Ufff, estoy muy nerviosa. Mis padres por poco no me creyeron que iba a ver a Evan, ya que según ellos yo ayer estuve en un bar y ya me estoy "corrompiendo", pero no les pude decir nada más. No es porque Evan me lo prohibió ni nada, sólo es que ¿Cómo le explicas a tus padres el giro que da tu vida cada dos segundos?Tengo un sencillo vestido azul Francia con un hombro descubierto. Agradezco que todavía haya sol y que un suave viento me haga sentir por lo menos un poco tranquila.Estoy frente al hotel Rosé Mitchell y hay tanta gente amontonada que se me revuelve el estómago. Odio ser el centro de atención.Con valentía doy dos pasos con rumbo a la gran puerta tintada de cristal, cuando escuchó una voz cercana-¡Señorita! Disculpe la molestiaGiro mi cabeza y encuentro a un muchacho un poco mayor que yo, quizá de unos 6 o 7 años, tez pálida y ojeras pero que lleva una gran cámara colgada del cuello. Uff es un reportero.El reportero se detiene frente a mí con una libreta en las manos. ¿P
-¿Quién eres tú?.—Miraba fijamente entrar al hombre vestido de negro con la máscara. Se pavoneó por todo el lugar para luego sentarse frente a mí en otra silla.—¿Eres..?—¡Silencio!.—Espetó duramente, pero su voz salió distorsionada por el aparato en su máscara.—Eres muy ruidosa.Yo sentía el miedo en cada uno de mis poros ¿Quiénes eran éstos hombres y qué querían?—¿Qué queréis?.—Pregunto en general pero solo recibí sonrisas macabras de los tres hombres, mientras que el que estaba sentado frente a mí solo escuchaba su respiración a través de la horrible máscara.—Yo ya estoy consiguiendo lo que quiero.—Su voz distorsionada me pone los pelos de punta.—Pero ella no lo sé…—¿Ella?.—Al terminar la pregunta la puerta se abrió y apareció la quinta persona. La verdad que no me sorprendió en lo más mínimo, sentí alivio al reconocer una cara.— ¿Darleen?Asco y odio aparecieron en su rostro cuando posó su mirada en mí. Moví mis brazos con impaciencia.— Sácame Darleen, por favor, tú no eres así
EvanYo no suelo ponerme de los nervios fácilmente, pero esto me está sobrepasando.Camino en el dormitorio de un lado a otro y fijo de nuevo la mirada en mí muñeca. Faltan cinco minutos y Abbey no ha llegado.Y lo más raro es que mi madre Tampico ha aparecido. Cuando la imagen de Abbey aparece en mi cabeza, olvido completamente a esa mujer que me dió a luz.Hago a un lado la cortina y miro por la ventana, fuera hay muchos periodistas, y personas normales que quieren curiosear pero no está Abbey.Una sensación desagradable invade mi pecho y paso la mano por mi esternón. No me gusta sentir ésto.Sin darme cuenta e inconscientemente, salgo por la puerta de atrás y voy directo frente a las puertas de cristal, en la entrada.El traje se me hace muy molesto ya que estoy sudando. Escudriño el horizonte y toda la entrada pero no hay señales de Abbey.¿Me habrá…? No, ni se me ocurre terminar ese pensamiento, ella no sería capaz. No, me niego a pensar eso.Me fijo en los zapatos brillosos y ha
AbbeyNo puedo creerlo, ¿es lo que yo creo que es?—¿Evan?.—Pasa la yema de su dedo pulgar por mis ojos y seca mis lágrimas con una sonrisa.Él se levanta abriendo sus piernas levemente, haciendo de escudo para mí que estoy en el suelo, todavía sin podérmelo creer.Suelta una risa divertida y no entiendo la situación hasta que habla, mirándome por sobre su hombro.—Recuperar todos mis recuerdos justo ahora, en una situación así. Es algo típico de nosotros¿no?Suelto una risa entre dientes porque es verdad, nunca fuimos una pareja normal y es más, creo que la normalidad está sobrevalorada. Lo que es normal para una araña es el caos para una mosca.Coloca una pierna atrás de la otra y reconozco que ya no es pose de defensa, sino de ofensa (sí, veo mucho televisión de lucha). Me regala una sonrisa socarrona de medio lado aún con su traje manchado de mugre y sangre, con su labio partido y con raspaduras en casi toda la cara, comenta. —No te preocupes pequeña ángel, te sacaré de aquí.Yo m
