Capítulo 1025
Había cierta incomodidad en el ambiente en ese momento.

Magnolia enarcó una ceja con ganas de reír.

Obviamente, la persona presente más perjudicada fue Rosalía, pero el presidente, una vez que consiguió la cubitera, fue el primero en utilizarla él mismo.

Bueno, no había tanto cariño entre este padre y su hija.

El presidente reaccionó de inmediato y dijo, —Rosalía, meta tu mano aquí, y vas luego directamente al hospital para que no te quede una cicatriz.

Rosalía palideció de rabia, pero enseguida se calmó, porque no era momento de perder los nervios.

Después de todo, su único apoyo en este momento era el Presidente.

Siempre había sabido que su padre era un egoísta, de lo contrario no habría abandonado a su madre y a sí misma en aquel entonces.

Rosalía exprimió las lágrimas y dijo con voz resignada, —Papá, estoy bien, solo hay una cubitera, así que la usas tú. Al principio te hiciste daño porque yo te metí en líos, me habría sentido culpable si te hubieras hecho daño.

Tras pronunciar est
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