Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Can Marín había llegado al hospital de emergencia, ya casi sin poder respirar y con el corazón latiendo cada vez más lento. Sira, se encontraba desesperada, tratando de tranquilizar a su hija que lloraba desesperada en brazos de sus abuelos y manteniendo la calma aunque le era imposible, el escenario en verdad se veía muy mal, bastante mal. Él entró directo a urgencias y Sira tuvo que esperar un momento en la sala de espera. Mientras lo hacía, recorrió como león enjaulado de lado a lado comiéndose las uñas de la preocupación. No importaba si ella y Can había tenido algún tipo de malentendido en el pasado, él era al padre de su hija y no le deseaba nada malo, en realidad, jamás le había deseado nada malo porque, todos estos años, en lugar de maldecirlo y de odiarlo con su alma, solo pedía que estuviera bien. Momentos después, el doctor salió a la sala y en seguida llamó a los familiares de Can
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©La noche había sido bastante larga para Sira Zas, quién después de platicar con su hija y asegurarle que su padre se encontraba bien, se había quedado dormida al lado de Can Marín, tomándole la mano para hacerle saber que se encontraba ahí, que no se había ido y que esperaba con ansias que despertara para poder verle. Poco a poco la medicina que le habían puesto había surgido efecto, y para la mañana siguiente, cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana de la habitación, Can ya parecía el mismo de antes, con ese rostro tan atractivo que había aparecido en cientos de películas y sin ningún rastro del salpullido que tenía sobre el cuello. Así, cuando él sintió el calor de los rayos del sol sobre su piel, abrió los ojos con cuidado para ver el techo del hospital, después la habitación vacía y finalmente la mano de Sira tomando la suya. Él con la otra mano se quitó el oxígeno y respi
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©Julio salió a Madrid con sus padres el día después de que Can regresó del hospital, despidiéndose de Sira, deseándole un buen fin de año y dándole a Marina un beso en la frente que le hizo sonreír. Los padres de Julio se despidieron normal, le agradecieron a Sira por haberles recibido y a sus padres por haberles atendido, para después salir de Cienfuegos con un rostro de alivio que no podían esconder; ellos odiaban ese pequeña ciudad. Así, después de que los padres de Sira se despidieron y regresaron a Iron Lake en Estados Unidos. Sira, Marina y Can, hicieron las maletas para irse dos semanas a la casa que Can tenía en Tulum, México. Marina, estaba emocionada por conocer el mar, lo había visto en televisión, leído en los cuentos infantiles y estudiado en la escuela, pero jamás visto en público, por lo que no podía esperar a poner sus pies sobre la arena y nadar en él. Can para este viaje, como
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2110259628684TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©-Cancún, México- El avión de Can, discretamente aterrizó en una pista cerca de Tulum, donde, momentos después, se subieron a un auto rentado y Can manejó hacia su casa en la playa, una que había adquirido hace tiempo atrás y que llevaba años sin ir. El actor la había comprado por presión de su agente de invertir en las Bienes Raíces, por lo que Can pensó que lo mejor era en un lugar alejado del mundo, donde pudiera relajarse y echar fiesta. Jamás pensó que ahí llevaría la que él consideraba su familia y sería para estar en paz. Así, tan solo se estacionó en frente de la puerta, Marina bajó del auto corriendo emocionada y se dirigió a la puerta, seguida por Astro que por fin había despertado de los calmantes que le habían dado para que estuviera tranquilo en el avión. Sira, al sentir el delicioso calor del caribe mexicano, sonrío. Extrañaba este ambiente, el sol quemando su piel, la brisa del m
Can jamás había tenido una vida familiar, por lo que ahora, estar con Sira y Marina en aquella casa lejos de todo, era lo más parecido a eso. Amaba estar ahí con ellas. El desayuno por las mañanas cocinando por ambos, el enseñar a su hija a nadar en ambas piscinas, recolectar conchas en el mar y ponerlas en una cubeta, esas caminatas a lo largo de la playa pero, sobre todo, verlas felices. Marina no paraba de sonreír, sólo quería estar a su lado, incluso cuando se quedaba dormida después de tanto jugar. Sila, por su parte, estaba relajada. Los primeros días se la había pasado observando la situación, mientras se asoleaba al lado de una de las tantas piscinas o sobre una toalla en la arena. Después comenzó a integrarse y a estar cada vez más cerca de Can, quién presumía su bien formando cuerpo en ese traje de baño que había comprado en uno de los centros comerciales de la ciudad, ya que no habían traído ropa para ese tipo de clima. Sin querer o más bien, de forma natural, todo iba pe
Las confesiones más importantes se habían dicho y, como si fuese una especie de permiso, ellos estaban dispuestos a retomar lo que años atrás había quedado en esa habitación en el penthouse de Can. Ni él, ni Sira sabían, en este punto, si el tiempo había sido su aliado o su enemigo, si les había evitado un rompimiento prematuro o dado el tiempo justo para volver a ser felices. No sabían que pasaría, ni lo que otros pensarían pero, sí que era una oportunidad y debían tomarla, así como otros habían tomado la oportunidad de hacerles daño; era su momento.Asimismo, junto con las oportunidades, se acercaba también el final del año y, por primera vez los tres lo festejarían juntos, por lo que debía ser especial, algo inolvidable, lleno de magia y con el sello “Tan Can” que tanto lo distinguía ya que, lo único que le importaba era hacer a su hija y a Sira felices, y de crear una atmósfera familiar y de romance que le ayudara con su primer propósito del año: que Sira y Marina se quedaran con
Convencer a Sira de ir al Spa fue un poco más difícil de lo que esperaba ya que, al ser fin de año supuso que todo estaría lleno, las calles abarrotadas y posiblemente algunos locales cerrados. Sin embargo, entre Can y Marina lo lograron y justo a tiempo para que Kika pudiera entrar a la casa y convertir todo en la fiesta perfecta de año nuevo para la familia. Así, los tres se fueron al Spa dándole a Marina la sorpresa de su vida al notar que no era tal y como ella lo imaginaba y gustándole aún más de lo que creía. Can, como siempre, había reservado todo el lugar para ellos solos, por lo que cada masaje, tratamiento y menú estuvieron disponibles. Si ellos querían, pudieran quedarse en el lugar todo el día hasta el anochecer, pero no podía ser así, era indispensable que regresaran a la casa, para empezar así el verdadero festejo. El día en el Spa, fue en verdad relajante y muy provechoso, ya que se dejaron consentir por completo por los masajes, el jacuzzi y el sauna, al igual que po
Era la segunda vez que Marina viajaba en una limusina y, al parecer, le gustaba, por lo que iba feliz viendo por la ventana, saludando a las personas que pasan por la calle y que le devolvían el saludo y pidiéndole a su padre que comprara una para que pudiese llevarla todos los días al colegio, algo que, a Can y a Sira, le hizo mucha gracia. Para Sira está era una de las tantas veces más que viajaba en un auto así. El siempre hecho de hacerlo, le trajo memorias de cuando era asistente de Sara Alemán y tenía que viajar con ella, arreglando su cabello y revisando cada detalle, por lo que nunca había disfrutado de la experiencia de ir bebiendo champaña y sintiéndose como una celebridad. Can, en cambio, no le importaba nada de esto, absolutamente nada. No era fanático de las limusinas, ni de las camionetas grandes, incluso le gustaba, ahora, más la camioneta de cuatro puertas que había comprado para poder moverse en Cienfuegos y recoger a su hija. Sin embargo, hoy lo hacia por hacer a s