Olivia sonrió con dulzura, con la mano temblorosa la colocó encima de la de Iván. La azulada mirada de él se posó en la joven, quién no podía sostenerle la vista porque sentía que, de un momento a otro, él iba a adivinar sus sentimientos—. Tú jamás me agobias, eres mi amigo, estamos para apoyarnos en las buenas y malas.
—Tienes razón —expresó él, sin dejar de verla, al lado de aquella joven encontraba la paz que le hacía falta a su alma atormentada—. Hoy vine a festejar tu liberación y una nueva etapa en tu vida.
Olivia sirvió el sushi en los platos. Iván descorchó el vino y lo colocó en dos copas.
Comieron y bebieron hablando acerca de la aseguradora, ella trataba de mantener la mente de Iván ocupada en otra cosa que no fuera Paloma.
—Me debes un baile —advirtió él. Olivia se enrojeció.
—Te dije que no sé hacerlo —pronunció en un murmullo.
—Eso s
Estos chicos van a dormir juntos al parecer. ¿Sucederá algo? ¿Qué opinan?
La pareja ingresó a la alcoba solo existía una cama de madera de dos plazas pegada a una pared, una silla vieja arrumada en una esquina, varias tinas con ropa limpia a un costado de una pequeña mesa de planchar, además de algunas cajas de cartón apiladas en un extremo. —Disculpen somos humildes —volvió a repetir la señora. —Más bien usted discúlpenos a nosotros por venir a incomodarla —le dijo Olivia, con la mirada agradecida. —En estos momentos es cuando debemos ayudarnos unos a otros. — Sonrió la mujer. La señora salió de la habitación, Iván, también le agradeció el gesto. Olivia se sentó en un extremo de la cama, observaba la alcoba y escuchaba como de nuevo la lluvia caía. —¿Crees que hayan logrado evacuar a toda la gente cercana a la montaña? —No lo sé, espero que sí, sería una gran catástrofe, pero imagino que la
Cuenca- Ecuador. Dulce y Alejandro, sonreían felices mientras Paloma, y Diego, los columpiaban en el parque. —¡Más alto papi! —exclamó Alex. Cuando Paloma, escuchaba eso se le partía el corazón, tanto por sus hijos como por Diego, la situación no era nada sencilla. Pasaron toda la mañana en el parque, después almorzaron en un restaurante, regresaron al departamento. Los padres del doctor Serrano fueron a descansar mientras Paloma, pidió a sus niños sentarse junto a ella. Los pequeños estaban cerca de cumplir los cuatro años, comprendían mejor las cosas, pero su madre no sabía cómo empezar a hablarles de Iván. —Mis niños recuerdan que les comenté que su papá vive lejos —dijo Paloma, con la voz entrecortada, mientras sus pequeños con sus vivaces ojos la miraban curiosos. —No —respondió Dulce. —Sí —contes
Días después. La semana laboral llegó a su fin. Olivia tuvo muchos problemas con el personal de la empresa. Suspiró esperando el arribo de Iván que estaba previsto para el próximo lunes. La joven permanecía con la cabeza inclinada, revisando unas pólizas de seguro cuando de pronto la puerta de su oficina se abrió de improviso. Su mirada se iluminó y su corazón rebosó de alegría, palpitando con fuerza descomunal, se puso de pie con las piernas temblorosas, mientras el azul de la mirada de su jefe se posaba en ella. Iván cerró la puerta de la oficina. Olivia caminó hacia él tratando de disimular su deseo de lanzarse a sus brazos, una vez frente a frente, fue él quien la saludó con un abrazo que a ella la sorprendió, sin embargo, la joven lo estrechó con fuerza, aspirando su delicioso y varonil aroma. —¿Qué hay de novedades en la empresa? —averiguó saludando con un beso en la mejilla de la joven
