James esperó en la isla durante mucho tiempo, pero Cielo no había aparecido con ningún artista marcial.

Ahora, estaba un poco angustiado.

Extrañaba a Thea, quien estaba lejos, en Cansington.

Se sentó en una roca junto al asiento y miró las olas chocando con una expresión ligeramente apenada. Al rato, dejó escapar un suspiro y se levantó.

“Seguro que Cielo vendrá pronto. Incluso si no lo hace, Thomas vendrá. Debería aprovechar este tiempo para ver cómo está el dragón”.

James regresó al Abismo del Dragón.

Wilbur seguía dentro del Abismo del Dragón.

James entró y vio un montón de maleza dentro de la cueva.

Wilbur estaba sentado en posición de loto entre la maleza, y una luz deslumbrante rodeaba su cuerpo.

Cuando vio que James se acercaba, dejó de cultivar y se puso de pie.

James extendió la mano y una poderosa fuerza brotó de la punta de sus dedos, garabateando una frase en el suelo. “¿Sabes dónde está el dragón? Me gustaría echarle un vistazo”.

Wilbur miró a James y escribió.