Capítulo 5.-

Jacob García

Miami

Estábamos en el yate de mis padres, habíamos hecho una apuesta y habia perdido, solo que ellos me hicieron trampa.

Cuando llegué en el yate desde mi casa en Key Biscayne a Miami Beach, mi primo Christoph, me esperaba a la orilla del malecón con dos chicos Noah y Jaiden y cuatro chicas, Lilly, Emma, Abigail y Madison, los mismos de siempre, la fiesta se armaría a lo grande, todos se subieron al yate, era temprano por lo que nos adentramos al mar, el regreso seria antes de las ocho de la noche.

–Primo ¿cómo estás? – nos damos un fuerte abrazo Christoph y yo.

Somos bastante parecidos, solo que Christoph es mucho más bronceado que yo, él es dueño de un marca de tablas de surf y por lo tanto permanece más tiempo en la intemperie que yo, mi profesión me mantiene mucho más tiempo bajo techo, la cadena de clínicas veterinarias de mis padres que se encuentran repartidas en todo el país, me impiden disfrutar de mi deporte favorito, el surf.

Me salude con los chicos y con las chicas, formábamos un grupo bastante diverso, las chicas eran las que se encargaban de servir las bebidas y los chicos y yo nos encargábamos de la comida, haríamos un asado a bordo, en lo que llegábamos a paso lento a nuestro destino.

–Muy bien primo, chicos, pasen adelante, espero que esta vez no quieran hacer sus competencias, tenemos el tiempo justo para nadar en Miami Beach Boardwalk, montar en patines, en el paracaídas y el recorrido de tres horas.

–Pero los tíos están de vacaciones, no creo que no te dejaran el yate más de unas horas.

 Mis padres estaban de vacaciones, pero checaban la ubicación de los vehículos con regularidad. Yo habia aprovechado para unas breves vacaciones a unos cuantos días de su llegada, pero si sabían que tomaría el yate prestado.

–Al parecer estoy castigado por lo que pasó con Elaine y solo me dejaron usarlo por dos días.

–Ahí está, podemos pasar la noche en altamar y ya mañana ate regresas a tu pequeña mansión.

Mi primo lo decía como si ninguno de nosotros viviéramos en mansiones, era lo usual por esta zona, así que no le hice caso.

–Tengo otros planes, lo de Elaine era en serio, ya no pienso salir con ella.

–Sus padres deben estar que la ahorcan.

–Ese es su problema, aparte yo por ella no sentía amor, estuvo bien que ella rompiera el compromiso y se fuera con quien de verdad la quiere.

– ¿Bueno pero no estamos aquí para llorar verdad?

–Cállate tonto y vayamos más bien a supervisar que todo esté en orden.

Todos nos fuimos a ver el suministro que nos habían organizado los asistentes de mis padres, estaba todo lo que les habia pedido y entre ellos una botella del mejor tequila que se pudiera encontrar. Casi todo estaba preparado solo era poner el grill y La carne estaría en menos de 10 minutos.

– ¿Chicos que quieren, mojitos o tequila? – nos pregunta Abigail.

Nos quedamos mirando y gritamos a coro.

– ¡Tequila!

La bebida favorita de todos, las chicas sirvieron el líquido transparente que parecía inofensivo, cortaron algunos limones y pusieron sal en unos platos pequeños. Ya nos sabíamos de memoria el procedimiento, así que todos tomamos nuestros vasos tequileros un limón y lo untamos de sal, pero antes de que nos los tomáramos de un solo trago, mi primo nos detuvo.

–Hagamos un brindis, ¡salud por la nueva soltería de mi primo Jacob!

– ¡Salud!

Gritamos con felicidad, pero el más feliz era yo, por fin se habia terminado este suplicio, Elaine era una buena chica, pero muy aburrida y con lo fiestero que soy. Nunca alcanzábamos a ponernos de acuerdo, así que ella terminó nuestro noviazgo que habia durado unos cuantos años, ya saben los padres que siempre quieren unir a sus hijos por el bien de todos y bla, bla, bla.

El tiempo pasó y decidimos dejar para otro día el recurrido y todas las demás actividades, la comida estuvo a su tiempo, así que nos decidimos a hacer apuestas, el que perdiera tenía que hacer algo que juró nunca haría en su vida, así que el tequila estaba por todo lo alto, el juego de seven y eleven, dos dados, el que le cayera diferente de esos números se tenía que tomar un vaso tequilero. Yo siempre habia tenido suerte con los dados, era muy rara la vez que no me salían a la primera.

–Ya saben cómo es el juego.

Comenzaron las chicas y ninguna de las cuatro acertó así que fueron tomando una a una su tequila, nos tocó a los chicos, Noah y Christoph, le salieron siete y once respectivamente, mi tuno y me salió un doble, así que tiré de nuevo, saliéndome un cinco, así que me tocó el primer tequila, tres rondas y no habia acertado en nada. Los gritos de las chicas cuando nos tocaba beber a cualquiera de nosotros no se hacían esperar. Las chicas iban ganando y nosotros ya casi estábamos al borde de la inconsciencia.

Al levantarme me di cuenta que estaba en uno de los camarotes, solo y con un dolor de cabeza de los mil demonios, busqué atientas una botella con agua, los ojos no los podía abrir, tomé del agua y me supo a gloria, me recosté un rato más y a lo lejos escuchaba los gritos de los chicos que seguramente ya estaban nadando.

Me levanté como pude, fui al baño y al regresar, en la mesita había dos pastillas para calmar el dolor de cabeza y una nota doblada, la agarré la desdoblé y leí lo que decía.

– ¿Qué? esto no lo haría ni loco.

Esto era lo que decía la nota.

“Querido primo, desde hoy vas a ser uno de los chicos de Kristen, así que ve preparándote. Tenemos pruebas, de todos los sucesos, nos encargamos de guardar las evidencias, así que ya queremos ver tu cara cuando te dejemos en la puerta de la agencia”

Todos firmaban el acuerdo, hasta ahí estaba mi nombre garabateado.

Jacob Smirnoff

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