Capitulo 44

Ella atrajo bastantes miradas, más que de costumbre, pero se encogió de hombros. No podía hacer mucho más que esperar que se calmara el furor.

Había dicho la verdad y quedaba por ver cómo la afrontaría su padre.

Cuando la puerta del despacho se cerró tras ella y se encogió de hombros para quitarse la chaqueta, vio un paquete perfectamente envuelto sobre su mesa, como si fuera un regalo.

No había ninguna tarjeta ni nada adjunto a las cajas, así que no tenía ni idea de dónde habían aparecido.

Se sentó lentamente y se quedó mirándolas durante un buen rato antes de que la burla de Maena fuera excesiva, por lo que se inclinó hacia delante con un suspiro y abrió la primera caja.

Jadeó cuando la luz se reflejó brillantemente en las hermosas piedras incrustadas entre los diseños y, de repente, sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas.

Las cajas contenían las joyas que le habían entregado a su hermanastra la noche anterior, así como las piezas que había llevado su madre cuando era reina
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