Quito- Ecuador
Diego, se llevó a la boca el jugo de naranja que reposaba, sobre la mesa, sacó del empaque las medicinas que tomaba para su depresión y ansiedad.
Estaba superando poco a poco la enfermedad, como profesional de la salud era consciente que esas condiciones no se curaban de un día para otro, podrían pasar, meses, años, incluso toda una vida, claro que también él debía poner de su parte para ir superando todos sus tormentos, aún el dolor de la pérdida de su hija le quemaba el alma.
Pamela, lo había aniquilado completamente como hombre, padre, profesional, ya nada le quedaba en el mundo exterior, no tenía un motivo, ni una razón, para querer estar fuera de aquellas cuatro paredes de la clínica de rehabilitación donde se hallaba internado.
Terminó su desayuno, salió a caminar para respirar aire fresco cuándo la voz del padre Alejandro, lo hizo girar hacía la dirección en la que el sacerdote venia caminando.
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Queridos lectores qué hará nuestra querida Paloma para salvar a su bebé del odio de Iván, además ella ya no confía en él. ¿Encontrará alguien que la ayude? ¿Quién se identifica con esta historia?
Iván, llegó a la Judicatura, se identificó en el counter, le hicieron pasar a una oficina, en donde el fiscal, le estaba esperando: —Señor Arellano, no comprendo su actitud —cuestionó— usted acusa a su esposa y ahora quiere retirar los cargos... ¡Eso es imposible! —¿Por qué? —averiguó Iván— estoy convencido que es inocente — resopló con angustia. —Eso lo determinará la justicia, así que mientras se realicen las investigaciones su esposa se queda detenida en este lugar. Iván, se pasó la mano por el cabello, contrariado, salió de la oficina del fiscal, llamó a sus abogados: —Iván, hay una denuncia de por medio, debes esperar que se investigue el caso —respondió Gustavo. —¡Maldita sea! —exclamó cortando la llamada, a pesar de todo y con sus influencias no logró que le permitieran ver a su esposa, lo único que pudo hacer fue dejar las cosas que había llevado para Paloma. Las dos mujeres que atormentaban a Paloma, fueron trasladadas
Cuenca- Ecuador Una hora después Iván ingresó corriendo al área de emergencia del Hospital Regional de la ciudad, pidió información de su esposa, en recepción le indicaron que tenía que esperar hasta llamar al médico a cargo de la paciente. Iván caminaba de un lado a otro, se agarraba la cabeza, había momentos en los que se sentaba, y luego se ponía de pie, desesperado. —¡Cálmate! —exclamó Gustavo. —¿Por qué nadie dice nada? —cuestionó enojado. —Es un hospital público —comentó su amigo. En eso salió un médico del área de emergencia. —¿Familiares de la señora Paloma Borrero? Iván se acercó de inmediato. —Soy su marido —indicó. —Su esposa está estable — comentó— debe guardar absoluto reposo caso cont
Iván luego de haber sostenido una larga charla con Chantal, llegó a la clínica con una gran sonrisa en sus labios y un ramo de rosas rojas en las manos, creyendo que una vez que Paloma, estuviera en casa, él podría reconquistarla. Cuando ingresó a la habitación se llevó una gran sorpresa, estaba vacía, frunció el ceño y enseguida salió en busca de alguna enfermera.—Señorita, la paciente de la habitación doscientos cinco no está —comentó con preocupación.—La señora abandonó la clínica hace como una hora —informó la enfermera.—¡No es posible! —exclamó Iván, palideciendo, ante la noticia, la sangre se le congeló; en su rostro la angustia se hizo presente, su corazón empezó a bombear con gran fue
Carretera Cuenca- Yanzatza.—¡NO ME QUITES A MI BEBÉ! —gritó Paloma, despertando sobresaltada, asustando a Diego, y al resto de pasajeros; lágrimas corrían por sus mejillas, mientras su corazón latía con fuerza; había tenido una horrible pesadilla con Iván, en la cual él se llevaba a su bebé. La muchacha se cubrió el rostro con las manos sin parar de llorar.—Tenga —dijo Diego, extendiéndole una botella de limonada que compró minutos antes a los vendedores que habían subido mientras ella dormía.Paloma dudó en aceptar, él era un desconocido y ahora desconfiaba de las buenas intenciones de todo el mundo, ya no creía en nada, ni nadie.—No gracias, estoy bien —pronunció tratando de calmarse.
