco sus garras.

Yo no lo molestaría si fuera tú.

¿Qué?

Junto mis cejas, ¿de dónde saco tantas voces? Estoy loca, me declaro loca.

Sus brazos me bajan con delicadeza al reluciente piso, Amir adopta esa misma pose de cuando mando al hospital a Omar y se acerca cara a cara con la tal Xiomara—¿Y si no quiero largarme de mi casa, qué pasa?

—De verdad no sé como hay

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