Dave había acudido a la reunión con el nuevo alfa con mucho retraso, pero, por suerte, tuvieron la gentileza de atenderlo.A veces, tener una reputación temible que le precedía, era una bendición disfrazada, aunque en muchas ocasiones se había preguntado por el cambio que se produjo en él desde que conoció a Amaris, es posible que se debiera a que ella sacó a relucir un lado más amable que nunca antes había podido mostrar.Ellos habían negociado los detalles más delicados de un acuerdo defensivo que beneficiaría a la manada más pequeña en comparación con Dave, sin embargo, también ampliaba sus alianzas un poco más.Tener el apoyo adecuado de una manada prominente era a menudo la diferencia entre el éxito y el fracaso cuando se trataba de expandirse a un nuevo territorio. A Dave no le interesaban las pérdidas a corto plazo que pudiera sufrir al proteger a las manadas vulnerables mientras establecían sus tierras y sus defensas, lo que más le importaba eran las recompensas a largo plazo.
'Dímelo todo otra vez, repítelo', gruñó Dave con impaciencia mientras Ben terminaba de cumplir sus órdenes y planificaba otras acciones.Ben tuvo una eficiencia increíble, ya que se conectó con los miembros de su propia manada y, a la vez, hizo llamadas telefónicas por toda la ciudad para pedir favores a sus aliados, en un empeño por recopilar más información.La desaparición de Amaris era un problema mayúsculo, y Dave, en cierto modo, se culpaba por su desaparición. Si hubiera podido controlar a su lobo un poco más, tal vez ella no se habría ido hoy con tanta prisa. Quizá todo se podría haber evitado.Minerva, impaciente, puso los ojos en blanco mientras caminaba de un lado a otro. Le lanzó una mirada fulminante, capaz de convertirlo en una estatua de sal.'Escucha, bolita de terciopelo. Te agradezco que trates de ser razonable y de intentar hallar pistas en mi breve interacción con ella mientras se la llevaban, pero, por mucho que yo cuente lo que aconteció, los pormenores de ese pe
Dave sopesó las palabras de Minerva. Por supuesto que tenía razón, y ya había hecho un trabajo minucioso en cuanto a buscar en los lugares en los que Amaris debía haber estado, si de veras había llevado al hospital a alguien que se le apareció frente a su auto.Al no hallar rastro de ella en ninguna de las imágenes de seguridad de los hospitales que habían visitado, ni en los estacionamientos, Dave le pidió un favor a un contacto que tenía en el sistema de administración de tráfico.Ben se dirigía a revisar las imágenes de seguridad mientras él estaba sentado aquí con Minerva, analizando cuál sería el próximo paso de ellos. Dave quería salir a buscarla, pero si ella lograba escapar y regresar a casa, no quería que la primera cara que viera fuera la de otra persona.Con solo pensar en esa posibilidad, su lobo emitió un gruñido posesivo, un sonido sordo en su pecho que no pudo evitar.Minerva le lanzó una mirada astuta, y sus labios mostraron una sonrisita. '¿Romeo, estás bien?'Dave a
'Como tu beta, siempre has tenido confianza en mí en relación con todo lo que has hecho. Dave. Te he servido bien y fielmente, y nuestra manada ha prosperado. Pero esta vez, tus decisiones me decepcionan y no encuentro palabras para realzar en su justa medida lo importante que es para mi saber con lo que estoy lidiando aquí, para poder continuar apoyándote de la mejor forma', dijo Ben, tratando de ocultar el dolor que había en su voz mientras hablaba.Dave no respondió de inmediato. Se limitó a mirar fijamente la expresión de dolor de su beta de confianza mientras pensaba cómo debía responderle.¿Cómo podría decirle que lo había mantenido deliberadamente al margen porque no sabía si podía confiar en él? ¿Cómo decirle que lo hizo porque no quería que sus sentimientos interfirieran con lo que Dave decidió que era lo correcto?Pero parecía que Minerva iba a ahorrarle la molestia de tener que herir el orgullo de su beta: ella le sonreía con un brillo en los ojos.'Relájate, cariño… Han pa
