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Kate acariciaba con una peluda cabeza del perro que estaba durmiendo plácidamente sobre su cama, después del baño y de haber comido. Había juntado una bolsita de sangre que había comprado en la tarde con el pienso que Nicolae había traído que era de los de más alta calidad como todo lo de esclavo. Era increíble pero el hombre como que se había emocionado con la llegada del perro. Desde cepillo con el que lo peinó, champú, una toalla especial para él y hasta una cama. Con razón había llegado tan tarde.

No pudo evitar sonreír, pero por alguna razón el perro le recordó a ella.

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