—Sí me espera hasta cambiarme de ropa acepto su invitación.
Iván sonrió.
— Por supuesto.
Minutos más tarde llegaron a la casa de Olivia, la joven bajó del vehículo, ingresó a su residencia en donde su mamá la estaba esperando con la mirada llena de ira.
Apenas vio a su hija entrar por la puerta se abalanzó a ella queriendo abofetearla como era su costumbre, sin embargo, Olivia, le agarró la mano.
—No pienso permitir que me vuelvas a tocar —pronunció con la voz temblorosa, sentía que las piernas le fallaban.
La madre de la joven abrió sus ojos de par en par.
—Soy tu mamá, y me respetas. ¿Piensas que ese riquillo se va a fijar en alguien tan simple e insignificante como tú?
—Él no tiene nada que ver en mi vida, es solo mi jefe.
—¿Segura? —cuestionó soltando una risa irónica—. Andas
Queridos lectores les dejo un nuevo capítulo, parece que las cosas van a mejorar para Olivia, esperemos que así sea. ¿Qué opinan? no sean tímidos, dejen sus comentarios, califiquen los capítulos, se los agradeceré un montón.
Paloma, de la mano de Diego, llegaron al consultorio de la psicóloga Paulina Vélez, tomaron asiento en la sala de espera mientras los atendían. Observaban parejas con varios niños aguardando pasar a la consulta. Algunos minutos después ingresaron al consultorio. Diego saludó con una amplia sonrisa a su ex maestra de universidad. —Diego Serrano, uno de mis mejores estudiantes — comentó con alegría. —Paulina Vélez, una de mis extraordinarias docentes que tuve en la universidad — expuso, mirando con gratitud a la doctora. —Le presento a mi pareja, ella es Paloma Borrero —señaló él abrazando a su novia. —Mucho gusto. —Sonrió la chica—. Diego me ha hablado muy bien de usted. La doctora Vélez ladeó una sonrisa rememorando los recuerdos de cuando ella daba clases en la Facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador.
Olivia sonrió con dulzura, con la mano temblorosa la colocó encima de la de Iván. La azulada mirada de él se posó en la joven, quién no podía sostenerle la vista porque sentía que, de un momento a otro, él iba a adivinar sus sentimientos—. Tú jamás me agobias, eres mi amigo, estamos para apoyarnos en las buenas y malas. —Tienes razón —expresó él, sin dejar de verla, al lado de aquella joven encontraba la paz que le hacía falta a su alma atormentada—. Hoy vine a festejar tu liberación y una nueva etapa en tu vida. Olivia sirvió el sushi en los platos. Iván descorchó el vino y lo colocó en dos copas. Comieron y bebieron hablando acerca de la aseguradora, ella trataba de mantener la mente de Iván ocupada en otra cosa que no fuera Paloma. —Me debes un baile —advirtió él. Olivia se enrojeció. —Te dije que no sé hacerlo —pronunció en un murmullo. —Eso s
La pareja ingresó a la alcoba solo existía una cama de madera de dos plazas pegada a una pared, una silla vieja arrumada en una esquina, varias tinas con ropa limpia a un costado de una pequeña mesa de planchar, además de algunas cajas de cartón apiladas en un extremo. —Disculpen somos humildes —volvió a repetir la señora. —Más bien usted discúlpenos a nosotros por venir a incomodarla —le dijo Olivia, con la mirada agradecida. —En estos momentos es cuando debemos ayudarnos unos a otros. — Sonrió la mujer. La señora salió de la habitación, Iván, también le agradeció el gesto. Olivia se sentó en un extremo de la cama, observaba la alcoba y escuchaba como de nuevo la lluvia caía. —¿Crees que hayan logrado evacuar a toda la gente cercana a la montaña? —No lo sé, espero que sí, sería una gran catástrofe, pero imagino que la
Cuenca- Ecuador. Dulce y Alejandro, sonreían felices mientras Paloma, y Diego, los columpiaban en el parque. —¡Más alto papi! —exclamó Alex. Cuando Paloma, escuchaba eso se le partía el corazón, tanto por sus hijos como por Diego, la situación no era nada sencilla. Pasaron toda la mañana en el parque, después almorzaron en un restaurante, regresaron al departamento. Los padres del doctor Serrano fueron a descansar mientras Paloma, pidió a sus niños sentarse junto a ella. Los pequeños estaban cerca de cumplir los cuatro años, comprendían mejor las cosas, pero su madre no sabía cómo empezar a hablarles de Iván. —Mis niños recuerdan que les comenté que su papá vive lejos —dijo Paloma, con la voz entrecortada, mientras sus pequeños con sus vivaces ojos la miraban curiosos. —No —respondió Dulce. —Sí —contes
