Capítulo 358
La herida era muy profunda, tanto que el pie estaba volteado hacia afuera. La herida sangrante trajo a la mente de Dafne algunos malos recuerdos. Respiró profundamente y actuó rápidamente. Humedeció un trozo de algodón en yodo y limpió la herida con unas pinzas. Con la cabeza baja, escuchó un gemido suave y apagado de dolor sobre su cabeza.

Justo cuando iba a levantar la cabeza para mirar, una mano grande le cubrió los ojos. Las largas pestañas de la chica temblaron ligeramente en la palma de su mano. Hans sintió una leve picazón.

Él era el herido, el que estaba sangrando. Sin embargo, el rostro de Dafne se volvió cada vez más pálido. Incluso su mano que sostenía la pinza temblaba involuntariamente. Hans se dio cuenta de lo que estaba sucediendo: ella tenía miedo de la sangre.

Dafne escuchó la voz de Hans diciendo:

—Solo envuelve la herida con una venda y luego vamos directamente al hospital para que los médicos me revisen.

Dafne ya no intentó forzarse más y asintió:

—De acuerdo.

Cuan
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