Minutos después que el sacerdote abandonó la alcoba, una joven de larga cabellera negra ingresó con una bandeja de comida. La muchacha era de la comunidad shuar: llevaba un vestido de una sola pieza de algodón en tono azul, mientras caminaba los adornos confeccionados con semillas de frutos de la Amazonia sonaban. Citlalli, utilizaba pulseras en sus tobillos, en los hombros y un cinturón en las caderas, en su cuello llevaba un collar elaborado a mano con cuentas en rojo y azul.El humo que emanaba del exquisito seco de pollo hizo que se le hiciera agua la boca a Paloma, quien tenía bastante hambre.—Yo soy Citlalli. —Se presentó la joven— el padrecito me pidió que le dijera que lo que necesite no dude en avisarme.—Muchas gracias —respondió con una sonrisa, entonces empezó a servirse la deliciosa comida, el aroma y e
Yanzatza- Zamora Chinchipe, Ecuador. Quince días después. Las mejillas de Paloma, habrían recobrado su color rosado, la joven ya podía dar pequeños paseos dentro de la casa, la muchacha solía pasar en la cocina ayudando a Citlalli, a preparar la comida; la melancolía aún invadía su corazón, la incertidumbre de no saber qué le deparaba el futuro muchas veces le quitaba el sueño; el amor que aún sentía por su esposo se estaba transformando en odio y eso no era bueno porque jamás pensó en albergar esos sentimientos cuando lo único que anhelaba era borrarlo de su memoria, arrancarlo de su alma, olvidar que alguna vez en su vida conoció a Iván Arellano, sin embargo en su vientre albergaba el fruto del amor que ella sintió por él, era inevitable que lágrimas no brotaran de sus ojos cuando recordaba que aquel bebé, fue concebido producto de la venganza, del rencor, que sentía por ella. En esas semana
Quito- Pichincha, Ecuador. Los días para Iván transcurrían lento. No comía, ni dormía bien, ni siquiera salía del departamento. Pasaba encerrado en medio de su soledad, con la única persona que tenía contacto era con su amigo Gustavo, a quién le había encargado la tarea de contratar un investigador para dar con el paradero de Paloma. Los días que su amigo lo iba a visitar él abría la puerta con la ilusión y las esperanzas de tener noticias de su esposa, pero nada; era como si se la hubiera tragado la tierra. —Gustavo, nadie puede desaparecer de la noche a la mañana, debe estar en alguna parte —gruñó lleno de dolor, de tristeza, de angustia al no saber nada de ella. —Esperemos que cuando nazca tu hijo podamos dar con Paloma, en el hospital debe dar su identificación. —¿Y si da otro nombre? —Cuestionó Iván, dejando caer
Iván, inclinó los parpados, mientras la herida en su pecho, volvía a sangrar al escuchar a Alexander, hablar de Paloma, diciendo cosas muy ciertas de ella. —Lo sé —respondió Iván, aclarándose la garganta. —Alain, no tenía ninguna relación amorosa con ella. Paloma, se convirtió en su confidente, pero tu hermano, la utilizó —declaró—, cuando Pamela, reapareció en la vida de él, y para que el marido de esa mujer no descubriera sus engaños, ellos reservaban las suites de los hoteles a nombre de tu esposa —frunció los labios mirando a Iván—, aunque sus facciones son distintas, las dos tienen el mismo color de cabello, son de igual contextura, así que era muy fácil confundirlas. —Alain sabía que esa mujer, la tal Pamela, ¿era casada? —La conocimos el mismo consultorio del psiquiatra que atendía a Alain, desde que tu hermano la vio, quedó impresionado —informó—es que Pamela, era o es, una mujer muy atractiva, capaz de volver loco a cualquiera. —No co