Diego, en la fría celda, no probaba bocado, no tenía hambre, solo ganas de llorar, la tristeza era algo que lo acompañaba a cada instante, sentía que su vida había perdido el rumbo, y no encontraba su brújula, su pequeño amor, el motor que lo impulsaba a ser cada día mejor ya no estaba a su lado.
Quizás si Dulce María hubiese fallecido en otras circunstancias, él lo habría superado de mejor manera. Pero no, se sentía culpable. Más cuando no pudo salvarle la vida, y murió en sus brazos. La ansiedad también empezó a golpear al médico, la sensación de angustia e incertidumbre no lo dejaban tranquilo, desesperado sin saber que le deparaba el futuro, salió a los patios del penal.
Averiguó entre los reos quién le podía conseguir una navaja o un cuchillo. Diego, estaba pasando por un momento muy difícil, no encontraba manera de superar su duelo; el dolor y la culpa le carcomía por dentro, llevándolo a caer en un profundo abismo del cual él cons
Queridos lectores un nuevo capítulo pobre Diego, no puede recuperarse de su pérdida, esperemos el padre Alejandro logre sacarlo del abismo. Por otro lado, Paloma está siguiendo el mismo camino de su madre, aceptando condiciones y adaptándose a los requerimientos de su esposo. ¿Qué sucederá más adelante?
Cuzco- Perú. Atardecía en la capital del antiguo imperio Inca. Iván y Paloma, caminaban tomados de la mano por las estrechas y adoquinadas calles del centro histórico de la ciudad. La pareja admiraba en la arquitectura de aquel antiguo pueblo los vestigios que aún quedaba de la era preincaica, hasta la republicana, entonces se detuvieron a admirar el monumento que se levantaba airoso en medio de una fuente en la Plaza de Armas. Paloma, como si fuera una niña pequeña corrió a la pileta, cerró sus ojos, pidió un deseo y lanzó una moneda al agua. Iván enarcó una ceja, ladeando una sonrisa, entonces se acercó a ella. —¿Qué haces? —cuestionó, mientras la abrazaba por la cintura. —Dicen que si lanzas una moneda a una fuente debes pedir un deseo —comunicó, sonriente. —¡Interesante! —exclamó Iv
Cuenca-Azuay, Ecuador. Paloma, sostenía entre sus dedos un vaso con jugo de naranja. Observaba por las ventanas los árboles que adornaban la urbanización, su casa estaba alejada de las demás del sector, claro que a su parecer era una ciudadela nueva, las pocas residencias que existían eran mansiones de lujo, como la que ella habitaba. Cansada de estar sin hacer nada, empezó a recorrer la estancia. Caminó por la sala, acarició con sus dedos la reluciente madera del piano de cola, acomodado en una esquina del salón principal. Subió por las gradas y fue abriendo cada una de las habitaciones, todas limpias, ordenadas, con baño privado, no entendía la razón por la cual Iván, había comprado una mansión solo para ellos. Paloma empezaba a percibir la soledad en aquella enorme casa. El mismo hondo vacío, que ahora su entristecido corazón experimentaba. Convencida que su esposo quizás estaba
La chica tembló al escucharlo, divisó a su esposo, con los ojos cristalinos, los labios le tiritaban tratando de contener las ganas de llorar. Iván se puso de pie, tomó el plato y se dirigió a la cocina, mientras Paloma, iba tras de él, entonces él vertió el contenido en el fregadero. —Ni los perros comerían esto. —Pero ¿Qué es lo que no te gustó? —averiguó Paloma, con la respiración entrecortada. Iván se acercó a ella de manera intimidante. —Yo solo me sirvo comida gourmet, y lo que tú preparaste es una porquería. Paloma se aproximó a la olla de la sopa, tomó una cucharada y saboreó su guiso, no comprendía nada, para ella estaba deliciosa su preparación. —Lo lamento —susurró—pero yo no sé elaborar comida gourmet. Salió llorando de la cocina, y de la casa, caminó por el jardín y se fue a sentar en una
