'No, gracias. Tengo que trabajar', arguyó Amaris bruscamente, sacudiendo la cabeza frenéticamente mientras retrocedía. Maena le rugió airadamente, y Amaris, enojada, la bloqueó mientras Dave observaba cada uno de sus movimientos como si quisiera devorarla de punta a punta. Amaris luchaba a ultranza por pensar con claridad, ante la presión a la que estaba siendo sometida. 'Puedo ir al trabajo por mi cuenta, Dave. No quiero causarte molestias', le dijo, intentando infructuosamente ocultar el temblor en su voz. Dave rio entre dientes. 'No es ninguna molestia. Insisto en llevarte al trabajo. No permitiré que mi luna ande por ahí transmitiendo su obvio estado de excitación a todo el que la vea', respondió él con firmeza, casi de manera posesiva. Amaris se estremeció. No creyó que su día iba a comenzar así. ... Cuando cerró la puerta del auto y vio a Dave alejarse a gran velocidad, dejó escapar un suspiro de alivio. La tensión sexual de la cual eran presa hizo el viaje casi insoport
Ella se había hecho cargo del puesto a finales del año pasado, y aún estaba revisando la enorme cantidad de asuntos administrativos que su predecesor, con toda intención, había desatendido. Había encontrado un correo electrónico de uno de los departamentos del alfa Nocturne, relacionado con una posible colaboración, unos años atrás, en un gran proyecto. Amaris frunció los labios y se quedó pensativa. Ella desconocía el alcance total de los intereses comerciales del alfa Nocturne, pero haría bien en comenzar a interesarse activamente. Todo lo que recordaba eran los frecuentes accesos de furia de su padre debido a que los intereses de Dave a menudo coincidían con los suyos, y había perdido varios contratos lucrativos porque Dave podía ofrecer mejores ofertas. El mundo ya no era como una vez fue, cuando pertenecer a una determinada familia te permitía ganar contratos. Ahora, si querías hacer negocios con los humanos, y también con los seres sobrenaturales, debías demostrar que tenías t
Maena sonrió satisfecha al ver cómo se venía abajo el hombre que tenía delante. 'Ahora sabes lo que sufrí cada vez que metías tu p*ne en el muy pero muy usado orificio de esa p*tica. No fuiste el primero..., y ciertamente no serás el último'. Río. Maena miró a Fernando fijamente a los ojos, y él se apocó hasta más no poder. Sabía cuán peligrosa ella era. '¿Cómo fue? ¿Disfrutaste el sabor de tu propia medicina? El dolor que te destroza el alma cuando tu destino se deshace a manos de otro es insoportable, ¿verdad?'. Fernando asintió con poca entereza y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras, adolorido, apretaba los dientes. Por lo que Maena pudo deducir, su lobo le había dado la espalda, se negaba a compartir su dolor y lo había despojado de la habilidad que le permitía sanar con rapidez. Maena sonrió con tristeza, ante la última muestra de cordialidad entre ella y quien fuera la pareja que le habían elegido. Maena le acarició la cabeza y le dijo que no hablara. Con su cara tan
Amaris se rio. 'Sin embargo, estoy orgullosa de lo que hiciste, Eva. ¿Sabes cuántas mujeres se habrían limitado a ceder, y habrían hecho lo que él les pedía? El hecho de que te enfrentaras a él dice mucho sobre ti'. El rostro de Eva se iluminó. 'Gracias, Amaris. Eso significa mucho para mí' respondió muy contenta. Una expresión alarmada cruzó su rostro, como si de repente recordara algo. '¡Ah! Casi lo olvido, vine para decirte que el Alfa Nocturne estará aquí en breve para buscarte'. '¿Qué?!' Amaris exclamó en voz alta. '¡¿Por qué?! ¡Mi*rda!' Eva miró a Amaris, confundida. 'Lo siento, Maena me pidió que lo llamara para que viniera a buscarte... ¿no debería haberlo hecho?' Amaris estaba humeando de furia. No podía creer que Maena hiciera algo asi, y causara la impresión de que ella no podía encargarse de las cosas por sí misma. ¿Cómo iba a lograr que él la tomara en serio si cada vez que las cosas se ponían un poco difíciles tenía que correr a rescatarla? Amaris suspiró hondo