Olivia, al día siguiente decidió no volver a esconderse detrás de su apariencia descuidada, se miró al espejo y volvió a sentirse hermosa, era cierto que no tenía un cuerpo escultural, ni le gustaba el maquillaje, pero era necesario hacer cambios en su estilo de vida. Salió al centro comercial, decidió hacerse un nuevo corte de cabello, cambió el marco de sus lentes a uno más juvenil, también hizo cambios en su guardarropa. Antes de las seis de la tarde se observaba al espejo varias veces, su nueva imagen no era precisamente para conquistar a Iván, sino para sentirse bien con ella misma. A las 18:00 escuchó el timbre, era Iván. Olivia, se acercó a la puerta y la abrió. Iván, digitaba un texto en su celular, levantó su mirada para cruzarse con los bonitos ojos de la joven que ya no usaba aquellos lentes pasados de moda, en realidad no los necesitaba, los usaba para no dañar su vista después de las largas horas frente al computador, su cabello castaño claro caí
Quito- Ecuador. Dos horas después. Olivia miraba la televisión cuando el timbre de su departamento la sacó de su descanso, se puso de pie para ver quién era, se sorprendió al ver a Iván de inmediato abrió. Él la abrazó sollozando. —La perdí, ella ya no me ama, yo nunca voy a poder competir con un hombre como Diego Serrano. —¿De qué hablas Iván? —preguntó Olivia, también con el corazón adolorido, porque después de haber compartido tanto con él, ella empezó a crear falsas ilusiones pensando que Iván correspondía a su sentimiento, pero al ver en el estado en el que estaba supo que todo era una fantasía. Iván le contó de su encuentro con Diego. Olivia conteniendo lo que sentía por él, le dio ánimo, fuerza, valentía para luchar por Paloma, mientras tomaba también una decisión muy importante en su vida, así él pasó toda la tarde con ella, pues Olivia, era la única per
Cuenca- Ecuador Semanas después. Cuatro años habían pasado en un abrir y cerrar de ojos para Paloma, quién aún estaba tratando de reconstruir su vida; todavía quedaban trozos fragmentados de aquel corazón que se rompió en miles de pedazos, cuando ella entregó su cuerpo y su alma a un hombre que la destruyó por completo. Sus hijos fueron el motor que la impulsó a olvidar y superar su triste pasado; aunque las profundas heridas que aún tenía en su alma, no le permitían sanar por completo. Desde el día que huyó de su verdugo, no había vuelto a saber de él. Paloma, era consciente que algún día tenía que enfrentarlo, ya que estaban de por medio sus dos niños, aquellos pequeños seres que fueron concebidos en un ambiente de engaños, mentiras, de una cruel y terrible venganza, que la llevó casi al borde de la locura. Paloma, sonriendo como era su costumbre
Quito- Ecuador El Padre Alejandro, terminaba una charla con un grupo de parejas, cuando Iván, apareció en la iglesia, el sacerdote no pudo evitar dirigir su mirada a él, pues su rostro abatido reflejaba profunda tristeza. Observó cómo Iván tomó asiento en una de las bancas de atrás, mientras su mirada se perdía en la imagen de Jesús crucificado que estaba frente al altar, parecía que rezaba, o murmuraba en voz baja palabras imposibles de escuchar. Después que las personas desalojaron el lugar el sacerdote se acercó a él. —Hola, Iván, ¿Puedo ayudarte? —Padre necesito conversar con usted en privado. —Con gusto, sígueme por favor. Arellano obedeció al sacerdote y lo siguió al jardín posterior de la iglesia, ambos se sentaron en una banca de hierro, mientras el viento acariciaba su rostro. —¿Qué es lo que
Cuenca Ecuador. Diego tomó su móvil y llamó a un amigo que tenía en el área de inteligencia de la Policía de Ecuador, las sospechas del doctor Serrano, estaban dirigidas hacía su ex esposa Pamela. —¿De quién supones? —preguntó con voz temblorosa Paloma. —De Pamela —respondió sin dudar un segundo—. Te juro que no voy a permitir que esa loca nos haga daño. —No entiendo ¿Por qué no está en un manicomio? — refutó Paloma, con el rostro encendido. —Los padres de ella tienen mucho dinero, son amigos de jueces corruptos. —Resopló Diego, fingiendo estar tranquilo, en su interior la preocupación era latente, de Pamela, se podía esperar cualquier cosa—. Vamos a buscar protección para todos —afirmó. Se acercó a su chica, la abrazó con fuerza—. Nadie nos va a hacer daño— la besó en la cabeza con el semblante lleno de preocupación. Paloma subió a su apartamento