Thea sabía que los artistas marciales que habían llegado a la isla con ella tenían sus propios motivos y estaban buscando el botín del dragón.

No quería que se desatara una pelea.

Pensaba llevarlos a todos de vuelta a casa sanos y salvos.

Sin embargo, no podía hacer nada si las cosas iban más allá de su capacidad para manejarlas.

Thomas miró a Thea. Al ver su lamentable aspecto, sintió compasión por ella.

Él dejó escapar un suspiro. “Thea, sigues siendo demasiado ingenua. Dejando de lado a los demás, Cielo y el Rey del Trueno no van a obedecerte. Ahora mismo obedecen tus órdenes solo para matar al dragón”.

“Cuando el dragón esté muerto, entrarán en acción”.

Al escuchar esto, Thea se quedó en silencio.

En este momento, no podía preocuparse menos por los asuntos del antiguo mundo marcial.

Solo le importaba asegurarse de que los soldados del crucero volvieran a casa vivos y de una pieza.

En cuanto a esos antiguos artistas marciales que habían decidido disputarse la sangre de dra