Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Al día siguiente de Navidad, los padre de Julio llegaron a casa de Sira, con una bolsa con regalos y una botella de un vino hecho por el padre de él. Julio padre, además de ser un gran abogado tenía una afición por vitivinicultura y estaba trabajando en su propio vino y ese era el primero de muchos. Para esta ocasión, Can Marín no fue invitado por muchas razones obvias sin embargo, la ventaja que tuvo de esta visita es que su hija Marina pasó la mañana con él. Porque al ser Julio alérgico a los perros y la niña estando maravillada con Astro, no perdió la oportunidad de pedirle a su madre que le dejará ir con su papá. Así, Can y ella pasaron el día abriendo mas regalos, jugando con el perro que tenía más energía que la misma Marina, y tomando chocolate caliente para poder aliviar el frío que hacía afuera. Pero, a las cuatro de la tarde, tuvo que llevarla de regreso a la casa de Sira, ya que tod
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Era evidente que después de lo que Can escuchó sobre su hija los padres de Julio le caerían como patada en el hígado y lo único que desearía era alejarla de ellos; así lo hizo. El resto de la tarde, Can Marín no se separó de Marina, no la dejó ni siquiera acercarse y por ende él tampoco lo hizo, dejando a Sira en graves aprietos con respecto a las preguntas que le estuvieron haciendo sobre ella y Can Marín. Así que, por más que Sira trató de llamar la atención de Can, de pedirle que estuviera a su lado ante los cuestionamientos o mínimo que le viera a los ojos, nunca lo logró. Can, aprovechaba que su hija quería ir de un lado para el otro para seguirla y mientras la tomaba de la mano. Ambos se perdieron en la tienda de mascotas evitando los comentarios punzantes de la madre de Julio sobre las botas y abrigos, y después la llevó por otro chocolate que ambos se tomaron casi solos en la cafetería.
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Can Marín había llegado al hospital de emergencia, ya casi sin poder respirar y con el corazón latiendo cada vez más lento. Sira, se encontraba desesperada, tratando de tranquilizar a su hija que lloraba desesperada en brazos de sus abuelos y manteniendo la calma aunque le era imposible, el escenario en verdad se veía muy mal, bastante mal. Él entró directo a urgencias y Sira tuvo que esperar un momento en la sala de espera. Mientras lo hacía, recorrió como león enjaulado de lado a lado comiéndose las uñas de la preocupación. No importaba si ella y Can había tenido algún tipo de malentendido en el pasado, él era al padre de su hija y no le deseaba nada malo, en realidad, jamás le había deseado nada malo porque, todos estos años, en lugar de maldecirlo y de odiarlo con su alma, solo pedía que estuviera bien. Momentos después, el doctor salió a la sala y en seguida llamó a los familiares de Can
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©La noche había sido bastante larga para Sira Zas, quién después de platicar con su hija y asegurarle que su padre se encontraba bien, se había quedado dormida al lado de Can Marín, tomándole la mano para hacerle saber que se encontraba ahí, que no se había ido y que esperaba con ansias que despertara para poder verle. Poco a poco la medicina que le habían puesto había surgido efecto, y para la mañana siguiente, cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana de la habitación, Can ya parecía el mismo de antes, con ese rostro tan atractivo que había aparecido en cientos de películas y sin ningún rastro del salpullido que tenía sobre el cuello. Así, cuando él sintió el calor de los rayos del sol sobre su piel, abrió los ojos con cuidado para ver el techo del hospital, después la habitación vacía y finalmente la mano de Sira tomando la suya. Él con la otra mano se quitó el oxígeno y respi
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Julio salió a Madrid con sus padres el día después de que Can regresó del hospital, despidiéndose de Sira, deseándole un buen fin de año y dándole a Marina un beso en la frente que le hizo sonreír. Los padres de Julio se despidieron normal, le agradecieron a Sira por haberles recibido y a sus padres por haberles atendido, para después salir de Cienfuegos con un rostro de alivio que no podían esconder; ellos odiaban ese pequeña ciudad. Así, después de que los padres de Sira se despidieron y regresaron a Iron Lake en Estados Unidos. Sira, Marina y Can, hicieron las maletas para irse dos semanas a la casa que Can tenía en Tulum, México. Marina, estaba emocionada por conocer el mar, lo había visto en televisión, leído en los cuentos infantiles y estudiado en la escuela, pero jamás visto en público, por lo que no podía esperar a poner sus pies sobre la arena y nadar en él. Can para este viaje, como
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©-Cancún, México- El avión de Can, discretamente aterrizó en una pista cerca de Tulum, donde, momentos después, se subieron a un auto rentado y Can manejó hacia su casa en la playa, una que había adquirido hace tiempo atrás y que llevaba años sin ir. El actor la había comprado por presión de su agente de invertir en las Bienes Raíces, por lo que Can pensó que lo mejor era en un lugar alejado del mundo, donde pudiera relajarse y echar fiesta. Jamás pensó que ahí llevaría la que él consideraba su familia y sería para estar en paz. Así, tan solo se estacionó en frente de la puerta, Marina bajó del auto corriendo emocionada y se dirigió a la puerta, seguida por Astro que por fin había despertado de los calmantes que le habían dado para que estuviera tranquilo en el avión. Sira, al sentir el delicioso calor del caribe mexicano, sonrío. Extrañaba este ambiente, el sol quemando su piel, la brisa del m
Can jamás había tenido una vida familiar, por lo que ahora, estar con Sira y Marina en aquella casa lejos de todo, era lo más parecido a eso. Amaba estar ahí con ellas. El desayuno por las mañanas cocinando por ambos, el enseñar a su hija a nadar en ambas piscinas, recolectar conchas en el mar y ponerlas en una cubeta, esas caminatas a lo largo de la playa pero, sobre todo, verlas felices. Marina no paraba de sonreír, sólo quería estar a su lado, incluso cuando se quedaba dormida después de tanto jugar. Sila, por su parte, estaba relajada. Los primeros días se la había pasado observando la situación, mientras se asoleaba al lado de una de las tantas piscinas o sobre una toalla en la arena. Después comenzó a integrarse y a estar cada vez más cerca de Can, quién presumía su bien formando cuerpo en ese traje de baño que había comprado en uno de los centros comerciales de la ciudad, ya que no habían traído ropa para ese tipo de clima. Sin querer o más bien, de forma natural, todo iba pe
Las confesiones más importantes se habían dicho y, como si fuese una especie de permiso, ellos estaban dispuestos a retomar lo que años atrás había quedado en esa habitación en el penthouse de Can. Ni él, ni Sira sabían, en este punto, si el tiempo había sido su aliado o su enemigo, si les había evitado un rompimiento prematuro o dado el tiempo justo para volver a ser felices. No sabían que pasaría, ni lo que otros pensarían pero, sí que era una oportunidad y debían tomarla, así como otros habían tomado la oportunidad de hacerles daño; era su momento.Asimismo, junto con las oportunidades, se acercaba también el final del año y, por primera vez los tres lo festejarían juntos, por lo que debía ser especial, algo inolvidable, lleno de magia y con el sello “Tan Can” que tanto lo distinguía ya que, lo único que le importaba era hacer a su hija y a Sira felices, y de crear una atmósfera familiar y de romance que le ayudara con su primer propósito del año: que Sira y Marina se quedaran con