Era la segunda vez que Marina viajaba en una limusina y, al parecer, le gustaba, por lo que iba feliz viendo por la ventana, saludando a las personas que pasan por la calle y que le devolvían el saludo y pidiéndole a su padre que comprara una para que pudiese llevarla todos los días al colegio, algo que, a Can y a Sira, le hizo mucha gracia. Para Sira está era una de las tantas veces más que viajaba en un auto así. El siempre hecho de hacerlo, le trajo memorias de cuando era asistente de Sara Alemán y tenía que viajar con ella, arreglando su cabello y revisando cada detalle, por lo que nunca había disfrutado de la experiencia de ir bebiendo champaña y sintiéndose como una celebridad. Can, en cambio, no le importaba nada de esto, absolutamente nada. No era fanático de las limusinas, ni de las camionetas grandes, incluso le gustaba, ahora, más la camioneta de cuatro puertas que había comprado para poder moverse en Cienfuegos y recoger a su hija. Sin embargo, hoy lo hacia por hacer a s
-Dos días después, por la noche- Una noche espectacular de fin de año fue lo que tuvieron Can, Sira y Marina, uno que los tres jamás olvidarían y que sabían sería parte de las pláticas de la pequeñita en los días venideros. Asimismo, Can y Sira también tenían otras razones para recordar el festejo, ya que, ambos habían iniciado el año con un beso, que no solo les había dado el cierre y el apertura perfecta, si no una ola de recuerdos que ya no temían esconder. Era evidente, los dos estaban dispuestos a intentarlo pero, Sira, tenía asuntos que resolver, antes de poder continuar; o al menos eso quería. Julio seguía presente en su vida, y no solo porque él la llamaba casi todos los días para ver como se encontraban, si no porque era su prometido y, aunque, Sira se había quitado el anillo de compromiso desde su llegada a la playa, ella sabía que tenían una plática pendiente, muchas cosas que decir y sobre todo, decisiones que tomar. Mientras tanto, seguía en su papel de próxima novia pl
Los besos entre Can y Sira comenzaron a aumentar de nivel y por ende, los cuerpos comenzaron a calentarse, como dos supernovas que acababan de alcanzar su máxima velocidad. Inmediatamente, las manos de Sira buscaron por debajo de la playera de Can y comenzó a acariciar su pecho con un deseo que tenía guardo desde hace tiempo atrás. ⎯Amo te pecho ⎯ le murmuró ella. Encima de sus labios mientras Can la arrinconaba entre la encimera y su cuerpo. ⎯Y yo te deseo tanto, Sira Zas. Desde que te fuiste no tienes idea como te he deseado ⎯ le confesó, para después, colocar sus manos por debajo de sus muslos y levantarla ⎯ ¿me deseas? Preguntó. ⎯Como no tienes idea. Así, como si le hubieran dado la palabra mágica, Can caminó por la cocina hasta el pasillo que llevaba a las habitaciones. Él la azotó levemente contra la puerta de su habitación y ambos se vieron a los ojos para comenzar a reír bajito. ⎯Lo siento ⎯ murmuró Can ⎯¿crees que puedas abrir la puerta? Después de hablar, Can volvió b
Entre besos y caricias, Sira y Can hicieron el amor tantas veces como pudieron, hasta quedarse profundamente dormidos, cansados, con los labios rojos y las pieles sensibles, de todo el placer que habían sentido. Así, ambos habían recordado lo mucho que se amaban, lo que que se extrañaban y dejado atrás la tristeza de lo que otras personas les hicieron y les habían hecho sentir. Después de tantos años, Can y Sira volvían a estar juntos y era su momento de retomar ese romance que se había quedado en esa habitación donde los dos se habían entregado por primera vez. […] -Al día siguiente- En total silencio se encontraba la casa cuando el cuerpo de Sira comenzó a reaccionar para después despertarse. Ella se encontraba boca abajo, con la espalda completamente descubierta, mientras las manos se encontraban debajo de la almohada, abrazándola, y la cabeza de lado viendo hacia la ventana. Amaba despertar en esa pequeña casa al lado del mar, escuchar las olas mientras desayunaban en la terraz
