Capítulo 10
Al día siguiente, la mejor amiga de Dafne, Celia Cruz, llegó apresuradamente al hospital para visitar a Esperanza, quien estaba enferma.

Llevaba consigo una gran bolsa llena de snacks y juguetes. Al ver a Esperanza, exclamó:

—¡Ay Dios mío! Espi, ¿por qué has adelgazado tanto?

—¡Madrina! —saludó Esperanza.

Desde que Esperanza nació, Celia la reconoció como su ahijada.

—Ven, ven, dame un besito, mi cariña. ¡Ay, qué pobrecita! ¡Tus manitas ya están hinchadas por el suero! —siguió exclamando Celia, mientras pellizcaba una y otra vez las mejillas de Esperanza.

La pobre solo podía soportar esa pasión como fuego y finalmente gritó:

—Madrina, madrina, ¡me duele la cara!

—Ay, ¡lo siento, lo siento! Mira, te traje muchos snacks y juguetes, ¿te gustan?

Dafne se quedó un poco sin palabras y se quejó:

—Has comprado demasiado, ¿no es así? ¿Quieres que se convierta en una niña mimada?

Pero Celia tenía una opinión diferente, por lo que la contradijo:

—Los niños deben ser mimados, Espi, estás de acuer
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