Ese hombre le daba placer de una manera que ella ni ella se lo hubiera imaginado en sus mejores sueños de fantasía. Mierda, Mark era el tipo de hombre que despedazaba tu cuerpo, pero de la mejor manera posible. Era tan fogoso, apasionado, pero sobre todo tan bestia cuando la tomaba, que le encantaba.Para ser una prisionera del club y tener que vender su cuerpo sin su consentimiento, le encantaba follar con ese sujeto no le importaba si la compraba cada noche. Realmente, era el mejor de todos esos patanes que llegaban al club. Serena, termino por correrse con el último asalto que Mark le propino gritando su nombre hasta que sus pulmones se quedaron sin aire.Unos segundos después, Serena sintió como el miembro de Mark palpitaba en su interior. La sensación era indescriptible, tan excitante, tan placentera, que se llenaba con tan solo tenerlo dentro. La morena respiraba con un poco de dificultad, pero no le importaba con tal de tener a ese hombre metido entre sus piernas toda la noche.
Cauther estaba completamente loco, especulo la pelinegra. Tenía que entender que retenerla contra su voluntad era un delito, ¿porque se empeñaba en meterse en aquel problema tan innecesario?—Eres un falso, traidor, engañas a todo el mundo, pero sobre todo a mi padre que te ha ayudado en mucho. Si no fuese por él, no estuvieras donde estás. Si pretendes que me voy a quedar aquí hasta que a ti te dé la gana, estás muy equivocado.—Te casaras conmigo, Casey Monroe —Anunció con tonó arrogante.¿Había escuchado bien? Porque le pareció que más bien estaba alucinando, o que aquel desayuno contenía algún tipo de alucinógeno. No era posible que el famoso y discreto Cauther Lance Acrom le estuviera proponiendo matrimonio… objeta esa voz interior, eso no era una propuesta de matrimonio, es que ni se le acercaba.—¿Eso es una orden, señor Acrom? —Ella se cruza de brazos.—Lo harás.—Entonces, si es una orden —Lo miró furiosa, como se atrevía a imponerle un mandato com
Cauther abrió la puerta de cristal que conectaba con la sala de juntas de la compañía, esa mañana a Rafael se le ocurrió la brillante idea de organizar otra reunión. Si fuera por él, estaría en su casa en compañía de esa rebelde pelinegra difícil de dominar. Le iba a tomar algo de tiempo bajarle esa rebeldía que había adquirido, y seguramente que terminara siendo un poco divertido mientras que lo hacía.—Bienvenido Cauther —La voz de Rafael lo sacó de su ensoñación —. Daremos comienzo a la reunión, si estás de acuerdo.—Como quieras —Contesta como dándole igual. Se sienta en su sillón y reclina su cuerpo del mismo, para esperar varias horas para poder ver a Casey de nuevo.Un par de horas después, algunos empleados preguntaron por el paradero de Casey. Rafael no supo que responderles, y sus empleados entendieron que era un tema delicado… cuando todos se hubieron ido, Rafael lleva la mirada hacia Cauther.—¿Cómo se encuentra?—Quiso llamarte esta mañana, pero se lo prohibí —Cauther se
—¿Eso es lo que tienes en la cabeza?—¿Qué hiciste con todas ellas? —Pregunta seriamente.—¿De verdad quieres hablar sobre eso?, no he subido hasta aquí para hablar de lo que hago y de lo que no.—¿Y para que has subido?—Esa pregunta me resulta mucho más interesante que las demás.En eso Casey observa esa sonrisa peligrosa hacerse paso en los labios de Cauther, espetó para sus adentros, pero sin intentar liberarse de los brazos de Cauther.En una fracción de segundos, Cauther la tomó por las nalgas para subírsela a su cintura y con dos largos pasos ambos estaban sobre la cama, uno encima del otro. Con facilidad el CEO se metió entre sus muslos y rápidamente se apodero de sus carnosos labios, introduciendo la lengua en su interior.Al principio, la pelinegra protesto, pero sus emociones la traicionaron por completo, ya que unos minutos después enrollo sus brazos alrededor del cuello de Cauther, y con sus piernas sujeto aquel enorme cuerpo. Pero al hace
