— ¡Detente! — Las súplicas de James no se detenían, aunque sabía que en cualquier momento se transformaría en licántropo.
La niebla de la noche se mezclaba con la huma de la gigante fogata que Darryl estaba haciendo con James en ella, era como un asado de fin de semana para él, pero precisamente un sacrificio con el intruso que se metió al santuario a quien sabe qué.
— Al menos si vas a sacrificarme... Explícame quien eres, porque lo haces y porque estás aquí. — James fingía que era su último deseo antes de aceptar ser sacrificado.
Darryl aceptó, le contaría lo que estaba pasando solo por el simple hecho de respetar su última voluntad para morir en paz… Al fin y al cabo, era un simple mortal que moriría calcinado por el fuego.
— Presta atención… Porque te queda muy poco tiempo antes
La nueva pelea infectaba el ambiente de nuevos peligros, aquel hombre-lobo con esas propiedades tan extrañas era como el autoproclamado guardián del santuario que quizás solo era el único lugar donde podía vivir solo por el odio a la iglesia y a las personas que lo echaron en pocas palabras de su pueblo llamándolo loco… Lo acompañaba el tenebroso Bosque Negro con sus peculiares características sobrenaturales, la vida muerta que en él había espeluznantemente dejaba sin ánimo todo lo que ni si quiera se atrevía a entrar. Ni si quiera el sol penetraba con fuerza, sino más bien con debilidad. El sacrificio con James como ofrenda se había salido completamente de curso y Darryl iba a atender el asusto con sus mismas garras sin si quiera preguntar porque había invadido el santuario. — Los Dioses se sentirán engañados al darse cuenta que no van a recibir ningún alma, por lo que tengo que asegurarme de que así sea… Ven aquí y no lo hagas más difícil, lobo. — Darryl qu
El ligero humo desprendiéndose del extremo encendido de un tabaco perfuma la habitación en silencio y se refleja con los rayos de sol que entran por la ventana, la presión del ambiente estallaría en cualquier momento de no ser por el whiskey recién servido en un vaso, el cenicero contenía la desgracia sobrante y el odio de la derrota de esa la pasada noche en que no pudo lograr su objetivo. Solamente rencor y enfurecimiento quedaba dentro de sus venas que a su vez alimentaban su corazón, se había vuelto un hombre mucho más peligroso por tan solo una falla que juraba con su puño chocando en su mismo pecho no volvería a suceder. El Sargento General Román Palacios se encontraba en su escritorio de madera con su resolver en ella mientras lo acariciaba con el deseo de abrir fuego contra los soldados que arruinaron su emboscada, pero no podía hacerlo… Cobrar esa venganza le costaría su trabajo, su carrera y el “brillante y exitoso” futuro que estaba esperándolo a que se asomara.
El Sacerdote Williams tenía algo de pánico, estaba claro que de una forma u otra se metería en problemas, pero no quería figurar como un filtro de información clasificada ante la iglesia central.Iba en el asiento trasero de la motocicleta, a la espalda del Sargento Román quien lo llevaba a la escena donde había ocurrido la masacre la noche anterior.Aun los investigadores y forenses tienen control del área, sin embargo, los cuerpos o restos de ellos ya habían sido trasladados a la morgue para su autopsia, sutura y preparación para ser enterrados.— Es aquí, Sacerdote. Una de las cosas que quiero mostrarle es como son los destrozos que dejan estos criminales a su paso cuando hacen de las suyas, solo mire a su alrededor… Parece Halloween, una casa del terror, sangre por todos lados y algunos restos de carne humana que apenas están siendo recogidos por los forenses de
