Facundo estaba preocupado, odiaba a Bernardo.

Quería enfrentarse a él, destrozarlo con sus propias manos.

Bernardo era el mismo diablo, un hombre de barro.

Facundo, en lugar de tener miedo, tenía impotencia y quería darle su merecido a ese vil ser.

Aunque sabía que eso no le devolvería a su padre y si Lorenzo corría con esa misma suerte, tampoco lo podría traer de vuelta, pero al menos, Bernardo ya no le haría daño a nadie más.

Era tal el odio que sentía Facundo, que no dudaría en matarlo, aunque él nunca portó un arma, ni siquiera sabía manipular una.

Facundo estaba tan mal, que casi choca tres veces, apenas podía concentrarse en el tráfico.

Luego de 1 hora y media, llegó al aeropuerto, no entendía como tardó tanto, aunque el tránsito estaba muy pesado, hubo trayectos en los que iba, en plena autopista, a paso de hombre.

El avión que traslada a su madre aterrizó en el hangar más cercano al sector comercial.

Eso lo pudo averiguar en la mesa de entrada.

Le pidieron 3 veces su identific