Mercy inhaló profundamente y deslizó su espada por la pared, junto al viejo armario.—Aún no he acabado con mi venganza, ¿lo sabes, verdad?La sonrisa maliciosa de Mercy se ensanchó al imaginar el miedo que debía de sentir Abbey dentro del armario. La pobre intentaba controlar su respiración y sus temblores, pero Mercy podía oírla perfectamente.—Quiero que Evan sufra el infierno, y para eso te necesito a ti. Eres lo único que le importa.Mercy se compadeció brevemente de él. Estaba tan perdido que no se daba cuenta de su locura.—Así que si te destrozo, mi venganza será completa.Suspiró con impaciencia cuando el armario permaneció en silencio. Parecía que nada de lo que decía iba a hacer que Abbey saliera de su escondite ridículo, así que se decidió a abrir el armario y acabar con su venganza de una vez por todas.Ya estaba harto de tanta quietud.—Cuando mueras, no me culpes a mí. Culpa a tu novio.Al abrir el armario de golpe, una escoba vieja se desplomó sobre el suelo. Mercy se
—¿Qué?—Mercy miró con asco a Evan—. ¿Acaso no tienes orgullo? ¿Por qué no te defiendes?Evan escupió sangre al suelo—. ¿Qué te crees? ¿Qué me has hecho algo? ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?—se burló con una sonrisa maliciosa al ver el desconcierto en el rostro de su rival y se pasó la mano por la mejilla, donde había sentido el impacto de la espada de madera—. La fuerza insignificante de un mocoso asustado no me hará ni cosquillas.Mercy apretó los dientes, sintiendo la punzada de la ira.—Seguro que tu padre es tan patético como tú…—Evan siguió provocando y se deleitó con el dolor que reflejaba la cara de Mercy—. O peor.Sin previo aviso, retrocedió al sentir otro golpe de un furioso Mercy. Mercy le asestó golpe tras golpe en las costillas, con mucha más potencia que antes. ¡Qué se había creído ese idiota! ¡Qué su padre era débil! ¡Qué él era débil!—¡No vuelvas a mencionar a mi padre!—otro golpe con la espada de madera en la nariz—. ¡No tienes ni puta idea de nada!—Mercy lo atac
Evan abrió los ojos con dificultad y vio un techo desconocido. Todo su cuerpo le dolía, como si hubiera sido golpeado por un tren. Se llevó una mano a la cara y notó que tenía cortes y vendas. Su cabeza también estaba envuelta en un vendaje que le cubría la frente y las sienes.—¿Qué...?Una cara sonriente se inclinó sobre él.—¡Evan!—La voz de Abbey sonó aliviada—. ¡Qué bueno que despertaste!Evan intentó mover el otro brazo y se dio cuenta de que también estaba vendado.—¿Abbey? ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?—Estás en tu habitación, Evan—ella le apretó las manos con cuidado—. Has dormido por un día entero. ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo te sientes?Entonces, los recuerdos le asaltaron. Quiso incorporarse de golpe.—Eh, tranquilo, no te levantes...—Abbey—Evan la miró con angustia—. ¿Qué hay de Mercy? ¿Qué ocurrió? Solo recuerdo que después de abrazarlos, todo se puso negro y nada más.—Sí—Abbey le sonrió con ternura—. Te desvaneciste justo después de ese abrazo. Te cuento, lo que pasó fue.
