Capítulo ciento tres
—Buenas noches— me separo un poco de él y tomo a Amir en brazos que juega con los botones de la camisa que tiene puesta.
Wade llama mi atención jalando mi brazo y alzo la mirada donde mi madre toma la foto con su móvil, cierro los ojos por inercia ante el flash y giro hacia el ricachón totalmente ciega, con los ojos cerrados le doy el bebé a él.
—Pasa algo, ¿te sientes mal? —niego y recobro la vista nuevamente, fulmino con la mirada a Elizabeth.
Veo al padre de Valentina al inicio de las escaleras despampanantes del salón, junto mis cejas—él no estaba aquí —alzo mi mirada a Wade.
—Te quedaste diez minutos pensando y mirando a Amir, él se excuso diciendo que tenía que recibir a su hija al pie de las escaleras&mdas
Capítulo ciento cuatroSu cuerpo fornido se pega a mi espalda y me da un suave beso en la mejilla—No puedo creer que seamos padres—toma mi cintura y me gira frente a frente—Te extrañé, Sara—y por segunda vez en todo este tiempo puedo ver un rastro de vulnerabilidad en su rostro.Sus labios se posan en mi frente y deja un suave beso —Y yo a ti, Wade—desordeno su cabello. Su mano atrapa la mía y la posa en su cintura.Nuestros rostros solo están a centímetros. Su mirada llena de lujuría me hace temblar en sus brazos y su sonrisa ladina me hace saber de inmediato que es lo que desea.Aquí no.Me safo de su agarre y me coloco atrás de él —Ven, mejor quítate esto y ponte cómodo. Debes estar agotado—jalo su saco y lo pongo sobre la me
Capítulo ciento cincoEn un intento de valentia reuno las fuerzas para llegar hasta él y darle un fuerte golpe por el costado, miro como rápidamente se levanta y fija su vista en mí, pero mi error fue creer que la perra que tengo a un lado no interferiría en nuestro combate.—Pensé que éste era un duelo de dos, no de tres—chupo la sangre que sale de mi labio roto.Sonríe falsamente —Tú error siempre será creer que todo es justo—salgo impulsada por los aires.Alcibíades antes de caer se asegura que me rompa unas costillas y recibo una patada en la cara y otra en el estómago.—DÉJENLA, MALDITA SEA SI LE HACEN ALGO MÁS LOS MATO, JURO QUE LOS MATO—su voz suena caragada de odio y rencor. Observo su rostro que se deforma cuando me ve en e
Capítulo ciento seisObservo a Wade que termina con el último y la risa seca del señor Alcibíades llena nuestros oídos —¿Creíste que eso era todo? Este pequeñín será mi hijo y lo criaremos con rencor hacia ustedes para iniciar una guerra —Amir yase en sus brazos y la perra a su lado.¿Por qué confíe en Elizabeth?Nunca hace las cosas bien.Camino con calma hasta quedar en el centro de todo—Tú y yo tenemos que terminar con el duelo o me vas a decir que eres tan cobarde que te escaparás—pasa a Amir a los brazos de Serafina y camina hasta mí.—Esto lo ganaré yo, soy más fuerte que tú, zorrita—mi cara arde del enojo y corro hasta él para tomarlo de su cuello de camisa, en un ágil movimien
Capítulo ciento sietePov WadeMis ojos arden de tanto zurrarlos con mis manos sucias debido al combate del día de ayer. Sentado afuera en el pasillo espero los resultados de Sara.Ayer cuando se desmayo al frente de mí me dieron ganas de golpearme, ¿cómo pude separarme de ella y más cuando estaba lastimada? su cuerpo estaba frío y su piel paso a un grisáceo, sin pensarlo mande a Matías a buscar a la bruja de la manada y levante a Sara para llevarla hasta nuestro cuarto y ahora estoy aquí, en el duro piso de madera esperando desde ayer sin bañarme o saber sobre la manada, y sinceramente en estos momentos no me interesa si matan a alguien o se largan, quiero a mi luna sana y salva.Escucho pasos acercándose a la puerta y rápidamente me levanto, de la habitación sale la bruja detrás de nana y mi
Capítulo ciento ocho—No soy una discapacitada, Wade —sonríe y dirige su vista a todos—bien, ¿en qué les puedo ayudar? —sus ojos brillan.—Nosotros queremos disculparnos por la actuación de allá abajo el día de ayer, Sara. Estábamos agitados por todo que no nos dimos cuenta de su mal estado y lo sentimos—las sobrinas de nana agachan la cabeza.—Sí, todo fue tan confuso y rápido, el ver que mi sobrino mato a un demonio y luego esas emociones —Emilie da un paso al frente.—El ver cómo llegaban a la mansión otra vez tan simplemente —mi padre mira el gran ventanal a un costado.—El no poder defenderlos con honor hasta el final —Roberto y Paola dicen a unísono.—Dudar de usted
Pov SaraYa han pasado ocho meses desde que ocurrió el ataque a la manada y mi casamiento improvisado. Si lo pienso de esa manera casarme de un día para otro fue lo más loco que había hecho en mi existencia.No negaré que me gustó, y mucho.Pero luego de eso hubo un poco de desilusión ya que el padre de mi ricachón se tuvo que ir de la mansión dado a que queria olvidar todo lo sucedido y necesitaba alejar los recuerdos que habían en la manada y tal.Wade respeto su desición sin cuestionarlo y partio hace tres meses atrás, luego de eso él es solo trabajo y velar por mi cuidado como semihumana, aun que no sé porque. Como seguía diciendo, luego de que me dijesen que soy prácticamente más humana que otra cosa me he cuidado un poco más, en realidad no yo, si no el
Observo al chico de ojos marrones mirarme atentamente, por un momento pienso abrir mi boca para aclarar las cosas, pero el estruedo de algo rompiendose me alarma, sin decir ni una sola palabra dejo el café en la mesa para ir a investigar, pero su mano me retiene y me coloca atrás de él.Camino detrás de él a medida que va avanzando y recibe un golpe por sorpresa, el olor a lavanda inunda mis fosas nasales y antes de que el ricachón se le tire encima al tipo lo detengo y lo alejo lo más que puedo del que ahora se soba la mandíbula.—Hey, tranquilo—por primera vez hablo para Ricky Ricón y el voltea a verme con esos ojos amarillos —Yoshua, compórtate —junto mis cejas y me cruzo de brazos.—Que me comporte un carajo, no soy tu puto perro—trata de pasar por mi lado y lo empujo.
Capítulo extra #1Pov NanaNo sé que voy a hacer con este niño tan inmaduro. Wadecito se pasea de un lado para otro lamentándose el haber dejado a mi Sara afuera en la madrugada.Alzo mis cejas y suspiro, —nana, ¿me estás escuchando? —dejo de lavar los platos y volteo para enfrentar su desespero.—Si hijo, te escucho, pero tú tienes la culpa, ¿cómo se te ocurre dejar a tu luna en el patio de la casa en plena madrugada?—tomo un limpión y seco mis manos.—Si, lo sé y tienes la razón, pero ya no se que hacer y nadie la encuentra —hay veces que el cerebro no le da y eso que él para todos es