Una chispa de ira estalló en los ojos de la Madre Abadesa Serendipia mientras se burlaba con frialdad: “Sr. Carter, ¿estás del lado de este farsante?”.

Élites como el Maestro Reed y el Maestro Leonard ajustaron su mirada en Zoran.

“¿Farsante? Las reglas de la Conferencia de Matanza de Leones se habían establecido claramente. El derecho de disposición recae en el ganador. Mi hijo ganó la conferencia y tiene el derecho a disponer. Ya sea si lo deje ir o no, ¿qué tendría eso que ver con todos ustedes?”, sonrió levemente.

Mientras hablaba, su mirada intimidante indagaba por la multitud, lento y aterrador.

Ante las palabras de Zoran, las miradas de la multitud se intercambiaron entre sí, incapaces de decir algo.

“Incluso si dejamos pasar esto, él vino aquí para arruinar la boda. ¡Esto es inaceptable!”, La Madre Abadesa Serendipia refutó.

Zoran no pudo evitar reírse cuando le preguntó: “¿Oh? ¿Solo para arruinar una boda? ¿Y por eso quieres matarlo?”.

“Mató a su abuelo y se apr