*—Ryan:No estaba mejorando para nada.Con las manos temblorosas, Ryan agarró el vaso de agua que le extendía Stephen Tate, su mejor amigo. Había pensado en visitar a un médico, pero al llegar a la empresa se sumergió en el trabajo, ignorando sus síntomas como si todo estuviera en orden.¡Vaya error!En plena reunión con un cliente, un mareo terrible casi lo deja con la cara contra la mesa de la sala de conferencias. Por suerte, Stephen, que estaba presente como jefe de finanzas de la empresa familiar, lo sostuvo justo a tiempo. Cuando Ryan dejó caer la cabeza, su amigo ya estaba a su lado, evitando una vergonzosa desgracia.Todos se alarmaron al ver a Ryan desmoronarse. Era lógico, jamás había estado enfermo y gozaba de una salud impecable, gracias a Dios. Pero aquella mañana era diferente, no se sentía ni remotamente bien.La reunión se reprogramó para otro día, cuando Ryan pudiera mantenerse en pie sin sentir que iba a desmayarse, y él lo aceptó sin protestar. No sabía cuándo volver
*—Aimee:Esto no podía estarle pasando.Aimee dejó caer la prueba usada en el bote de basura y cerró los ojos al sentir cómo las lágrimas comenzaban a acumularse. Había querido creer que, si mantenía una actitud positiva, todo saldría bien, pero después de obtener dos resultados positivos en tres pruebas, sabía que la había cagado. Y en serio.Después de que el servicio de entrega llegara con su pedido, las tres se habían reunido en la habitación de Aimee, mirando las cajas de las pruebas sin atreverse a abrirlas. Finalmente, Aimee decidió enfrentar la verdad. Tomó una caja y se dirigió al baño. Cuando terminó con la primera prueba, la dejó sobre la cama y se sentaron a esperar el resultado.Cuando la pequeña pantalla mostró el veredicto, fue Regina quien lo revisó. Soltó un suspiro de alivio y sonrió, lo que calmó un poco a Aimee. Sin embargo, aún quedaban dos pruebas más por realizar. La tensión se mantuvo mientras Aimee repetía el proceso. Esta vez, Abby se ofreció para mirar el seg
*—Ryan:Los análisis no decían que era lo que tenía.Ryan lanzó el sobre con sus resultados ya revisados sobre el escritorio mientras maldecía, tirando de su cabello y paseándose como un león enjaulado en su oficina.Había llegado recientemente del hospital y el doctor que le habían recomendado, nada que ver con el hermano de Stephen, había revisado los resultados obtenidos comentándole que no veía nada fuera de lugar más que una pequeña anemia por la falta de alimentos y que era posible que su estado se debía al estrés, por lo cual, le recomendó ir a un psicólogo.¿Un psicólogo?Él no estaba loco ni tenía ningún problema mental, así que no necesitaba un maldito psicólogo. Estaba enfermo y esos médicos de pacotilla no servían para nada, pues, ¿cómo era posible que no pudieran dar con lo que tenía? Incluso en esos momentos se sentía grave, las náuseas volvían y ya estaba cansado de esta situación.¿Acaso era la falta de vacaciones? ¿Sería el estrés del trabajo y todo lo sucedido con su
*—Ryan:Seguir los consejos de Edward le había hecho bien.Para cuando volvió de su viaje a Boston, Ryan comenzaba a sentirse un poco mejor. Quizás era su mente o algo así, pero sea lo que sea, le había sentado bien. Y claro, olvidarse de ciertas preocupaciones había ayudado también.Cuando estuvo en Boston ese fin de semana para el bautizo de su sobrino, Ryan trató de no pensar en Aimee y lo sucedido y se enfocó en su salud. Fue una bendición que el bautizo fue algo privado entre la familia y no invitaron a personas fuera de esta, a excepción de los padrinos quienes eran amigos cercanos de su hermano Richard y Valeria, su esposa.Sin embargo, a pesar de que había pasado tres meses desde lo sucedido con Aimee, Ryan volvía a preguntarse: ¿qué era de Aimee? Era extraño que su hermana no se hubiera acercado en el bautizo para preguntarle o exigir respuestas, y que tampoco le hubiera mencionado algo durante sus llamadas. Ryan ya se imaginaba que se sabía todo el chismecito, pero la misma
