El Sacerdote Williams tenía algo de pánico, estaba claro que de una forma u otra se metería en problemas, pero no quería figurar como un filtro de información clasificada ante la iglesia central.
Iba en el asiento trasero de la motocicleta, a la espalda del Sargento Román quien lo llevaba a la escena donde había ocurrido la masacre la noche anterior.
Aun los investigadores y forenses tienen control del área, sin embargo, los cuerpos o restos de ellos ya habían sido trasladados a la morgue para su autopsia, sutura y preparación para ser enterrados.
— Es aquí, Sacerdote. Una de las cosas que quiero mostrarle es como son los destrozos que dejan estos criminales a su paso cuando hacen de las suyas, solo mire a su alrededor… Parece Halloween, una casa del terror, sangre por todos lados y algunos restos de carne humana que apenas están siendo recogidos por los forenses de
Parecía que la libertad se estaba acabando para todos los que tenían relación con Moonhouse, esta vez el sacerdote observaba desde la puerta del cuartel los soldados con rifles que rodeaban el perímetro, era incomodo el cambio de ambiente que de pronto ese día estaba cruzando, de estar en la iglesia a ir a una escena del crimen, pasar por la morgue viendo los horrores de la carne humana despedazada a estar básicamente recluido en un cuartel de un Sargento con un empoderamiento excesivo. — Eh… ¿Crees que puedas ayudarme? — Pregunta el Sacerdote Williams a un soldado que iba pasando. — Dígame. — El soldado se detiene. — Quiero irme de aquí. — Sacerdote, tengo entendido que usted ahora pertenece al equipo del Sargento General Román Palacios, no es posible que se vaya sin su autorización. — Lo sé, hablo de irme… No creo que le importe. — Señor, disculpe… Pero si intenta escapar tenemos orden de poder abrir fuego contra usted, asumiremos tr
Extrañamente Leo aún seguía el rastro junto con Brown de James, acostado sobre el suelo, dentro del agujero donde se había metido la bestia pensaba en la gran capacidad del olfato del perro que siempre lo encontraba. Pero al menos tenía compañía que lo llevaría al granero nuevamente y mientras los lirios florecían se levantaba con muchas ganas de seguir adelante y llegar al final de todos los misterios que rodeaban lo que él creía simplemente una maldición. — ¡Aquí! Solamente déjenme salir de este hueco, denme un segundo nomás. — James se dejaba ver. — Ohh, ni si quiera preguntaré como llegaste allí. Bueno, ¿Qué tal ha ido la noche? — Leo le echa una mano para salir. — Ha sido una completa locura, pero creo que estoy cerca de algo. — Increible, ¿Me contarás al llegar al granero? — Claro, igualmente tengo mucho que hacer. — Interesante, pues vamos. Hay que tener cuidado, hay movilizaciones de soldados por el pueblo que están det
Las aves cantan y beben de la pequeña fuente y monumento histórico en el medio de la plaza de los edificios junto al cuartel, la mañana con destreza limpia el frío de la noche y agradablemente el respirar se hace más cómodo… Para los soldados en el cuartel significa un nuevo día de servicio a la nación, pero para el Sacerdote que limpiaba el cristal de sus lentes de pie en la puerta del cuartel significaba una obligación especialmente como un castigo.No quería estar allí, para nada, pero la noche anterior en su conversación con Dios aseguró ser fuerte ante su destino, por lo que enfrentaría como un valiente seguidor cada situación que se le opusiera.— Buen día, Sacerdote. ¿Ha comido algo? — Román llegaba frente a él.— Igualmente para usted, Sargento. No, no he sentido hambre.— Deberí
