Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre- Quito, Ecuador.
Las personas en el aeropuerto caminaban de un lado a otro, la voz del altoparlante indicando los vuelos no permitía a Olivia pensar con claridad.
Iván la observaba a la espera de una respuesta.
—Es hora de partir. —Sonrió él.
—Es que yo...no, no puedo...
Iván hizo una mueca con sus labios.
—En vista que no me dejas otra alternativa. —Tomó por sorpresa de las piernas a Olivia, y la cargó sobre su hombro.
—¡Estás loco! —exclamó la joven con el rostro carmín, la gente miraba aquella escena muchos reían, otros murmuraban, mientras él no le daba otra alternativa a ella más que acompañarlo en el viaje—. Suéltame Iván, la gente está murmurando. —Se quejó.
—Te voy a bajar si no te niegas a ir conmigo.
<Queridos lectores les dejo un nuevo capítulo, espero estén disfrutando esta historia. Quiero aclararles que no es tan larga como parece, tenía 60 capítulos de 4000 palabras, por recomendación de los editores me pidieron recortar los capítulos para que quedarán más cortos entre 1500 y 1800 palabras, y así a ustedes les rindan sus monedas. Así que más o menos llegaremos a unos 120 o 130 capítulos. Espero me acompañen hasta el final. Dejen los comentarios en las reseñas porque en los capítulos no los encuentro. Gracias por comprender.
Olivia cerró sus párpados en su mente y elevó una oración a Dios, agradeciéndole por haberla protegido de las garras de Vinicio, no quiso pensar en aquel hombre que tanto daño le hizo. Después de muchos años decidió que en ese viaje iba a dejar de pensar en los demás y dedicarse a ella misma. Abrió sus ojos y se encontró con los iris azules de Iván que se confundían con el color del lago. Su corazón empezó a palpitar con fuerza, quería tener valor para confesarle lo que sentía por él, y borrar de la memoria y del corazón de él todo aquel pasado que lo atormentaba. El camino no era fácil, él estaba casado y tenía dos hijos a los que adoraba. —¿Cómo te fue con tu esposa? —averiguó Olivia, interrumpiendo aquel mágico momento. Los dos se sentaron frente al lago. —Me odia, no quiere verme, afirma estar enamorada del doctor —pronunció con la mirada perdida en el horizonte. —Lo lamento mucho, pero t
Bariloche- Argentina. Olivia observó cómo el semblante de Iván cambió por completo, palideció, su mirada se tornó triste, se quedó desconcertado observando su móvil, entonces ella se puso de pie y caminó hacia donde él permanecía estático. —¿Qué pasó? —investigó mientras colocaba su delicada mano en el hombro de él. —Paloma cree que yo la estoy amenazando de muerte —comentó con el corazón adolorido. —¿Soy tan siniestro? —indagó a Olivia, con los ojos cristalinos. —Por supuesto que no. Eres un buen hombre, cometiste un gran error, pero eso no te hace ser una persona mala —afirmó ella— eres un ser humano con muchas virtudes y defectos igual que todos, pero la mujer que en verdad te ame debe aceptarte tal como eres sin querer cambiarte. —Ella tomó la mano de Iván—. Solo necesitas dejarte amar, y olvidarte de Paloma. —Las palabras de la joven tocaron el corazón de él, si
San Carlos de Bariloche- Argentina. Iván separó su rostro de Olivia, su mirada se perdió en los profundos ojos de la mujer que tenía frente a él, que esperaba con ansias una respuesta de su parte, los sentimientos Iván, jugaban en contra de la razón. Inhaló y exhaló varias veces tratando de canalizar sus ideas. —Déjame pensarlo, en este momento no puedo darte una respuesta, estoy confundido —pronunció él sin dejar de mirar a Olivia. —Lo comprendo. —Sonrió ella con dulzura, tomó de la mano a Iván—. Piensa que las oportunidades se presentan una sola vez en la vida. Él asintió con una ligera sonrisa en sus labios se puso de pie besó en la frente a Olivia. —Descansa... En la mañana tendrás una respuesta de mi parte. —Salió de la habitación para dirigirse a la suya. Llegó a su alcoba, se recostó mirando el techo. Se acarició el rostro pensat
