Al divisar el cartel de “Bienvenidos a Las flores”, Ariel siente cierto nerviosismo revolviéndole el estómago. Ha venido hasta este lugar en busca de respuestas, deseando poder confirmar o desechar lo que la amiga de su madre le ha dicho, pero en parte siente como si temiese a lo que pudiese descubrir allí. Sobre todo porque no está muy seguro de cómo actuaría si descubriese que su padre es responsable de estar matando y enfermando a la gente de ese pueblo. ¿Qué haría? ¿Acaso se uniría a los que han denunciado a su familia? ¿Iría ante el Fiscal Avilés para entregarle pruebas que determinen el éxito de esa investigación?
—Eso lo veré cuando sepa lo que sucede realmente, es mejor ir paso a paso —murmura el empresario doblando en el obelisco blanco atravesado por la pintura de la bandera Argentina. Y aunque le resulta un lugar—¡Se está burlando de ti, te quiere tener cerca para poder enrostrarte en la cara que se ha quedado con Ariel! ¡Deberías haberle dicho que no, haber inventado cualquier excusa, o simplemente haberla echado de tu casa por perra! —reclama Malena corriendo junto a su amiga por el parque.—No pude, de hecho quedé sin palabras, pero en todo caso creo que no debería importarme tanto, es decir quizás sea una buena oportunidad para terminar de superarlo, verlo casándose, saliendo de mi vida —plantea Julieta mirando su reloj para que controlar que no se les vaya el tiempo.—Yo creo que mas bien es una señal de alerta de que eres una especie de masoquista, pues eso es lo único que puedo decir de alguien que aceptaría ser la dama de honor de la boda del hombre del que está enamorada —cuestiona la amiga que si no fuera porque tiene la vista al frente pa
—Confío en que todo está yendo como esperábamos, y que tu visita solo es para saber cómo se encuentra tu tío —murmura Fernando deseando no recibir malas noticias. —¿Algo de lo que dejas en mi mano no sale como se planea? —cuestiona Timoteo con una sonrisa altanera en los labios sentándose en el sillón frente a su tío. —Afortunadamente puedo decir que tienes razón, cuentas con la ventaja de haber heredado el lado bueno de la familia, o al menos el que te da la ambición y habilidad para crecer —sostiene el señor Steinberg caminando hacia un pequeño mueble bar en donde toma dos vasos en los que servir un trago para ambos. —Eso no hubiese servido de mucho si no contase con la guía del quien más renombre ha dado al apellido Steinberg —asegura el joven con una sonrisa tan falsa como su interés en halagar a su tío. —Nosotros tenemos una gran responsabilidad, dejar el apellido Steinberg en alto, es lo que ha importado más que nada a cada uno d
—Sin embargo, no entiendo el hecho de que haya tan pocas personas reclamando justicia, son apenas un par de débiles voces que si no fuera por el Fiscal probablemente ni siquiera hubiesen sido oídas —plantea Ariel mirando al anciano sin entender cómo incluso él al haber perdido a su esposa no hizo nada para reclamar.—Por la plata baila el mono, muchacho, debes saberlo bien si eres empresario en este país. ¿A quién le importa la vida de unos simples ciudadanos comparado con lo que el dinero de tu familia ha hecho por la ciudad? Según tengo entendido tu padre es dueño de al menos la mitad del parque industrial, y otro tanto de los campos, en otras palabras ir contra él sería poner en peligro la estabilidad de la ciudad —sostiene el hombre encogiéndose de hombros al haberse rendido hace mucho tiempo de ser capaz de ir contra ese hombre.—Eso no es
—¿Acaso eso es…? —murmura Fernando tratando de mantener su voz carente de sentimientos al ver una enorme columna de humo negro por encima de la ciudad de la que aun están a cuatro kilómetros. —Me temo que sí, el fuego debe estar arrasando por todos los campos cercanos, la verdad es que ni siquiera estoy muy seguro de que puedan detenerlo antes de que llegue a la parte más periférica de la ciudad —murmura el abogado considerando que su cliente ha de estar preocupado por su hijo. —¿Crees que puedan llegar a determinar el foco del incendio o que de alguna manera sean capaces de relacionarlo con nosotros? —indaga el empresario solo para estar seguro al ver un camión de bombero sobrepasándolos en dirección de la columna de humo. —No, me encargué de cada detalle, ni siquiera nuestros hombre hablarían, ni aunque los amenazaran con cadena perpetua —asegura Bernardo sin saber si demostrar siquiera una pizca de triunfo dada las circunstancias. —
