Al ingresar en su apartamento Avilés deja las llaves sobre la mesa del comedor mientras se quita el saco y lo tira sobre un sillón de cuero negro en el que se han abierto varias rajaduras por el paso del tiempo. Masajeándose la frente camina hacia el refrigerador que parece aun más antiguo que el sillón, y con una sonrisa de satisfacción saca una botella de cerveza lo suficientemente fría como para que su garganta sienta la desesperada necesidad de beber el contenido del envase.
—Otro día que he vuelto a casa mi pequeña —murmura el Fiscal acariciando con los dedos la fotografía de una hermosa niña sonriente de cabello negro y piel trigueña que esta pegada a la puerta del refrigerador.Dando otro sorbo a la botella el hombre camina a pasos lentos hacia el televisor que enciende sentándose en el sillón que se hunde quejosamente ante su peso, con una sJulieta se sirve una taza de café en la sala de descanso que suele usar cada vez menos, sobre todo desde que intenta estar lo más lejos posible de Ariel, pero esa mañana ha resultado ser uno de esos días en que el mundo parece estar asentado sobre tu cabeza. Y espera que al menos la cafeína le permita despejar un poco su mente, cuanto desearía poder dejar todo atrás, terminar esa dichosa campaña de Jaguer y poder alejarse de esa Agencia cuanto pudiese. Pensar que cuando consiguió ese trabajo no cabía en su cuerpo de la alegría, creía que de ahí en más todo sería diferente, que era su oportunidad de crecer y seguir adelante dejando atrás lo que le había sucedido. Y sin embargo, aquí está sintiéndose un tapete pisoteado, sin estar segura de hacia donde ir, y lo cierto es que no puede culparse más que a ella misma, ya que fue su decisión seguir insistiendo con Ariel, algo que solo ha terminado en otra gran decepción. —Con que aquí estabas, estuve buscándote en toda la Agenc
—¡Eso es una idiotez, nunca supe nada sobre eso, lo único que están tratando de hacer es manchar mi imagen, y ese Fiscal es el principal responsable de esta campaña de difamación en mi contra! —reclama Fernando caminando nerviosamente de una lado a otro de la oficina. —Sé que es un momento difícil para ti, pero dejarte llevar por esto no te ayudará en nada. La gente está algo sensible, Alicia pasó de ser un icono de la posibilidad a una despiadada asesina de la noche a la mañana, se sienten engañados, defraudados, y eso los lleva a cuestionarse que tú, su marido rico no hayas estado interviniendo todo este tiempo para ocultarlo —plantea el abogado de calva reluciente con tranquilidad sentado en un sillón de dos cuerpos. —¿La gente se siente defraudada? La gente no piensa, no razona, solo repite lo que le inculcan los medios o las redes, y ese maldito Fiscal que salió como una alimaña de algún pueblo perdido es el que está detrás de todo esto —vuelve a repetir
Sentado en el sillón de su oficina en penumbras Ariel observa a través del cristal los edificios iluminados por las luces de sus habitantes, pareciendo un grupo de luciérnagas intentando evitar que la oscuridad se apodere de todo a su paso. Con una expresión algo hosca toma su tercer vaso de whisky tratando de decidir si servirse otro, si bien aún no ha llegado a embriagarse comienza a sentir un ligero efecto del alcohol en su cuerpo, uno que preferiría lo hiciese escapar por un momento de su nefasta realidad. —Si el alcohol solucionase los problemas el mundo estaría lleno de hombres y mujeres felices —murmura el empresario dejando el vaso sobre su escritorio y centrándose una vez más en el paisaje. Soltando un suspiro cargado de cansancio piensa en lo pequeño que resulta ser en medio de esos grandes edificios, solo un pequeño hombre en una gran ciudad, un insignificante hombre en medio de un mundo llenos de millones como él, un peón en el tablero de su padre
—Debo confesar que parecen una pareja hecha a la medida, creo que hablo por todos al decir que es una gran alegría que a pesar de los obstáculos que han afrontado, finalmente han conseguido ser felices —declara el reportero con una gran sonrisa hablando desde su estudio al móvil que ha viajado a Barcelona para visitar a la feliz pareja. —Pues no creo que sean capaces de sentir más felicidad que nosotros, aunque debo decir que me alegra tener la oportunidad de volver a hablar delante de tu público ahora que las cosas han mejorado considerablemente —confiesa Pablo con una gran sonrisa en los labios tomado de la mano de Débora. —Es cierto que la última vez que hablamos las circunstancias eran realmente abrumadoras, y creo que todos tenemos dudas respecto al estado de Débora, aunque al menos a la vista se ve más que bien —plantea Luis con tranquilidad ya que esa nota no es para hallar problemas en el paraíso, sino para tener la exclusiva de la pareja del mo