Con un movimiento ágil, Mercy se deslizó hacia la derecha, evitando el golpe de su rival, y aprovechó el hueco que había dejado en su defensa para atacar con rapidez, sumando punto tras punto.Después de una intensa lucha, la campana anunció su victoria al marcar el punto decisivo.Se quitó la máscara que le cubría el rostro y se pasó la mano por el cabello empapado de sudor. Ryan y Roan corrieron a su lado con una botella de agua.—¡La Academia Hisuth se clasifica para la final!—proclamó la voz que resonaba en el altavoz del estadio.El público estalló en aplausos y vítores.(...)Mercy no dejaba de beber agua en el vestuario y la zona de relax. Ryan se limpió el sudor con un profundo suspiro.—No sé cómo lo hemos hecho, pero estamos en la recta final. Vamos a darlo todo, aunque solo contemos con nosotros tres—dijo a su gemelo.Roan le dio la razón con un gesto mientras se ajustaba el traje de esgrima.—Así es.—”Solo los tres”—repitió Mercy en voz baja, con una sombra de tristeza en
La noche es silenciosa y oscura en la mansión de los Jones. Solo una luz se filtra por la puerta entreabierta del estudio, donde Evan, el joven heredero y CEO de una empresa internacional, se afana en terminar sus tareas pendientes. Su prometida, Abbey, no puede dormir sabiendo que él está desvelado. Se levanta de la cama y se dirige al estudio, llevando una taza de té humeante para reconfortarlo.Abre la puerta con cuidado y lo ve sentado frente al ordenador, rodeado de libros y papeles. Lleva unos lentes que le han recetado para el cansancio ocular, pero que no le quitan el atractivo. Se ve cansado, pero determinado. Abbey siente una mezcla de admiración y preocupación por él.—Evan, cariño, ¿todavía no has dormido? —le dice en voz baja, acercándose a su escritorio y dejando la taza junto al mouse—. Son más de las tres de la mañana.Él levanta la vista y le sonríe con ternura. Se quita los lentes y se frota los ojos.—Abbey, mi amor, gracias por el té —dice, cogiendo la taza y bebie
—Por cierto, preciosa…—Evan aprovechó que ya tenían las manos entrelazadas, la estiró hacia él y se dejó caer en el sofá. Abbey chilló por el repentino movimiento y porque ahora se encontraba acostada encima del pecho de su prometido—. Un beso en la mejilla no será suficiente para mantenerme despierto.—¿Eh?—Abbey subió ambas cejas.—Dame algo más sustancioso—el joven CEO sonrió y rozó sus dedos encima de los labios de su novia—. Un beso más profundo.Abbey se encendió de pies a cabeza. Se volvió el sol, de tan roja que estaba.—¡Por qué tengo que hacer algo así!—Porque solo así me quedaré despierto, y eso es lo que quieres ¿No?—Estás siendo tramposo…Evan soltó una risa—. Toma responsabilidad por lo que dijiste. Después de todo, tú eres la mayor.Abbey giró los ojos. ¡Él solo la trata como mayor cuando le conviene!Se removió encima de él y apretó los puños. Bien, vale, solo es un beso. Nada del otro mundo, ¿Verdad?—¿Puedes…abrir tu boca, solo un poco?Hizo lo que le pidió, pero c
Era…diferente a lo que ella esperaba.El tío tomó su mano, pero en vez de estrecharla, la giró para que la palma quedara hacia abajo y le besó el dorso con un gesto seductor.Evan y Abbey se quedaron pasmados, pero el joven CEO apartó a su novia de su tío rápidamente y le espetó:—Sigues siendo el mismo de siempre, no has cambiado nada, tío.—¿Qué pasa?—se burló el tío—. ¿Te pones celoso ahora?Evan chasqueó la lengua, molesto.—¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo nos trajiste dormidos? ¿Y mi mansión?—Oh, es cierto—el tío cruzó los brazos—. Desde hoy, esta será tu casa.Abbey y Evan abrieron la boca hasta el suelo.—¿Qué? ¿Estás loco? —exclamó Evan, furioso—. ¿Cómo puedes hacer esto? ¿Dónde está mi casa?Su tío se encogió de hombros, con una sonrisa maliciosa.—Lo siento, pero he decidido que esta es la mejor forma de enseñarte una lección. A partir de hoy, vivirás aquí, sin lujos ni comodidades. Y si quieres heredar la empresa que tu padre y yo fundamos desde cero, tendrás que demostrar tu
El sol matutino le picó los ojos a Evan, que se revolvió en la cama con un gruñido. Seguro que Abbey había dejado la cortina abierta la noche anterior, como solía hacer. A veces se preguntaba si era una desventaja de dormir con su novia.Se frotó los párpados y miró a su alrededor, confundido. No reconoció el techo descascarado ni la lámpara colgante que parecía a punto de caerse. Entonces recordó lo que había pasado el día anterior. Su tío, el dueño de una gran parte de la empresa familiar, le había mandado a vivir en esa casa destartalada como castigo por haberse pasado con su egocentrismo y probar que puede surgir de entre las cenizas. Como un verdadero hombre puede hacerlo.—Buenos días, Evan —escuchó la voz dulce de su prometida, que lo sacó de sus pensamientos. Se incorporó y la vio de pie junto a la cocina, que estaba a pocos pasos de la cama. La casa era tan pequeña que apenas cabían los muebles básicos. Abbey llevaba un vestido floreado y un delantal con volantes, y su sonris