Llegaron al famoso "Paradise City" una isla hermosa, grande, con olas rompiéndose a cada segundo y vegetación variada. Todo un espectáculo a la vista, haciendo ver a los turistas del motivo de su nombre.Abbey ya estaba completamente recuperada y bastante feliz, porque aprovecharon las vacaciones del instituto para ir y no perder clases en vano. Se alegró mucho más al ver la casa de su abuela, en donde había pasado la mayor parte de su infancia. —¡Todo está igual! La abuela sonrió encantada. Esa era su nieta, la sonrisa que tenía en el rostro sí pertenecía a su nieta y no el aura tóxico que tenía en esa mansión maloliente.—¡Ha pasado mucho tiempo desde que estuve en tu casa, abuela!—Sí, mi niña. Pero finalmente estás aquí—recogió un mechón de cabello y lo colocó detrás de la oreja de Abbey—. Ya tienes el cabello bastante largo. ¿Te lo vas a cortar de nuevo? Ahora te queda muy lindo.—No lo sé—pensó—. Tal vez lo considere...Miró el cielo abierto, azul y con unas cuantas nubes. El
—¡Já! Niño inteligente—a Evan le recorrió lava ardiente por las venas—. ¡No la toques!Los niños salieron corriendo en cuanto vieron como un Evan enojado entraba al agua como si fuera un toro embravecido, menos el que se aferraba a Abbey como si fuese su salvación. Atrapó al niño y rodeó su cuello con su brazo.—Hace tiempo que veo que te estás burlando de mí, niño insoportable...Abbey quedó sorprendida. Evan jugaba con el niño como si un hermano mayor "peleara" con su hermano pequeño y su rostro era muy diferente al frío cascarón que mostraba. Ahora tenía una cara pícara y molesta, pero molesta en la forma divertida.Retrocedió un paso para poder admirar mejor la escena tan inusual y especial.—"Así que él puede hacer ese tipo de expresión...Sabes, Evan, me pasa lo mismo que a ti. Cada vez que encuentro algo nuevo en ti, mi corazón late a mil por hora y todo a mi alrededor deja de importarme"La pequeña niña con el salvavidas en la cintura se acercó y comenzó a salpicar a ambos con
¿El inolvidable amor de infancia? O ¿El virtuoso amor de juventud?¿Hacia qué lado se inclinará la balanza? ¿Quién se quedará con el extremo final del hilo rojo?—Tan imprudente como siempre, A.—¿Sam?Y un un shockeado Evan miraba todo desde la arena.Después de haber recogido a la pequeña niña, tomó en brazos a Abbey y el cuerpecito de la niña, mientras se acercaba a la costa de forma lenta pero segura.—Sam...—Abbey estaba temblando. —No te preocupes, A. Todo está bien ahora, estoy aquí.Al llegar a la orilla, bajó a ambas con cuidado.—Gracias...Los niños al instante rodearon a los dos.—Debes de tener un ojo en ella, siempre—El niño mayor asentía frenéticamente mientras todos abrazaban a su amiga pequeña.Sam, es su amigo, para ser precisos, el único amigo de infancia que ha tenido desde que tiene memoria. De niña, prácticamente pasó la mayor parte de su crecimiento en la isla. Es sólo un año mayor, sin embargo su madurez y sensatez supera la de un adulto promedio.Solía jugar
"A veces la ignorancia es una bendición"Evan cerró su habitación de un portazo. No estaba pensando claramente y menos cuando su puño impactó contra el armario de aspecto antiguo de su cuarto. —¿Acaso soy un jodido niño berrinchudo? ¿Celoso también?El leve pinchazo casi lo devuelve a su estado normal. Casi.Lo que lo hizo volver a la realidad fue el libro pesado que cayó de arriba del armario cuando lo golpeó. Le dio de lleno en la cabeza.El revoltijo que sentía en todo su cuerpo fue ignorado por el curioso libro. No ponía nada enfrente y tampoco atrás. No tenía polvo, sobre todo en la parte delantera, se notaba que fue hojeado unas cuantas veces pero sin llegar a rasgar o romper nada.—Soy un imbécil. Abbey está contenta, radiante de lo feliz que está por haber vuelto a su lugar de origen. De haberse encontrado con su amigo de infancia. Y aquí estoy yo comportándome como una criatura de 2 años. Suspira y se golpea una vez más en la cabeza con el libro antes de abrirlo.De alguna