Días después. La semana laboral llegó a su fin. Olivia tuvo muchos problemas con el personal de la empresa. Suspiró esperando el arribo de Iván que estaba previsto para el próximo lunes. La joven permanecía con la cabeza inclinada, revisando unas pólizas de seguro cuando de pronto la puerta de su oficina se abrió de improviso. Su mirada se iluminó y su corazón rebosó de alegría, palpitando con fuerza descomunal, se puso de pie con las piernas temblorosas, mientras el azul de la mirada de su jefe se posaba en ella. Iván cerró la puerta de la oficina. Olivia caminó hacia él tratando de disimular su deseo de lanzarse a sus brazos, una vez frente a frente, fue él quien la saludó con un abrazo que a ella la sorprendió, sin embargo, la joven lo estrechó con fuerza, aspirando su delicioso y varonil aroma. —¿Qué hay de novedades en la empresa? —averiguó saludando con un beso en la mejilla de la joven
Olivia, al día siguiente decidió no volver a esconderse detrás de su apariencia descuidada, se miró al espejo y volvió a sentirse hermosa, era cierto que no tenía un cuerpo escultural, ni le gustaba el maquillaje, pero era necesario hacer cambios en su estilo de vida. Salió al centro comercial, decidió hacerse un nuevo corte de cabello, cambió el marco de sus lentes a uno más juvenil, también hizo cambios en su guardarropa. Antes de las seis de la tarde se observaba al espejo varias veces, su nueva imagen no era precisamente para conquistar a Iván, sino para sentirse bien con ella misma. A las 18:00 escuchó el timbre, era Iván. Olivia, se acercó a la puerta y la abrió. Iván, digitaba un texto en su celular, levantó su mirada para cruzarse con los bonitos ojos de la joven que ya no usaba aquellos lentes pasados de moda, en realidad no los necesitaba, los usaba para no dañar su vista después de las largas horas frente al computador, su cabello castaño claro caí
Quito- Ecuador. Dos horas después. Olivia miraba la televisión cuando el timbre de su departamento la sacó de su descanso, se puso de pie para ver quién era, se sorprendió al ver a Iván de inmediato abrió. Él la abrazó sollozando. —La perdí, ella ya no me ama, yo nunca voy a poder competir con un hombre como Diego Serrano. —¿De qué hablas Iván? —preguntó Olivia, también con el corazón adolorido, porque después de haber compartido tanto con él, ella empezó a crear falsas ilusiones pensando que Iván correspondía a su sentimiento, pero al ver en el estado en el que estaba supo que todo era una fantasía. Iván le contó de su encuentro con Diego. Olivia conteniendo lo que sentía por él, le dio ánimo, fuerza, valentía para luchar por Paloma, mientras tomaba también una decisión muy importante en su vida, así él pasó toda la tarde con ella, pues Olivia, era la única per
Cuenca- Ecuador Semanas después. Cuatro años habían pasado en un abrir y cerrar de ojos para Paloma, quién aún estaba tratando de reconstruir su vida; todavía quedaban trozos fragmentados de aquel corazón que se rompió en miles de pedazos, cuando ella entregó su cuerpo y su alma a un hombre que la destruyó por completo. Sus hijos fueron el motor que la impulsó a olvidar y superar su triste pasado; aunque las profundas heridas que aún tenía en su alma, no le permitían sanar por completo. Desde el día que huyó de su verdugo, no había vuelto a saber de él. Paloma, era consciente que algún día tenía que enfrentarlo, ya que estaban de por medio sus dos niños, aquellos pequeños seres que fueron concebidos en un ambiente de engaños, mentiras, de una cruel y terrible venganza, que la llevó casi al borde de la locura. Paloma, sonriendo como era su costumbre