Adrián estaba sentado en su despacho, observando el horizonte con el ceño fruncido. Desde lo alto de la torre, la ciudad parecía tranquila, pero debajo de esa fachada de calma, todo se estaba desmoronando. Las acciones del Grupo Alarcón caían en picada, y los medios de comunicación no dejaban de hablar sobre los escándalos, las muertes y los videos filtrados que vinculaban a la familia con oscuros crímenes.Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Adrián había sentido este tipo de nerviosismo. Siempre había controlado todo, cada detalle, cada paso en su carrera. Pero esta vez, algo estaba fuera de lugar. Alguien había logrado lo impensable: filtrarlo todo, ponerlo en el centro de la tormenta sin su conocimiento, sin su permiso. Y lo peor de todo es que no tenía idea de quién era.Golpeó la mesa con el puño cerrado, frustrado. Su calma exterior no era más que una máscara; por dentro, todo se tambaleaba.—Maldita sea —susurró entre dientes, mientras apretaba los puños sobre la
Aitana estaba sentada en su despacho, mirando a través de las grandes ventanas que daban hacia el jardín trasero. La mansión, antes vibrante y llena de vida, ahora parecía una fortaleza silenciosa. El peso de los últimos acontecimientos la aplastaba, y el vacío que sentía en su interior se hacía más profundo con cada minuto que pasaba. Tras la visita de Adrián, sabía que el tiempo se agotaba. Pero, aún así, no esperaba lo que estaba a punto de suceder esa noche.Las luces en la casa eran mínimas, apenas las necesarias para mantener la fachada de que todo seguía funcionando con normalidad. Aitana prefería la oscuridad; en ella podía pensar con claridad. Había pasado las últimas semanas planeando la destrucción de una familia que representaba una amenaza para la organización, pero una parte de ella esperaba un milagro, algo que evitara más derramamiento de sangre. Aún tenía la esperanza de encontrar una salida.Mientras revisaba documentos en su escritorio, un sonido suave rompió el sil
Un año había pasado desde que Aitana Ferrer y Nicolás Valverde contrajeron matrimonio. A los ojos del mundo, parecían ser la pareja perfecta. Nicolás, un hombre serio y comprometido, conocido como el hombre más rico de la ciudad, era admirado por su éxito y su influencia. Aitana, una mujer dulce y dedicada, tenía una sonrisa que iluminaba cualquier habitación. Lo que pocos sabían era que Aitana era la hija del hombre más rico del país, aunque ella misma ignoraba su verdadero linaje debido a secretos que le habían sido ocultados desde su infancia.Sin embargo, bajo esa fachada de normalidad se escondía una verdad amarga: Nicolás no la amaba. Había aceptado casarse con ella por una única razón: cumplir el último deseo de su padre en su lecho de muerte. Su padre, un hombre cuya influencia en la vida de Nicolás había sido innegable, le había pedido que se casara con Aitana, asegurando que ella sería la esposa perfecta para él. Aunque Nicolás nunca comprendió del todo la urgencia detrás de
Las primeras luces del amanecer se filtraban a través de las cortinas de seda de la habitación, despertando suavemente a Aitana. Durante un momento, el peso de la realidad aún no había caído sobre sus hombros. Podría haber sido cualquier otra mañana, en cualquier otra casa. Pero al abrir los ojos y ver los techos altos, las paredes adornadas con obras de arte y los muebles de lujo que llenaban la habitación, todo volvió a su mente. La familia Alarcón, su verdadera herencia, el hijo que llevaba en su vientre, y la traición de Nicolás.Un ligero golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos.—Adelante —dijo Aitana con voz somnolienta.La puerta se abrió lentamente, y la figura esbelta y elegante de Victoria Alarcón entró en la habitación. Su presencia irradiaba autoridad, pero esta mañana su expresión parecía más suave.—Buenos días, querida —dijo con una sonrisa medida—. Espero que hayas descansado bien.Aitana asintió, aunque la verdad era que había dormido inquieta, con sueños llen
Al salir de la tienda, Aitana sentía una mezcla de emociones que oscilaban entre la victoria y el nerviosismo. Había manejado bien la situación con Valeria, pero las inseguridades y dudas aún pesaban sobre su corazón. Apenas había dado unos pasos por el centro comercial cuando, distraída por sus pensamientos, chocó de lleno contra alguien.El impacto hizo que la bolsa que llevaba en la mano se deslizara y cayera al suelo, haciendo que la lujosa caja que contenía la joya rodara un par de metros. Aitana se agachó rápidamente para recogerla, pero alguien más fue más rápido.—Déjame ayudarte —dijo una voz grave que inmediatamente reconoció.Al levantar la mirada, se encontró con los ojos oscuros y fríos de Nicolás , su exesposo. Su expresión era de sorpresa, pero también de algo más... algo que Aitana no supo identificar al principio. Nicolás sostuvo la caja en su mano por un momento, como si evaluara su peso y su contenido antes de devolvérsela.—Vaya... —murmuró con una sonrisa cínica—.