—No puedo creerlo, ¿Y no hiciste nada? ¿No luchaste por ella? ¿No le dijiste que estabas dispuesto a dejar todo por ella? —interroga Daniel caminando de un lado a otro de la oficina de su amigo agarrándose la cabeza con decepción. —Por supuesto que se lo dije, intenté convencerla, traté de hacerle entender que debemos estar juntos, pero ya ha tomado una decisión, y por lo que he visto no hay forma de hacerla cambiar de opinión —afirma Ariel soltando un largo suspiro de frustración sentado en su sillón. —Sinceramente, comienzo a creer que tienes alguna especie de maldición o hechicería que te impide estar con la mujer que amas, primero Esmeralda, y ahora Julieta —murmura el amigo meneando la cabeza mientras sigue yendo y viniendo. —Yo también comienzo a temer eso, es… es que fue algo maravilloso, cuando estaba allí recostado en esa cama con ella en mis brazos… en ese momento me sentí en paz con el mundo entero, no me importaba absolutamente nada, e
—Y con nosotros volvemos a tener a nada más y nada menos que al Fiscal Avilés, bienvenido nuevamente —recibe Luis a su invitado con una sonrisa complacida al saber que tendrá una buena dosis de dramatismo en esa nota, tal y como le gusta. —Es un gusto poder estar aquí, siempre he considerado que es un gran deber asegurarse que cada persona pueda recibir la información de lo que sucede a su alrededor —comenta el Fiscal con una sutil sonrisa. —Y en este programa nos esforzamos por cumplir con ese deber, lo cual me lleva la razón de su presencia el día de hoy, que si bien entiendo no tiene que ver con Alicia Steinberg, sino con su marido, el reconocido Fernando Steinberg —comenta el periodista algo sorprendido de que el canal haya decidido permitir que se hable en contra de alguien tan influyente, pues una cosa es hablar de su difunta esposa, y otra directamente de él. —Sí, según parece la revelación de los crímenes ocultados por Alicia, y la muestra
Ariel camina nerviosamente de un lado a otro de su habitación deteniéndose cada tanto frente al espejo para observan el esmoquin que lleva puesto, soltando un suspiro cargado de pesadez mira su rostro cuya expresión parece la de un hombre condenado a la pena de muerte. Aunque tener que pedirle matrimonio a alguien a quien no amas parece un suplicio igual a esa condena, solo que en este caso mueres en vida. —Amigo, pareces un cordero que va directamente al matadero sabiendo lo que el fatal destino que le espera —murmura Daniel entrando en la habitación con dos botellas de cerveza. —Tú si que sabes ser reconfortante, lo recordaré para cuando piense en suicidarme. No gracias, no creo que deba beber —comenta Ariel rechazando la botella que su amigo le extiende. —Creo que es exactamente lo que necesitas, como mínimo te ayudará a sentirte más relajado cuando digas tus ultimas palabras de hombre libre —determina el amigo insistiendo con la botella y sent
—¿Vamos a cenar en un planetario? —pregunta Julieta al bajar del vehículo y ver el edificio en cuya parte superior se distingue una gran cúpula blanca. —Sí, y no, es una sorpresa, así que solo confía en mí, creo que te encantará —asegura Timoteo tomándola de la mano para conducirla al interior del edificio. —Créeme si te digo que sí es una sorpresa, supuse que eras algo extravagante a la hora de querer impresionar a tus conquistas, pero sin duda esto no es algo que hubiese podido imaginar —comenta la modelo observando el robot humanoide que les da la bienvenida detrás de un mostrador. —El hecho de que no sepas qué esperar me brinda una gran ventaja, como te dije la noche en que te conocí: eres una mujer maravillosa, una a la que cualquier hombre intentará impresionar para conquistarla o al menos para intentar demostrar que vale la pena que te intereses en él. Por lo que esta cita tenía que ser completamente diferente a cualquier otra, no podía arr