El corazón de Amaris se hundió cuando se dio cuenta de que el Alfa Nocturne había atravesado todo el edificio de la empresa y había, de hecho, llegado hasta el área donde se encontraban sus oficinas. El rumor de que él estaba aquí se extendería como un reguero de pólvora a través del edificio de la compañía. Gimió en su interior al imaginar el tipo de interrogatorio que tendría que enfrentar por parte de su padre. Sabía que a su padre no le gustaba el Alfa Nocturne. Había escuchado demasiadas diatribas durante las cenas juntos como para pensar lo contrario. Ahora, su padre querría saber exactamente por qué estaba en su edificio, y cuando descubriera que era por Amaris... Ella se estremeció al imaginar las consecuencias. Al menos ya no tendría que preocuparse por encontrar un muro de silencio esperándola cuando llegara a casa, ni por los trucos furtivos de su madrastra y su hermanastra. '¿Qué estás haciendo aquí, Dave?' Preguntó con un suspiro. Él se apresuró hacia ella y, justo
Amaris gimió cuando él comenzó a acariciar su protuberancia, con un movimiento circular, a un ritmo tortuosamente lento. Se mordió los labios mientras luchaba contra el impulso de aplastarse contra él, de buscar desesperadamente el dulce placer y la sensación de que él la llenara por dentro. Dave levantó una mano para tomar su rostro mientras comenzaba a atacar sus labios, tragando sus gemidos, mientras sus piernas temblaban con las sensaciones que él estaba haciendo crecer lentamente dentro de ella. Sin previo aviso, él retiró la mano de su entr*pierna y concluyó el asalto sobre sus labios, extendiendo su mano sobre la superficie de sus pliegues y presionando Hacia abajo, como si intentara sellarla. Amaris se estremeció ante aquella deliciosa presión, pero al mismo tiempo gimió ante la repentina pérdida de su atención. El le sonrió, y repitió la pregunta una vez más. 'El nombre, Amaris... solo dime el nombre, y te daré lo que quieres'. Las mejillas de Amaris se sonrojaron furi
Poco después de su tórrida sesión, Dave y su Beta, Ben, se marcharon del lugar, dejando atrás a dos de sus hombres como protección, a pesar de las protestas de Amaris. Ella quería hablar con Dave sobre Minerva, para tener una idea de cómo se sentiría él acerca de cualquier posible solución que pudieran encontrar con respecto a la falta de una marca de apareamiento. Aunque aquello todavía no era un problema, sabía que lo sería en el futuro. Los sabios no eran estúpidos, y tampoco lo eran los miembros de la manada. Tener al menos una solución temporal los protegería de sospechas a causa de ese problema. Sin embargo, tenía que admitir que se sentía increíblemente curiosa acerca de su maldición particular, y resolvió que, cuando regresaran a la casa de la manada y las cosas se calmaran un poco, le preguntaría al respecto. Sin embargo, antes tendría que superar la estúpida ceremonia de compromiso relativamente ilesa. Amaris no podía entender por qué su padre querría restregarle en la c
'Correcto. Supongo que es como una cicatriz, pero una que nunca desaparece, ya que es una muestra de la aceptación de la unión, y algo que marca a cada miembro de la pareja como inaccesible para los demás'. 'Dudo que hubiera detenido a Fernando... y tampoco detuvo a tu padre...' Murmuró Maena, enfadada. Amaris optó por ignorar el comentario de Maena, pero sabía que tenía razón. La marca no era infalible, solo era un símbolo de propiedad si uno la aceptaba como tal. 'Papá ya nos explicó lo que sucedería si trataras de marcar a alguien que no fuera tu pareja, así que sé que no es posible hacer solo eso. Pero estábamos pensando: si infundimos la marca en cada uno de ustedes junto con la magia de ataduras de papá, y algo de magia para evitar la curación... él cree que podría funcionar'. Amaris se mordió los labios mientras pensaba en las palabras de Minerva. No era una mala idea, en teoría. Estarían ligados el uno al otro, usarían las marcas del otro, y estas cicatrizarían como de cos