Recuerda que las noticias malas, pueden convertirse en peores. Ley de Murphy. No recuerda haber llegado al hospital, ni siquiera recuerda cómo salió del instituto, su mente solo estaba en: Evan. Su alma casi sale de su interior al verlo. Está allí, sentado en el pasillo de espera de familiares. A pesar de su alivio, de confundió. Si no era Evan quien estaba de paciente, ¿entonces quién? Cuando recibió la llamada de Stephen y lo escuchó afectado al punto de balbucear, la presión arterial subió a los cielos, sin embargo escuchar las palabras "Amo Evan" y "hospital" en una misma oración anuló su ritmo cardíaco. Se asustó tanto que ni siquiera lo pensó dos veces, salió corriendo del lugar sin importarle más nada que llegar a la clínica. —Ángel—Evan levantó la mirada al oír pasos y se lanzó a los brazos de su amada. Por más hombre que sea, sus lágrimas estaban justificadas por ese dolor atroz en su pecho. Abbey sin embargo tuvo que reprimir un jadeo al ver el rostro de su prometid
Las cosas pasan porque tienen que pasarEl fósforo y la vela—Cuando tuvimos esa pequeña discusión me sentía totalmente inútil, molesto conmigo mismo, me atrevería a decir que hasta culpable—Evan sonríe con amargura y guía la mirada hacia el suelo, inconscientemente, quizá y sólo quizá sería más fácil contar lo que debía sino miraba la decepción y la lastima que tendrían sus ojos. Abbey miraba atenta, tuvo el impulso de alargar la mano y cogerle los dedos para demostrar apoyo, pero algo en su interior le decía que si lo hacía puede que él, se cierre dentro de sí mismo, como una concha marina. Aguardó con paciencia a que Evan termine su relato—. Prometí cuidarte, sin embargo ¿a quién engaño? No puedo ni siquiera averiguar quién te hizo daño y encima de todo, para la guinda del pastel, asesino a mi madre y mando al hospital a mi chófer. —Evan...Niega y va hacia la ventana del cuarto del hospital, evitando mirar el cuerpo inconsciente de su chófer.—En fin, hice investigaciones, hilaba
Sí, me quiero casar y crear recuerdos de ese día. "Pensamiento vago de Abbey "Estuvo un buen tiempo observándola, de soslayo obviamente, aún así, su luz, lo cegaba. Los demás en el pasillo parecen también haberse dado cuenta del cambio, susurraban y a veces entormaban los ojos. Sí, Alastor estaba en éste último grupo, debía entrecerrar los ojos para evitar una ceguera permanente. Suspiró irritado, sospechando de la alegría de esa amateur y se acercó, anunciando su llegada.—Parece que ya te has reconciliado con el niño rico ¿no?Abbey sonrió ante la repentina pregunta/acusación del castaño. ¿Porque estaba de mal humor? No importaba, nadie podía hacerle borrar esa sonrisa de su rostro. —¿Niño rico?Alastor giró los ojos.—Ya sabes, tu novio.Abbey sonrió con mayor intensidad. Alastor se sorprendió del cambio de actitud. —Si no te conociera, diría que estás celoso, Alastor. Tosió al atragantarse con su propia saliva. ¿Él? ¿Celoso? ¿El mayor Rockstar del mundo? ¿Quién tenía millones
Mucho tiempo ¿eh? No habían celebrado su aniversario por obvias razones. Todos estaban de luto y no podían festejar algo así con Robert en el hospital. ¡Dios! ¡Se estaba olvidando de algo muy importante!—¡Evan! ¡Este año me gradúo!Evan rió y le dió la razón. —Correcto, pero todavía faltan como cinco meses para eso. No te apresures.—¿Pero qué voy a estudiar? ¡No tengo idea de qué hacer!Evan también pensó ¿Qué podía hacer para calmarla? Es seguro que él no puede elegir la carrera por ella, pero al menos...—¡Dios! ¡Evan! El zarandeo de Abbey le revolvió el estómago. Tenia mucha hiperactividad acumulada al parecer.—Ángel, te agradecería que dejes de revolver tanto mi estómago como mi cerebro, me estás dando malestar y jaqueca.Abbey lo soltó, avergonzada. —¿Porqué tanta efusividad?—El 4 es mi cumpleaños. —¿Ajá?—Cumplo 18.—¿Vale?—Me haré mayor de edad.—Abbey, tener 18 es ser mayor de edad. ¿Porque resaltas lo obvio?—¡No lo estas captando!Abbey se paró y empezó a caminar p