—Deberías ir al hospital.— Evan niega con la cabeza y sin soltarme la mano, nos colocamos a un lado de la acera.Muchos policías todavía están aquí, atraparon a dos matones, sin embargo el líder logró escapar y están haciendo un rastreo por todo el lugar. Me tenían secuestrada en algo así como una fábrica abandonada. Eso explica el olor a moho y a animal muerto.Desde que salimos de allí, Evan no me ha soltado la mano ni un segundo y yo estoy más que feliz con ello. Me hace sentir segura y feliz. Ni siquiera me soltó cuando tuvimos que dar declaraciones a los policías sobre mi secuestro y demás detalles. Y por alguna extraña razón que ni yo misma entiendo, no les conté a los policías que Darleen fue quien contrató a los matones a sueldo y que ella también estuvo aquí.—Evan, de verdad creo que deberías ir al hospital.—me preocupo.—Puedes tener alguna costilla fracturada…Niega de nuevo con la cabeza y revisa su reloj. Viéndolo me pregunto ¿como será que me encontró?—Evan.—lo llamo y
—Es una vista hermosa.No evito el tono maravillado y alucinante de mi voz. Estamos en el piso más alto del hotel y puedo ver prácticamente toda la ciudad, desde el gran ventanal del dormitorio. Las luces encendidas de los otros edificios y las grandes casas dan un espléndido color a la noche oscura.—¿De verdad está bien que estemos en un lugar así?.—volteo a ver a Evan quien se está quitando el saco despacio cerca de la puerta. Creo que no debe ser bueno quedarnos porque de seguro es mucho dinero.—Es muy tarde. —se empieza a aflojar la corbata mientras me mira. Me remuevo nerviosa ante su atenta mirada. Tal parece que puede ver en mi interior y yo quedo expuesta ante él. —Y no quiero que tus padres te vean con todos esos moretones y cortes antes de que yo te las pueda curar. Así que está bien.Abro la boca preocupada por mis padres, ahora que él lo menciona, los recordé. (sí, soy una pésima hija) pero él me corta, leyéndome el pensamiento. —Ya avisé a tus padres.—¿No te dijeron al
Estoy decidida, así que subo mis brazos y me aferro a su espalda. Es ahí en donde empieza mi preocupación.Gime de dolor y yo me aparto al instante. —¿Te hicieron mucho daño?Evan levanta de nuevo mis brazos y hace que lo rodee. —No dejes de abrazarme.Aprieto los labios y asiento, él se inclina de nuevo y hace maravillas en mi oreja. El gemido que salió de mi boca no lo pude detener y hasta me dió vergüenza. Me muerde el lóbulo de la oreja y lo lame. Una oleada indescriptible me recorre la espina dorsal. Nunca en mi vida había sentido tanto placer, no de éste tipo de placer por lo menos.Baja besando suavemente todo el camino de mi cuello hasta terminar en mi clavícula.Mordisquea esa parte de mí anatomía y me retuerzo debajo de él, inquieta sin entenderqué busca mi cuerpo.Ataca de nuevo con ferocidad mis labios y trato de darle lo que tanto anhela. Está impaciente y con ganas de más, mucho más.Siento como algo duro, contento y mucho más impaciente de atención golpea una parte de
—¿Segura que no quieres que entre contigo?Niego con la cabeza cuando me lo pregunta. Evan quiere darme apoyo moral y emocional para entrar a mi propia casa. Aunque me haga adorarlo aún más y apreciarlo por querer apoyarme, me da escalofríos de tan solo pensar en Evan y en mi padre en una misma habitación.—Tú debes ir a una reunión muy importante.— Eso es verdad, lo oí discutiendo está mañana por teléfono tratando de atrasar esa reunión pero sin éxito. —Y mi padre te mataría si te ve conmigo.Evan muestra una mueca, molesto. —Fui tan estúpido como para arruinar la confianza que tenía.Robert aparca frente a mí casa y suspiro pesadamente, mientras salgo de la limusina.—Tranquilo, él sólo tiene miedo de ti y de que me hagas daño.Él sale detrás de mí, rodea el automóvil y se acerca. —Es justo lo que yo haría. —acaricia mi mejilla y cierro los ojos disfrutando el suave toque.— Si yo tuviera una hija, la protegería con uñas y dientes.Sonrío y siento su aliento sobre mis labios. —¡Abbevi