Cuando conoces el amor, corres el riesgo de conocer el odio.Prometió muchas cosas. Prometió hacerla la novia más feliz de la tierra. Prometió cuidarla, protegerla y no importaba que, no la lastimaría. Y se supone que lo había jurado.Viéndola con sus propios ojos, aferrándose a un hombre que no es él. Sollozando como si su vida dependiera de ello. Aún así, hería a su pequeña ángel una y otra vez. Sus tiernos hipidos llenaban el amplio lugar de un sonido, para algunos dulce y para él doloroso. Reunió su coraje, su orgullo destruido y su corazón, en un puño, cambió de dirección y se encaminó en silencio al único lugar en donde podía atormentarse a gusto...Releyó el mismo párrafo, literalmente unas 15 veces. No podía concentrarse. El día era magnifico, sentado en un sillón de cuero campestre bajo la sombra de un árbol frondoso, escuchaba el relajante trinar de pajaritos, el olor a playa refrescante, el agradable sol arriba de su cabeza, el libro en sus manos lo distraía, pero su aura
—Para ti—Sam ofreció el peluche con una sonrisita. —¿Para mí?—Abbey parpadeó. —Sí, me alegra que ya te sientas mejor y que no tengas ojeras.Sus manos fueron a parar al rostro de Abbey. Se estremeció ante el repentino contacto, la punta de sus dedos era un agradable frescor bajo sus ojos.Ambos se alejaron al instante cuando Evan golpeó la mesa del juego de un manotazo. Había puesto dinero y observó con determinación a su amada. —Yo también juego.Abbey boqueo cual pez. El lado competitivo de Evan estaba saliendo a la luz de nuevo.—Elije lo que quieras.—Eh, vale...¿esa rosa?Observó como una rosa tenía el número 10, y era más pequeño que el 15 pero eso no importaba. Lo obtendría.Ya iban dos disparos y que no conseguía darle a ese bendito número 10. Las manos le temblaban del disgusto. ¿Cómo es que tenía tan mala puntería?—Yo seré quien lo obtenga—el fusil lo acomodó de mejor manera—. Todas las cosas que mi esposa quiera.Disparó. El número 15 se tambalea, sin embargo la bala fu
Sintió como la bilis subía hasta su garganta, se le erizaron los bellos de sus brazos. El dolor de sus pies fue olvidado momentáneamente. Un espasmo recorrió una de sus manos. —¿Cómo sabes...Cómo sabes eso?—Te hice una pregunta.Abrió la boca, dispuesta a decir ¿la verdad? ¿una mentira? ¿balbucear? Realmente no lo sabía.Un estrépito hizo girar a ambos hacia la misma dirección.—Sólo dejo esto aquí y...—¿¡Sam?!El susodicho se enderezó con los ojos bien abiertos, al parecer no había reparado en la presencia de los dos, hasta ahora.—¿Eh? ¿A? ¿Evan?—Se acercó—. ¿Qué hacen tan tarde todavía afuera? Vine a dejar unas cuantas cosas que tu abuela me había prestado pero pensé que ya se habían ido a la cama.Abbey asintió.—Si, ahora estaba por ir a dormir...—¿Qué pasó con tus pies, A? —¡Ah! No es nada, sólo fueron los zapatos...Sam hincó una rodilla en el piso sin dudar. —Déjame ver—sujetó su empeine—. ¡¿Cómo no va a ser nada?! Estas sangrando ¿Te duele mucho?Fue arrebatada de sus
"Te amo con todo mi corazón, te odio con toda mi inteligencia."—Abbey todavía no llega...Evan quien estaba recargado por el umbral de la puerta se estremeció. Había estado parado en el mismo lugar durante varios minutos, escuchando murmurar y rezar a la abuela, quien estaba sentada en la sala frente a una mesa rústica. Por curiosidad se había quedado a escuchar tal vez lograría oír algo de la abuela que le fuese divertido, pero eso último lo petrificó ¿Abbey tan tarde fuera? ¿Quizás con Sam? o peor aún ¿sola?Abbey, cariño. ¿Dónde estás?Ya no podía respirar, estaba casi segura de que si seguía así escupiría un pulmón.—¡Espera! ¡Sam!—forcejeó inútilmente—. ¡No puedo correr más!—no hizo caso y siguió arrastrándola por caminos llenos de enredaderas—. ¡Por favor, detente!Samael también respiraba con dificultad. Se detuvo y la miró directamente a los ojos.—Lo lamento—tragó—. Lamento haberte traído a la fuerza pero si te seguía dejando allí, terminarás rompiéndote. No puedo permitirlo