Juliana realmente no se podía quejar.

Pasarla bien… pues la verdad mucho. Agotada, pues bastante. Solo quería llegar a casa y caer en la cama después de una ducha, que posiblemente el mismo hombre que la había agotado tendría que ayudarla. Y este mismo la arrastraba llevándola hacia afuera del establecimiento apartando las personas que se cruzaban en el camino.

Después de hacer aquello junto al bar, bailar hasta que le dolieran los pies, y comerse en una esquina nuevamente, aunque sin llegar al final… pues sí, la noche había sido larga. Dentro de poco amanecería y ellos simplemente se la habían pasado de fiesta.

No estaba mal de vez en cuando. Se sentía relajada. Y más cuando la brisa de la noche golpeó su rostro.

-Esto tenemos que repetirlo de vez en cuando- dijo Lukas con una sonrisa girándose hacia ella y para sorpresa de Juliana la cargó en brazos- llevemos a la cachorrita cansada de vuelta a la casa.

Juliana se sujetó de su cuello y no protestó. No lo haría. Simplemente cerró los