En cuanto colgó, Jess dejó escapar un profundo suspiro de alivio y, nerviosa, se mordió la parte interior de la mejilla mientras tomaba el camino de regreso a las mazmorras.No podía darlo por hecho, pero confiaba en que Dave había creído en la razón que tuvo para llamarlo. Por lo menos, no le había hablado en mala forma ni le había prometido matarla. Eso, a su modo de ver, sugería que al menos no la había descreído por completo.El resonar de sus pasos por el hueco de la escalera le provocó un escalofrío de sobrecogimiento en la columna. Su madre se había acostumbrado a pasar todo el día aquí abajo desde que estuvieron confinadas en el palacio.Los guardias de élite del Consejo Real de Ancianos siempre estaban al lado de su padre, y él llevaba días sin salir de su habitación. Ella había estado yendo y viniendo para tratar de hablar con él, pero los canallas despiadados que custodiaban su puerta la empujaron bruscamente.A Amanda y a Jess prácticamente las habían dejado a su suerte. Q
Amanda se las ingenio para pararse detrás de Jess sigilosamente, sin que esta se diera cuenta, y se rio de ella en silencio. Esta chica había sido una decepción en todo el sentido de la palabra. No era, para nada, lo que ella esperaba. 'Espero que haber visto a Amaris caer en la trampa tan fácilmente te haya hecho reconsiderar la educación que recibiste', dijo Amanda súbitamente, lo que indujo a Jess a ponerse de pie abruptamente con la mano en el corazón. 'Estamos un poco nerviosas, ¿Verdad, Jess? No estarías considerando hacer algo estúpido en este momento, ¿eh?'. Mientras hablaba, Amanda cruzó los brazos frente a ella y, con una mano, mantuvo agarrada la daga ensangrentada que había terminado de usar. Jess miró nerviosamente la daga y, disimulando el desdén, vio cómo Amanda chupaba los restos de salpicaduras de sangre de sus dedos. 'Por supuesto que no, madre. Solo estaba pensando en mi próximo paso'. 'Nuestro… próximo paso…' Amanda la corrigió con una sonrisa relajada, y señ
Jess vio alejarse a su madre con una sensación de vacío en el corazón. Esto era por su futuro y el de su bebé. Eso era lo único que importaba. Respirando hondo y echando un rápido vistazo al lugar donde Amaris estaba retenida, sacó el teléfono del bolsillo y marcó una serie de números. Sonó varias veces mientras ella empezaba a caminar nerviosa, con la barriga revuelta. Finalmente, la persona al otro lado contestó. '¿Qué quieres, Jess?'. La voz fría y carente de emoción de Fernando carraspeó a través del teléfono. Ella se tragó el nudo que tenía en la garganta y se obligó a esbozar una sonrisa melosa y enfermiza, con la esperanza de que eso le quitara el temblor de la voz. '¿Aún no hemos superado esto, Fernando? ¿No quieres hacer esto civilizadamente, al menos?', canturreó. 'Jamás. Nunca te perdonaré por lo que sea que me hayas hecho para que…', respondió casi al instante antes de ser interrumpido bruscamente por el bufido burlón de Jess. 'Cállate, Fernando', soltó irritada. 'Tú
A Amaris se le encogió el corazón al recordarlo. ¿Cómo pudo ser tan estúpida? Cuando conducía por esa parte de la ciudad era plenamente consciente de que tenía mala fama, pero ver el estado de… lo que fuera que tenía delante le había tocado la fibra sensible. La zona era el hogar de adictos tanto para los humanos y sus drogas sintéticas como para los cambia formas y seres mágicos que o bien habían sucumbido al lado más oscuro de la magia y habían pagado el precio con su cordura, o se habían permitido demasiados brebajes de boticario que les habían dejado con un ansia insaciable. Todos ellos tenían algo en común: su escaso dominio de la realidad y su inflexible afán por asegurarse la fuente de su próxima dosis. A pesar de los consejos de su loba y de Minerva, había decidido que sabía más y pensó que la pobre alma que tenía delante había merecido al menos algo de atención médica. La herida de la cabeza tenía un aspecto horrible y Amaris no llevaba nada para curarla. Por pura ingen