—¿Quieres mi bendición? Bueno, que tengan la infertilidad tu marido y tú.

Magnolia habló fríamente, —Magdalena, deja tus trucos.

Se marchó al decirlo, sin intención de quedarse.

—Magnolia, ¿quieres huirte? Lo entiendo, te parece muy cruel esta realidad, ¿no? Todas estas flores que he enviado son más que el sueldo de un año para ti. Esa es la diferencia entre nosotras.

Magnolia se volvió, con mirada tranquila, —Está bien si quieres que siga diseñando yo, pero ¿no temes que prepare una trampa para matarte?

Cuando terminó de hablar, se puso seria Magdalena.

Finalmente, Magdalena dijo con rigidez, —¡Magnolia Fernández, no te atreverías a hacer eso! No creas que puedes ganar a Alexandra y piensas que soy tan estúpida como ella.

Magnolia sonrió satisfecha, —ya veremos, si me causas problema, pues, moriremos juntas.

Magdalena apretó los dientes, —¡el estudio sería responsable si hicieras eso! Además, ni siquiera sabías que fui yo quien hizo el pedido antes de venir hoy aquí, no habrías tenido