*—Aimee:Su mirada pasó por su cuerpo desnudo reflejado en el gran espejo en su cuarto y una amplia sonrisa apareció en sus labios al ver su avanzado estado. Solo estaba en su cuarto mes de gestación, pero su vientre estaba muy hinchado, aunque era obvio porque estaba de esa manera.Otra sonrisa apareció en sus labios mientras modelaba frente al espejo, disfrutando de su nueva imagen.Su embarazo estaba avanzando bien y aquello le alegraba, ya que cuando era una adolescente había tenido algunos problemas con la regla y pensó que le afectaría en el futuro, pero según su tocóloga todo estaba marchando excelente. Y recientemente había confirmado que no solo había un pequeño en su vientre, sino dos, iba a tener gemelos algo que nunca pensó que sucedería. Se llevó las manos a su dieseis semanas y comenzó a acariciárselo.—En unos meses más nacerán —murmuró hacia sus retoños en su vientre como hacia cada vez que se detenía a verse o acariciarse.Desde que supo que tendría dos en vez de uno
*—Ryan:Odiaba cuando las cosas no salían como él quería.Tuvieron que quedarse otro día simplemente porque Daniela había comprado los boletos para el día siguiente, lo que quería decir, que desde el inicio planeo que fuera de esa manera. La pregunta ahora era: ¿Por qué? Aunque su asistente no sabía sobre lo sucedido con Aimee, algo obvio porque no todas sus personas cercanas estaban enteradas de tal barbaridad cometida, parecía en el fondo saber algo. Las mujeres eran muy perspicaces.También se imaginó que Regina y Richard sabían sobre ello, y que Richard era quien estaba moviendo los hilos. Apostaba a que su hermano quería que Ryan se encontrara con Aimee y por eso le había pedido a Daniela que hiciera lo que hizo.En el fondo, Ryan no quería ver a Aimee porque sabía que, si la volvía a ver antes de que se recompusiera, no sabría qué hacer, ella lo hacía sentirse como un estúpido, un tonto y odiaba sentirse así.Esperaba que lo que quedaba del día y parte del de mañana, no se encon
*—Aimee:Ahora que estaba embarazada, comenzaba a ver el mundo diferente.Antes, cuando entraba a una tienda o algo por el estilo, pensaba en adquirir cosas para ella, ahora era diferente, solo pensaba en sus bebes y se había convertido en una compradora compulsiva. Abby decía que el apartamento en el que vivían no iba a caber ni un alma de tantas compras innecesarias que hacía.Aimee le había comentado a su amiga que planeaba mudarse, puesto que ya no sería ella sola quien viviría allí con esta, pero Abby se había negado rotundamente a su decisión, diciendo que quería compartir su experiencia de madre con ella y que deseaba que se volvieran una familia. Se había sentido muy emocionada al escucharla, porque tanto Abby como Ryan eran la familia que le quedaba y saber que podía contar con Abby ahora en el momento que más necesitaba de alguien, le alegraba el día.Más bien, su estado le alegraba el día siempre. Pensar que ya no era ella sola, que ahora tenía dos vidas creciendo dentro de
*—Aimee:Un tiempo para pensarlo…Giró sobre su cama, mirando hacia la ventana abierta por donde entraba una fresca brisa nocturna.Después de su salida con Matteo y que este le saltara con tal proposición, Aimee no dejaba de pensar en ello.Durante la velada, al este verla tan nerviosa y sin palabras, había decidido por dar terminada la noche porque temía que Aimee se desmayara de la sorpresa. Así de caballero era. Sin embargo, cuando la llevo hasta la puerta de su apartamento, le podio que pensara en su propuesta muy detenidamente, pero, ¿cómo Aimee podía pensar en ellos siquiera? Matteo no le había dado razones claras por las cuales hacia esto. No le había explicado nada y no podía tomar una decisión así sin una detallada explicación.Sumándole a eso, era su jefe por Dios. Si se ligaba con él, sería la comidilla de la empresa, además de que no estaría bien unirse de esa manera cuando no había amor de por medio. Ya había sufrido demasiado con personas que no la amaban para tener que