Cuenca- Ecuador Paloma, sentía que las piernas le temblaban, observaba hacia el vacío, y a lo lejos la inmensidad de la ciudad, que se veía pequeña desde los más de tres mil metros de altura del cerro de Barabon. —Tengo miedo —susurró al oído de Iván. —No temas estoy contigo —murmuró él besando su mejilla, entre tanto el instructor de Alas Delta, les indicaba que era el momento. Paloma se hizo la señal de la cruz, mientras corrían y el paracaídas se elevaba, ellos saltaban desde lo alto de la montaña; una sensación de vacío se apoderó del cuerpo de la joven, su estómago se contrajo producto del vértigo. —Abre tus ojos —solicitó Iván. Paloma despacio fue abriendo sus párpados para disfrutar el paisaje mientras el viento soplaba su rostro y respiraba aire puro; los árboles parecían miniaturas desde lo alto del cielo. <
Cuenca-Ecuador. Iván abrió sus ojos con sorpresa. Palideció asustado al verla en el piso. Resopló dándose cuenta de su gran error. Se estaba convirtiendo en un hombre agresivo, y él no era así, odiaba la violencia. Se acercó a su esposa muy arrepentido de su proceder. Con las manos temblorosas y el corazón agitado se inclinó ante ella: —Paloma, mi vida, por favor reacciona, no quise hacerte daño. —Sollozó tomándola con cuidado de la cabeza. La joven abrió despacio los ojos, sentía que todo le daba vueltas. —¿Estás bien mi amor? —averiguó Iván, abrazándola sobre su pecho. —Me duele mucho la cabeza, estoy mareada —indicó la joven, tocándose el golpe. —Vamos a una clínica, es necesario que te revisen —sugirió Iván, entonces la ayudó a ponerse de pie, la sostuvo entre sus brazos para que pudiera subir al auto. Paloma inclinó su cabeza hacia atrás,
La mujer recordó el triste momento cuando apenas tenía diez semanas de embarazo y él la golpeó sin piedad provocándole un aborto. Le practicaron un legrado, en esa época en los hospitales públicos no tenían ninguna consideración. Sin nada de anestesia introdujeron dentro de la cavidad uterina una varilla con mango y una pequeña asa para ir raspando el endometrio. El dolor que sentía en ese instante sumado a las costillas rotas y a la angustia emocional de haber perdido a su bebé, aniquilaron por completo la salud física y mental de Lourdes. Cuando le pidió ayuda a su madre para separarse de Guido, la señora se la negó diciendo que no podía dejar a Paloma, sin su padre. El médico le recomendó reposo absoluto durante quince días, nada de relaciones sexuales para evitar infecciones, a más que los golpes no la dejaban moverse, pero su marido, no esperó que ella se recuperara, la tomó a la fuerza, debido a que por las heridas no podía ni defenderse, sollozaba suplicando que no lo hiciera
Cuenca- Ecuador. Una semana después. Iván, colocó su dedo en el interfono del aquel apartamento. —Sigue cariño —se escuchó en la voz de una mujer. Enseguida el portón eléctrico se abrió Iván, tomó el elevador y llegó al piso indicado, entonces en la puerta con la mano sobre el marco y la otra en la cintura apareció Chantal, enfundada en un vestido negro, de un solo hombro ajustado a su voluptuosa figura.
Paloma, salió del estudio con su libro en la mano. —Tengo examen mañana —le dijo a su esposo. —Lo siento, sabes que tocar el piano me relaja —indicó él, con un gesto de su mano la llamó a que se sentara a su lado, mientras terminaba de entonar la pieza, empezó a besar a su esposa en el cuello. —Iván, tengo que estudiar —murmuró la joven, entonces él dejó de entonar la pieza, cerró el piano con fuerza, asustando a Paloma. —Encima que lo pierdo todo, ahora hasta tú te niegas a estar c