Sentado a la mesa de un bar, Timoteo esboza una sonrisa divertida al ver la nota que su tío ha dado en la televisión, lo cual le demuestra lo preocupado que su benefactor se encuentra, preocupado por su imagen no por el bienestar de Ariel, claro. De hecho, hasta debe confesar que el maldito es un excelente actor, hasta puede oír los murmullos de la gente compadeciéndose del pobre padre. Sin embargo, él sabe muy bien que Fernando Steinberg no es capaz de preocuparse por nadie más que por sí mismo, incluso el amor que profesaba por su propia esposa no fue más que otra tantas de sus farsas.—Pero si Ariel ya no es una pieza en el tablero las cosas cambian —murmura el empresario que no se esperaba tal cosa, sobre todo porque su primo podría convertirse en un aliado en su plan de derrocar al patriarca de la familia.Pero así son los juegos, jugadas y contrajugadas, a eso se resume
De pie junto a la tranquera Don Juárez observa un tercer camión de bomberos pasando rápidamente hacia el foco del incendio dejando una estela de tierra detrás de sí. A juzgar por la disminución del humo parece que después de medio día por fin están conteniendo ese incendio. El cual sin duda es el mas grande que ha visto en toda su vida, de hecho por un momento llegó a plantearse la posibilidad de tener que irse hacia la ciudad pensando que el fuego llegaría hasta su casa, pero gracias a Dios no sucedió.—Parece que aún no nos quieren llevar, Dingo, lástima que no le preguntan a uno su opinión, si de mí dependiera hace años que habría dicho que me lleven, aunque entonces quién se haría cargo de nuestra tierra. Probablemente en lo único que podrían llegar a ponerse de acuerdo los desagradecidos de mis hijos ser&iac
—¿La búsqueda ha arrojado algún descubrimiento, oficial? —pregunta el reportero al Jefe del rastrillaje para identificar posibles víctimas del incendio en Las flores. —Hasta ahora lo único que hemos podido identificar han sido los restos del vehículo del señor Ariel Steinberg, que si bien eso lo ubica aquí, hasta el momento no hemos hallado restos de cuerpo alguno. Pero es nos da esperanza de que él se encuentre bien —responde el oficial de pelo y bigote gris tratando de sonar optimista. —Si bien hay que recalcar que resta mucho terreno por cubrir aún, ¿Verdad? —plantea el periodista ganándose una mira de reproche por parte del hombre al echarle por tierra su intento de tranquilizar a la audiencia. —Los terrenos afectados por el incendio son extensos, por lo que hasta el momento solo hemos sido capaces de recorrer una cuarta parte del área. Quiero recordar también que estamos abiertos a recibir a cualquier voluntario que quiera ayudarnos con esta
—¿En verdad crees que podemos confiar en él? No deja de ser un Steinberg, y eso es mucho decir —cuestiona Valentina regando las flores del jardín de la casa que ha rentado. —Aunque lo sea, el hecho de que quiera ir contra Fernando demuestra que está decidido a destruirlo, de otra manera no se arriesgaría a perder su lugar de protegido —plantea el Fiscal que por como ve las cosas considera que es la mejor opción con la que cuentan. —Pensar que ese tipo pudiese resultar un hueso tan duro de roer, debo confesar que me sorprendió mucho que tomara la determinación de destruir sus propias tierras para que no pudiésemos probar las denuncias —murmura la mujer comenzando a arrancar la mala hierba que ha crecido entre las flores. —Justamente por eso lo que este muchacho nos ofrece es lo mejor con lo que contaremos, lo une directamente a cada uno de los involucrados, de los que podríamos obtener confesiones de los pagos —exclama Avilés que quiere aferrase a