El Gran Engaño ©Safe Creative Código 2110259628684#ElGranEngañoDespués de pasar un final de año maravilloso en a playa, y un inicio lleno de amor y buenos deseos. El momentos de regresar a Cienfuegos llegó, y Can, Sira y Marina ahora traían una vibra diferente, una dinámica familiar que cualquier persona lo podía notar, y solo quedaba cerrar unos asuntos pendientes. Cuando los tres llegaron al lugar, Cienfuegos era un hielo, uno tan helado que les hizo añorar los días en la playa, bajo el cálido sol del Caribe Mexicano y tomando esas piñas coladas infinitas que Can maravillosamente podía ser. Así, tomaron un taxi en la estación del tren, y llegaron a casa de Sira donde, inmediatamente, al abrir la puerta, se encontraron con el rostro de la madre de Julio. ⎯¡Vaya, llegaron! ⎯ dijo con un tono bastante raro. Marina entro por la puerta, abrazando uno de sus peluches, mientras Sira la tomaba de la mano ⎯¿qué pasa?, ¿qué hace aquí?, pensé que se habían regresado ya ⎯ habló Sira extra
El Gran Engaño ©Safe Creative Código 2110259628684Sira no pudo soportar el hecho de saber que alguien había dicho algo así sobre su pequeña hija, sobre todo cuando se supone que sería la familia que pronto la tomaría como parte de su vida. De pronto, los recuerdos de lo que pasó con Sara Alemán llegaron a su mente, y un sentimiento de protección llegó a ella, lo que le hizo ir a su casa y enfrentar a Julio. Así, atravesó la calle lo más rápido que pudo y entró a la casa, solo para ver a su suegra sentada en la sala, leyendo un libro y con una copa de vino sobre la mesa. Al verla pasar, simplemente pronunció su nombre pero ella no le hizo caso y subió las escaleras a prisa, para que nadie a su habitación donde Julio se encontraba recostado sobre la cama. ⎯Sira, qué bueno que viniste amor, te extrañé ⎯ le dijo tan solo entró. Ella le puso seguro a la puerta y luego lo vio a los ojos ⎯ Julio ⎯ dijo su nombre con una seriedad que lo hizo borrar la sonrisa ⎯ te voy a dar diez minutos,
El Gran Engaño ©Safe Creative Código 2110259628684La discusión entre Sira y Julio se había prolongado toda la noche, toda. A pesar de que ella se había salido para irse a casa de Can, Julio salió a buscarla para tratar de arreglar las cosas. No obstante, llegó la catarsis y poco a poco se dieron cuenta que, antes de Can, su relación ya iba en decaída a pesar de que ella había aceptado comprometerse con él.Llevaban cinco años juntos, cinco, donde Julio y Sira compartieron sus vidas pensando en un futuro, pero, sus estilos de vida, sus planes y ahora la familia de él, los habían llevado a este punto. Julio había visto crecer a Marina y ella se la había confiado, sin embargo, hubiese llegado Can o no a sus vidas, jamás hubiera preferido a su pareja por su hija, aunque se hubiese quedado sola. La decisión estaba tomada, los planes se cancelaban y la madre de Julio, quién había escuchado la discusión, por dentro estaba tranquila. Sin embargo, las decisiones que se tomaron esa noche aú
El Gran Engaño ©Safe Creative Código 2110259628684Una de las grandes maravillas de Cienfuegos era su bosque, uno que se extendía por todo el terreno y que daba al lugar un aspecto tan natural y hermoso, de pureza, que a todos los que vivían ahí les encantaba. El bosque era precioso en todas las estaciones, pero más bonito en otoño. Sira y Marina solían salir a caminar por ahí, a recolectar las hojas rojizas y de color café que caían para poder hacer bonitos proyectos en casa. Sin embargo, el bosque era grande, frondoso y si no se conocía uno podía perderse e incluso caer en una de las tantas laderas que había en el lugar, también, había un lago que en los inviernos se congelaba y que muchos habitantes utilizaban para patinar, fotografiarlo o pintarlo. En ese bosque, en invierno, donde la temperatura era de -4 grados, Marina Zas posiblemente se encontraba junto con Astro, y debían encontrarla a como diera lugar antes de que cayera la noche, hiciese frío y tuvieran que dejar de busc