Después de aquel largo e intenso beso regresaron a la cabaña para servirse el desayuno, minutos más tarde Iván, le tenía una sorpresa a Olivia. Salieron rumbo a los jardines exteriores en donde un grupo de personas estaban reunidos. La chica pensó que se trataban de turistas, hasta que un hombre alto de mirada dulce se acercó a ellos. —Buenos días soy Manuel, amigo del padre Alejandro, me habló mucho de ustedes. —Hola, Manuel, soy Iván, un placer conocerte — extendió su mano al terapista, después se dirigió a su amiga—. Ella es Olivia. El hombre con una amplia sonrisa se aproximó a la joven. — Es un gusto tenerte acá, por favor únanse a la asamblea, enseguida los dos se acercaron. — Ellos son Iván, y Olivia, un par de amigos que vienen de Ecuador, démosles la bienvenida. Los integrantes del grupo les brindaron un aplauso a e
Olivia lo observaba con la mirada cargada de tristeza, al verlo sonreír con las ocurrencias de sus hijos, el corazón de la joven se fragmentó al darse cuenta de que a él le encantaban los niños. Una vez que cortó la videollamada Olivia, con un nudo en la garganta se acercó a él, le extendió la taza de café, él levantó su mirada a ella, observó sus ojos aguados, colocó el pocillo en la mesa, para estirar su mano a la joven e invitarla a sentarse en sus piernas. —¿Qué pasa? —averiguó, retirando varios mechones del cabello de ella. Olivia lo abrazó con fuerza colocando su cabeza en el cuello de él, pudiendo aspirar aquel aroma a madera del perfume de Iván, exhaló un suspiro. — ¿Por qué estás triste? —volvió a indagar él, acariciando el castaño cabello de su chica. —Cuando veo a niños en la calle, o los escucho hablar y sonreír siento mucha nostalgia. —Sollozó ella pasando la saliva con dificultad—. Yo no pude
Paloma condujo al sacerdote hasta su departamento, él observó con regocijo los avances que ella había logrado producto de su esfuerzo, el religioso tomó asiento. La joven se acomodó a su lado. —¿Cómo estás? — averiguó el sacerdote fijando su tranquila mirada en la chica. —Dando gracias a Dios muy bien padre, solo que ...— Paloma, frunció los labios— El papá de mis hijos ya me encontró. —Iván Arellano, es mi amigo— comentó el sacerdote sin dejar de mirar a la joven. Paloma parpadeó varias veces, frunció el ceño. —De seguro investigó que somos amigos y fue a buscarlo para hacerse la víctima, el hombre sufrido y arrepentido que espera que con pedir perdón, yo borre todo el pasado—. Los ojos de Paloma, se llenaron de lágrimas, sintió una opresión en el pecho. —Estás equivocada, lo conocí porque tenemos una amiga en común— aclaró el sacerdote— es una joven que ha sufrido muc
Cuenca- Ecuador.Paloma observaba en su computador el montón de letras de un ensayo que debía presentar al día siguiente sobre Metodología de Investigación. Trataba de concentrarse, pero le era imposible, muchas cosas aquejaban su mente: el regreso de Iván, las amenazas de las que era víctima, la gran cantidad de tareas que debía presentar, y sus niños enfermos.Suspiró al darse cuenta de que las mujeres tenían la capacidad de hacer varias cosas a la vez, como ser madres, esposas, profesionales, estudiantes, y muchas veces no se era valorada sino más bien humillada, ultrajada, denigrada. Observó su rostro en un espejo que tenía colgado a un lado de la pared del comedor en donde realizaba sus tareas, al ver su reflejo sonrió orgullosa de sí misma y de todo lo que había logra
El mesero los invitó a pasar a la mesa que tenían asignada para ellos. Desde los amplios ventanales se seguía observando el lago, un delicioso Frozen de frutos rojos, mentas y Chandon Délice fue servido por el mesero, el trago ameritaba ser degustado al instante. «Perdóname by Luis Miguel» acompañaba la velada. Olivia no se contuvo por más tiempo y encaró a Iván. —¿Estás bien? —averiguó fijando sus hermosos ojos ámbares en él. Él se llevó la mano al cabello, observó a Olivia, ella significaba tanto en su vida que le daba miedo hacerle daño, entonces la tomó de la mano. — Estoy algo confundido —comentó bebiendo de su copa. —¿Por lo que pasó entre nosotros? —inquirió balbuceando Olivia, tratando de contener las lágrimas, debía mostrar fortaleza, y no que era una débil que se rendía ante la primera dificultad, siempre supo que enamo