El sonido de las llamas saturando y devorando el oxígeno de una fogata era el único sonido familiar que escuchaba James mientras recuperaba el conocimiento luego de aquel golpe que Mau le había dado, sin embargo, la noche no estaba todavía cerca de salvarlo… Esta vez la suerte no estaba de su lado en ese sentido, la luna no lo rescataría otorgándole la maldición de volverlo una bestia para huir de las amenazas que lo querían muerto.Una delgada capa de musgo se trepaba por los pies de los pilares de la estructura, algunas grietas se veían en el techo y las ventanas opacas devoraban la luz que por ellas atravesaba. El silencio no era paz, era miedo, era la incertidumbre de no entender exactamente quienes lo velaban en el suelo.Los cuervos enloquecían, desde el tragaluz abrían sus alas como zamuros emocionados observando un cadáver en putrefacción, el sonido de una gota de
Todos en la sala del santuario estaban completamente perplejos, ¿Qué era lo que se acercaba y provocaba tal estremecedora sensación? Indudablemente era algo grande, sin embargo, Jake no tenía ni idea de lo que podía ser… Nadie, mejor dicho. Aparentemente todas las personas que podían convertirse en licántropos estaban en la sala, Mau, Jake, Darryl y James. Eran los únicos hombres-lobo conocidos en existencia. Entonces ¿Quién estaba por aparecer?— ¡Darryl! ¿A quién más has convertido que no nos hayas dicho? — Jake sostiene a Darryl por su bata amenazándolo.— ¡A nadie más! Ustedes dos son los únicos que han acudido a mí en todos estos años. — Darryl empuja a Jake.— Pues esto me huele a que alguien más está transformado y viene a nosotros con quien sabe que intención.
El silencio estaba ligado en dos sentimientos, desconfianza y alivio. Para los soldados sobrevivientes lo agotado de correr hasta acabar el aliento puso a prueba sus límites demostrando que por salvar sus vidas superarían incluso al más rápido de los corredores olímpicos. Sin embargo, no precisamente era honorable haberse rendido en esa situación y como cobardes abandonar el campo de batalla, sobretodo dejando atrás compañeros…Es por ello que inclinado hacia adelante y tratando inhalar oxigeno sin ahogarse por el exhausto maratón con una mano en la rodilla y la otra en el aire señalando una reunión, el Sargento General Román Palacios agrupaba su pelotón y los dirigía hasta dentro de un cuartel, para cerrar la puerta y tener una charla en privado antes de que dieran cualquier declaración.Algunos soldados sentados en el suelo, otros de pie y varios con su can
Sus ojos terminan por cerrarse, el sueño vence su mente y dormir un poco antes del despertar el animal es lo único que puede hacer en ese momento, en su compañía solamente se escucha el aullido de Paine, Leo se ha ido a dormir y arropado por el sereno nocturno James duerme con el descanso que hace mucho no sentía.Las estrellas en el cielo adornan como luces de navidad, la luna casi en su punto más alto y el cantar de un grillo solitario dejan la creencia del final de una pesadilla.La luna cruza el cielo, la medianoche continúa y al pasar de varias horas el sol descubre su velo. De ser un tono oscuro pasa a ser amarillento el horizonte, la madrugada hace su transición con calma en lo inmenso del espacio dando paso al siguiente día.Las gallinas cacarean con hambre y los gallos dan los buenos días a la naturaleza, los animales se esparcen por el campo con seguridad al mismo tiempo que la puert
— Sargento… Sargento, despierte. — Una voz retumbaba en su cabeza.El Mareo seguía presente, el alcohol había estado haciendo su propia fiesta dentro del cuerpo del Sargento General Román Palacios y mientras seguía dormido en el suelo las imaginaciones de un mundo donde él era una celebridad invadían su sueño.Los sonidos de pisadas de las botas se escuchaban por todo el cuartel debido al entrenamiento rutinario de la mañana de los soldados…— “Míralo, es el Sargento que dirige la operación Aullido. Probablemente sea un fracasado al que le dieron un mando que le queda muy grande.” — Los comentarios susurrados de los demás soldados al pasar comentaban.Una botella completa de whiskey tenía entre sus manos sostenida, quedarse dormido en ese estado en pleno pasillo del campo de tiro suponía una vergüenza muy grande