¿Uso ropa interior de abuela? Ésa es la cuestión. Como luego existo.Por un momento hubo silencio. Los pájaros cantaban, la luz del sol salía, el aire no tan puro por la contaminación urbana se respiraba, sin embargo ¿Qué acababa de escuchar?Ah, carajo, ¿porqué preguntó eso a la persona más frívola y sin sentido en el mundo? Abbey no lo sabía. Su rostro lo sentía en llamas, ni de broma miraría a Alastor a la cara luego de esa penosa y ridícula pregunta. Llevó ambas manos a su cara cubriendo su boca en el proceso, evitando que más oraciones estúpidas arruinen su coeficiente intelectual. Antes de decir nada más, sintió una mano grande y fría en su cabeza, acariciandola como si fuera algún tipo de San Bernardo. —No creí que fueras tan tonta, amateur—Abbey subió la mirada a pesar de su bochorno. Las palabras de Alastor sonaban hirientes, sin embargo el tono de su voz era suave y carente de asperezas, como si esas palabras fueran absolutamente lo contrario a lo que quería transmitir. Lo
—Sólo probaré un poco antes de nuestra cita—pasa la lengua por su labio inferior con sensualidad. Jadeó incrédula ¿Desde cuándo Evan era tan sensual? ¿Estaba en un sueño otra vez? Sin embargo, la humedad entre sus muslos, corroboraba a la verdad y la realidad. Nope, este era el mundo real. ¡A cien! ¡Todo su cuerpo iba a cien! Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás al sentir sus labios calientes en uno de sus senos. Succionó con fuerza para luego calmar el ardor con una lamida lenta y encantadora. Sus cuerdas vocales no le pertenecían, esa era la única respuesta que tenía para el sonido tan bochornoso que salió de su boca. —Oh sí, tus gemidos son celestiales. Déjame escucharlo más seguido. Volvió a hundir su cabeza entre sus pechos, pero esta vez agarró entre sus dientes la tela suave del sostén y lo empezaba a bajar con lentitud. La espera se le hacía tortuosa. Sentia que iba a salir fuera de su piel.—E-evan, por-r..por favor...Se detuvo y la miró a los ojos. Malicia y picard
A veces, desearlo con todo el corazón. No es suficiente. —¡Lo estás haciendo mal! ¡Otra vez!Alastor se tragó un gruñido de molestia, con un brazo encima de sus ojos. Ya perdió la cuenta de las veces que cayó al piso de parqué, sin poder realizar correctamente su coreografía. Estaba tumbado de espaldas, jadeando de cansancio. Sudaba a mares y la vista ya se le emborronaba.El coreógrafo gritaba a un volumen que debería ser ilegal y ser considerado polución sonora. Era un sonido peligroso para la humanidad. Al ritmo de la música moderna lo intentó una vez más, pero como venía haciendo hace una hora, perdió el equilibrio al tropezar con sus propios pies, terminando desparramado en el suelo. El coreógrafo, ya perdiendo la paciencia se acercó a pasos pesados—. ¡Ya deberías haber perfeccionado este baile! ¡Y lo sabes!No tenía ni ganas ni fuerza para discutir algo tan obvio por lo que tan solo asintió. —Es cierto. Lo siento mucho.—¡Descansa! ¡Con un baile tan mediocre una estrella en
Alastor hizo una maniobra digna de un maestro al detener el paraguas, su capucha y el cuerpo de Abbey en sus brazos, arreglandoselas para no mojarse en el proceso. Fue una casualidad enorme que él hubiese preferido caminar en vez de ir con Henrick a casa. La tormenta lo agarró a mitad de camino y para acortar distancia cruzó hacia la tren station. Pensó que estaba alucinado por la pelea de horas atrás cuando vio a una muchacha increíblemente parecida a Abbey sentada en medio de la tormenta en esa vieja banca de madera. Se rió mientras se acercaba, de seguro solo es su imaginación, pensó. Sin embargo, al acercarse más, el horror lo instó a correr para llegar más rápido. Sí, definitivamente no era una ilusión,ni su imaginación, era la verdadera Abbey, mojada hasta los pies, y fría como la nieve.Su cuerpo cayó sin fuerzas a sus brazos —. ¡Abbey! ¡Arriba! ¡Tenemos que sacarte de aquí! ¿Qué clase de tonta eres que ni siquiera tienes un paraguas?Abbey no contestó y Alastor trató de levant