Parecía que la libertad se estaba acabando para todos los que tenían relación con Moonhouse, esta vez el sacerdote observaba desde la puerta del cuartel los soldados con rifles que rodeaban el perímetro, era incomodo el cambio de ambiente que de pronto ese día estaba cruzando, de estar en la iglesia a ir a una escena del crimen, pasar por la morgue viendo los horrores de la carne humana despedazada a estar básicamente recluido en un cuartel de un Sargento con un empoderamiento excesivo. — Eh… ¿Crees que puedas ayudarme? — Pregunta el Sacerdote Williams a un soldado que iba pasando. — Dígame. — El soldado se detiene. — Quiero irme de aquí. — Sacerdote, tengo entendido que usted ahora pertenece al equipo del Sargento General Román Palacios, no es posible que se vaya sin su autorización. — Lo sé, hablo de irme… No creo que le importe. — Señor, disculpe… Pero si intenta escapar tenemos orden de poder abrir fuego contra usted, asumiremos tr
Extrañamente Leo aún seguía el rastro junto con Brown de James, acostado sobre el suelo, dentro del agujero donde se había metido la bestia pensaba en la gran capacidad del olfato del perro que siempre lo encontraba. Pero al menos tenía compañía que lo llevaría al granero nuevamente y mientras los lirios florecían se levantaba con muchas ganas de seguir adelante y llegar al final de todos los misterios que rodeaban lo que él creía simplemente una maldición. — ¡Aquí! Solamente déjenme salir de este hueco, denme un segundo nomás. — James se dejaba ver. — Ohh, ni si quiera preguntaré como llegaste allí. Bueno, ¿Qué tal ha ido la noche? — Leo le echa una mano para salir. — Ha sido una completa locura, pero creo que estoy cerca de algo. — Increible, ¿Me contarás al llegar al granero? — Claro, igualmente tengo mucho que hacer. — Interesante, pues vamos. Hay que tener cuidado, hay movilizaciones de soldados por el pueblo que están det
Las aves cantan y beben de la pequeña fuente y monumento histórico en el medio de la plaza de los edificios junto al cuartel, la mañana con destreza limpia el frío de la noche y agradablemente el respirar se hace más cómodo… Para los soldados en el cuartel significa un nuevo día de servicio a la nación, pero para el Sacerdote que limpiaba el cristal de sus lentes de pie en la puerta del cuartel significaba una obligación especialmente como un castigo.No quería estar allí, para nada, pero la noche anterior en su conversación con Dios aseguró ser fuerte ante su destino, por lo que enfrentaría como un valiente seguidor cada situación que se le opusiera.— Buen día, Sacerdote. ¿Ha comido algo? — Román llegaba frente a él.— Igualmente para usted, Sargento. No, no he sentido hambre.— Deberí
El sonido de las llamas saturando y devorando el oxígeno de una fogata era el único sonido familiar que escuchaba James mientras recuperaba el conocimiento luego de aquel golpe que Mau le había dado, sin embargo, la noche no estaba todavía cerca de salvarlo… Esta vez la suerte no estaba de su lado en ese sentido, la luna no lo rescataría otorgándole la maldición de volverlo una bestia para huir de las amenazas que lo querían muerto.Una delgada capa de musgo se trepaba por los pies de los pilares de la estructura, algunas grietas se veían en el techo y las ventanas opacas devoraban la luz que por ellas atravesaba. El silencio no era paz, era miedo, era la incertidumbre de no entender exactamente quienes lo velaban en el suelo.Los cuervos enloquecían, desde el tragaluz abrían sus alas como zamuros emocionados observando un cadáver en putrefacción, el sonido de una gota de
Todos en la sala del santuario estaban completamente perplejos, ¿Qué era lo que se acercaba y provocaba tal estremecedora sensación? Indudablemente era algo grande, sin embargo, Jake no tenía ni idea de lo que podía ser… Nadie, mejor dicho. Aparentemente todas las personas que podían convertirse en licántropos estaban en la sala, Mau, Jake, Darryl y James. Eran los únicos hombres-lobo conocidos en existencia. Entonces ¿Quién estaba por aparecer?— ¡Darryl! ¿A quién más has convertido que no nos hayas dicho? — Jake sostiene a Darryl por su bata amenazándolo.— ¡A nadie más! Ustedes dos son los únicos que han acudido a mí en todos estos años. — Darryl empuja a Jake.— Pues esto me huele a que alguien más está transformado y viene a nosotros con quien sabe que intención.