Pensó que cerraría los ojos por un momento, pero resulto que no se había percatado de lo cansado que se encontraba su cuerpo. Y después de que Casey lo dejara con una enorme erección, más agotamiento sentía. El sentir la suavidad del sofá, Cauther poco a poco fue cayendo rendido en un profundo sueño. La copa que sostenía cayó libremente en el suelo, derramando el líquido rojizo sobre la alfombra.Su cuerpo se relajó a tal extremo que no escuchaba nada más que el palpitar de su corazón… y entonces, se quedó completamente dormido.Con cautela, a esas horas de la noche, Casey bajaba las escaleras a oscuras. Aquella casa por las noches era fría y tenebrosa. Y de paso bastante solitaria. Aun así, continuo bajando los peldaños. Después de revisar todo el piso de arriba, no encontró a Cauther por ningún lado y asumió que estaría en la parte de abajo, en algún tipo de despacho. De pronto a lo lejos la pelinegra, observó el fuego de la chimenea extinguirse. Pensó que era muy peligroso dejarla
No tenía idea de la hora que era, ni de mucho de cuanto faltaba para el amanecer. Pero de lo que si estaba segura era de que, mierda, necesitaba que Cauther no se detuviera jamás. Las hormonas de su cuerpo habían tomado todo el control, ya no tenía excusas para librarse de sus manos. Pero entonces, ¿y todo lo que le había dicho? Únicamente había bajado para pedirle disculpas por sus horribles palabras, pero hizo todo lo contrario a eso.Y allí estaba, con unas terribles ganas de que el amigo de su padre le hiciera el amor hasta el cansancio…—Cauther —Susurra contra su boca —. ¿Porque? Yo… ¿Qué estamos haciendo?, ¡Ahhh! —Jadea en cuanto el CEO jala su labio inferior.—Si quieres que me detenga, lo haré Casey —Acuna sus mejillas para hacerla mirarlo.¿Eso quería?, la pelinegra observa aquellos penetrantes y cautivadores ojos azules que la miraban como si fuera la mujer más hermosa del mundo. Demonios, ¿Qué debía hacer? Tenía que dar una pronta respuesta, no podía quedarse mirando como
Cauther miró a Casey detalladamente, estaba bañada en sudor y con esas mejillas tan rojas como un tomate. Lo único que le provocaba era seguir dentro de ella para volver hacerle el amor. Pero como era su primera vez, no debía abusar, de todas formas iba a tener muchas otras noches como esas.—¿Estás bien? —Le pregunta incorporándose para quedar de rodillas sobre el sofá —. ¿Te he hecho daño?—No —Responde con un hilo de voz —. Estoy bien —Añade respirando con dificultad.—¿Segura? —Le tiende la mano para ayudarla a sentarse.—Si —Insiste, pero sin siquiera mirarlo la cara.—¿Y porque no me has mirado una sola vez?—Yo… —Dice, luego de tomar la camisa de Cauther para cubrir su desnudez.La pelinegra no tenía idea que decirle, la vergüenza que sentía le impedía si quiera mirarlo a la cara. Y sabía que él la estaba observando con detenimiento. Lo que habían hecho era una locura, pero ya no podía dar marcha atrás, se entregó al hombre que la compro, al amigo de su padre y en un futuro pró
En un ágil movimiento, envolvió el cuerpo de la pelinegra entre sus brazos…—¿Qué estás haciendo? —Protesta retorciéndose entre sus brazos.—Pienso darte un pequeño castigo por hablar de más…—¡¿Qué?! Que ni se te ocurra…Pero nada de lo que dijera haría cambiar de parecer a Cauther, quien la elevo un poco del suelo y con ella entre sus músculos brazos la subió por las escaleras como si Casey no pesara absolutamente nada.—Suéltame, ¿estás loco?, como se te ocurre tratarme de esta manera tan bruta.—Guarda silencio —ordena.Mientras subían los peldaños, el corazón de Casey latía a millón. No tenía idea de lo que pensaban hacer con ella, pero si venia de ese hombre nada bueno podía ser. Mientras más cerca estaban de la planta de arriba, aumentaba el miedo que yacía en su estómago.—Es increíble que mi padre quiera que me case contigo, estás loco, Cauther. Suéltame de una vez por todas —Se estremece con fuerza.A cambio recibe un apretón de brazos, y silencio por parte de ese hombre… en