Nicolás quedó inmóvil por un momento, observando cómo Aitana se alejaba con su guardaespaldas. Su mente aún intentaba procesar lo que acababa de suceder. Esa joya costaba más de lo que él había imaginado, y ella había logrado comprarla, incluso después de que él se aseguró de que no tendría acceso a ninguna de sus cuentas. ¿Cómo era posible? ¿De dónde había sacado tanto dinero?Un pensamiento inquietante comenzó a formarse en su mente. Las pistas estaban todas ahí: los vehículos lujosos, los regalos caros, la tarjeta de crédito que Aitana había usado. Todo apuntaba a algo... o a alguien. Aitana no podría haberlo hecho sola. Tenía que estar con alguien, alguien poderoso y rico. Alguien que la estuviera manteniendo.Nicolás se dirigió a la tienda de joyas, con el ceño fruncido y la determinación quemando en sus venas. Al entrar, el aroma a cuero y terciopelo lo envolvió. Era un lugar exclusivo, reservado solo para aquellos con acceso a fortunas considerables. Se acercó al mostrador dond
El informe llegó a manos de Nicolás Valverde tres días antes del aniversario de la familia Alarcón. Había estado obsesionado con la conexión entre Aitana y esa poderosa familia desde el día en que la vio con aquella joya costosa, y no había dejado de investigar. Ahora, con el informe en sus manos, sus sospechas crecían. No había un heredero joven en los Alarcón, lo que sólo reforzaba su teoría: Aitana debía estar involucrada con algún miembro mayor de la familia para asegurar su bienestar. ¿Había caído tan bajo?La noche del aniversario de los Alarcón llegó, y la ciudad se preparaba para uno de los eventos más exclusivos del año. Sólo los hombres y mujeres más influyentes estaban invitados, y Nicolás, con su posición privilegiada, no podía faltar. Decidió asistir con un único propósito: descubrir la verdad sobre Aitana y su relación con los Alarcón. Algo dentro de él lo impulsaba, una mezcla de celos y orgullo herido que no podía ignorar.El evento se celebraba en la mansión Alarcón,
Los días posteriores a la fiesta del aniversario en la mansión Alarcón fueron una tormenta silenciosa para Nicolás Valverde. La rabia que había sentido en la fiesta aún lo consumía, pero debajo de su furia latía una creciente preocupación. Algo más profundo estaba ocurriendo, y no podía ignorarlo.Había comenzado con rumores sutiles en los pasillos de su empresa. Los socios y contactos con los que había trabajado durante años empezaron a ser más esquivos. Llamadas importantes se postergaban, reuniones se cancelaban sin explicaciones, y propuestas de negocios que parecían seguras se desvanecían como humo. Al principio, Nicolás pensó que era una simple coincidencia, una racha de mala suerte. Pero cuando los problemas se intensificaron, comprendió que algo más siniestro estaba sucediendo.La confirmación llegó en la forma de un correo electrónico breve y directo de uno de sus socios más antiguos: “Lo siento, Nicolás, pero no podemos continuar trabajando contigo. Las circunstancias han ca